Relegada del gabinete, donde esperaba definir a las autoridades de los Ministerios de Defensa, Seguridad y de la Agencia Federal de Inteligencia, la vicepresidenta, Victoria Villarruel, se refugió en el Senado y este miércoles salió fortalecida: logró reunir una mayoría para definir autoridades, repartir comisiones y relegar a Unión por la Patria. Desde la próxima semana tendrá el desafío de conseguir los votos para aprobar los proyectos que envíe el presidente Javier Milei, quien después de este miércoles no podrá ignorarla.
Villarruel tuvo un inicio diferente al de Martín Menem, quien luego de asumir como presidente de la Cámara de Diputados improvisó un acuerdo con Unión por la Patria para definir el reparto de las comisiones, con un sistema que tratará de remendar. La vicepresidenta negoció durante dos semanas con todos los bloques, inclusive con el peronismo, para tener el final que buscaba: ubicar figuras afines en los cargos principales del Senado y tener la posibilidad de presidir las comisiones más relevantes.
En sus charlas con referentes del Senado, tanto ella como su principal asesor, el diputado Guillermo Montenegro, reconocieron que no tienen ni buscan espacios en el Poder Ejecutivo y su fortaleza será el Congreso. Tan lejos de la Casa Rosada están que la negociación para alcanzar una mayoría este miércoles la hicieron sin la colaboración del ministro del Interior, Guillermo Francos, quien tiene a cargo la relación con las provincias. Sólo hubo diálogos con representantes de la Cámara alta.
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Francos fue uno de los culpables de la erosión del vínculo entre Villarruel y Milei, que quedó en evidencia sobre el final de la campaña electoral, cuando la abogada empezó a faltar a los actos de La Libertad Avanza y hasta hizo una recorrida sola, con logo propio. La vice nunca toleró el poder que tuvo el ministro luego de incorporarse al espacio recién después del triunfo libertario en las primarias. No pedirle ayuda para su primera sesión en el Senado, fue también motivo de festejo.
Las gestiones
Como anticipó Letra P, el salteño Juan Carlos Romero fue el ideólogo de la unidad antiperonista, días después del triunfo de Milei en el ballotage. Por su despacho pasaron autoridades de las bancadas y recién la semana pasada estuvo Villarruel, quien ya se había reunido con cada fuerza. La última en visitar fue la UCR, curiosamente, la que más ganó en la negociación.
Los partidos provinciales fueron la presa más difícil, porque los representantes deben hablar con sus jefes antes de tomar decisiones. La vicepresidenta apostó a Unidad Federal, el bloque de Alejandra Vigo, la esposa de Juan Schiaretti. Logró que se anexara a su bancada la rionegrina Mónica Silva, cercana al mandatario de su provincia Alberto Weretilneck, uno de los que más apostó por Sergio Massa. Antes, Villarruel y Montenegro cerraron los acuerdos con las duplas de Misiones y Santa Cruz. Fueron los primeros en ingresar al recinto.
En sus esquemas también estaba acordar con Unión por la Patria: la semana pasada le ofrecieron a Mayans la vicepresidencia (que quedó acéfala) y la prosecretaría parlamentaria. El formoseño no aceptó y prefirió tensar la cuerda hasta el final. En UP dicen que era el mejor camino, porque los grupos internos no le hubieran permitido unificar criterios. Los gobernadores no quieren romper con Milei tan pronto y el kirchnerismo prefiere no participar de ninguna negociación.
El PRO fue el último bloque en elegir autoridades y este lunes Villarruel nombró a su jefe, Luis Juez, como consejero de la Magistratura. Cumplió un fallo de la Corte, pero fue posible por ayuda de un radical como Juan Tunessi, quien fue prosecretario parlamentario hasta este miércoles. Que el partido de Mauricio Macri no tenga un rol central también fue un mérito de Villarruel, porque es la fuerza que más chances tiene de acompañar los proyectos de Milei. Con los demás espacios, la abogada ya fue advertida que deberá negociar cada proyecto.
Ley por ley
Villarruel celebró el triunfo este miércoles, pero supo durante la sesión que no podrá dormir en los laureles. Los bloques que la ayudaron a construir una mayoría le advirtieron, de a uno, que debatirán cada proyecto de cero. No habrá "grupo motosierra", como definió la kirchnerista Juliana Di Tullio a la mayoría que dominó la sesión. Al menos dos proyectos de ley podrían ingresar al Senado la semana próxima: la reforma del Estado y las desregulaciones.
La vicepresidenta deberá negociar los votos para cada uno de ellos. "Estos 39 senadores vamos a discutir lo que haya que discutir. Pero vamos a reunir las comisiones cuando haya que reunirlas", anticipó el radical Pablo Blanco. No fue un mal mensaje para Villarruel, que, si se cumple lo que dijo el fueguino, al menos podrá garantizar los debates.
A través de un comunicado, el bloque Unidad Federal aclaró que no existe acuerdo con el Gobierno para convertirse en aliado fijo. “Nuestro compromiso institucional de esta jornada, en la que no se trata ningún proyecto de ley, es que el Cuerpo tenga sus autoridades y esté en condiciones de trabajar”, señaló la bancada conducida por Carlos Mauricio Espínola.
El jefe del PRO, Juez, también aclaró que forma parte de LLA, pero no descartó que la unidad antiperonista se sostenga. "Jamás se habló de cómo se van a votar los temas. Es una mayoría plural en un Senado que siempre funcionó como una mayoría automática".
La dupla de santacruceños advirtieron que no será tan sencillo que vuelvan a ayudar a Villarruel. "Junto a (su compañera) la senadora Natalia Gadano vamos a ser los primeros en defender nuestra provincia. Lo de hoy es una cuestión de gobernabilidad, que cualquier presidente que llega, la necesita", sostuvo José Carambia. La vicepresidenta volverá a llamarlo. Es su principal tarea.