Victoria Villarruel renovó su equipo en el Senado, con la inesperada salida de Emilio Viramonte Olmos, y para su nueva etapa sumó una misión: caminar la provincia de Buenos Aires, con la expectativa de tener un refugio electoral en caso de ser expulsada definitivamente de La Libertad Avanza en 2027.
Para llevar a cabo esa tarea, la vicepresidenta recuperó a Claudia Rucci, a quien volvió a nombrar como titular del Directorio del Observatorio de Derechos Humanos del Senado, de donde se fue en diciembre después de una fuerte discusión.
La principal diferencia que tuvieron en ese momento fue que la exlegisladora quería empezar a sumar dirigentes para potenciar las aspiraciones electorales de Villarruel.
Quienes frecuentan a Rucci aseguran que en esta vez la vice sí le permitió trabajar de armadora y le pidió que el primer paso sea la provincia de Buenos Aires, donde confía en tener alguna proyección para los comicios de 2027, cuando Karina Milei difícilmente le abra un lugar en las listas.
Fuentes cercanas a Villarruel confirmaron a Letra P que podría amenazar con una candidatura a gobernadora, tal vez para obligar a la secretaria general a atenderle el teléfono.
Los voceros de la vicepresidenta negaron que las recorridas por PBA tengan un objetivo electoral. "Visita localidades de todas las provincias, no solamente Buenos Aires", minimizaron.
En las últimas semanas, la vice priorizó territorio bonaerense. Se reunió con el intendente de Chivilcoy, Guillermo Britos; y con el de Saladillo, José Luis Salomón. Testigos de sus caminatas se sorprendieron por la escasa custodia que la acompaña y la poca dirigencia que se acerca a saludarla. "Son visitas protocolares, sin contenido", cuentan.
Rucci tendría la tarea de mejorar la calidad de las presentaciones de Villarruel y darle forma a un producto electoral que nunca tomó consistencia.
En el equipo original de la vice adjudican esa indecisión a la influencia que tenía su grupo juvenil, conocido como los villarruelines, desplazados hace un mes, una medida clave para el retorno de la exlegisladora.
Los pasos de la vicepresidenta los controla su jefe de asesores Mario Russo, un exgurú libertario, que se fue del espacio en 2021 enfrentado con Milei. Volvió para ayudar a la vice.
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Victoria Villarruel, la bonaerense
Con Rucci, Villarruel se decidió a buscar un foco electoral en Buenos Aires, donde confía en una buena imagen y en la necesidad de que Milei precise de su figura para garantizar un triunfo en 2027, cuando tiene como principal desafío quedarse con la gobernación. El año pasado, la vice recorrió el país para participar de fiestas provinciales, una decisión que complicó más su vínculo con la Casa Rosada.
La funcionaria del Senado conoce el territorio bonaerense, que recorrió como parte de su trabajo con José Manuel De la Sota, quien luego se asoció con Sergio Massa. Por ese acuerdo, Rucci fue diputada nacional. Las caminatas de la vicepresidenta por el interior de PBA no son casuales: persiste en esos lugares un electorado conservador que podría comulgar con su figura.
Villarruel tuvo un apogeo en su imagen a mediados del año pasado, mientras Milei perdía aceptación de la gente por los coletazos de la crisis económica. Después los números se emparejaron. La relación entre ambos se rompió definitivamente en esos días, cuando la titular del Senado no tuvo mejor idea que generar un conflicto bilateral con Francia por motivos futbolísticos.
El vínculo no se recuperó y la vice sólo puede hablar con Guillermo Francos cada vez que necesita algún indicio de la agenda de la Casa Rosada. Nadie más la atiende y tampoco le preocupa. Empezó otra etapa. Con otros objetivos.
El nuevo equipo de Victoria Villarruel
Como explicó Letra P, para relanzarse a su aventura electoral, Villarruel rearmó su estructura con decenas de nombramientos y el desplazamiento de las figuras que aún permanecían de su equipo original. Muchas habían llegado de la mano del diputado Guillermo Montenegro, socio de la vicepresidenta hasta el inicio de su gestión.
Desde la segunda mitad del año pasado, la titular del Senado se refugió en nuevo entorno, que lideró el exmilitar Claudio Gallardo, convertido en su mano derecha. Otra figura fuerte es Carlos Olivelli, subdirector de Seguridad y exjefe de Seguridad de la Casa de la Moneda. En el Senado cuentan que camina armado por los pasillos. Tal vez sean sólo leyendas.
También accedieron a su entorno otros dirigentes identificados como "peronistas de derecha", con pasado cerca del excandidato presidencial Juan José Gómez Centurión. Este grupo influyó en las decisiones de la vice: son quienes el año pasado gestaron la visita con Isabel Martínez de Perón en Madrid. Además, escriben discursos, como el que Villarruel dio el 2 de abril en Ushuaia.
Uno de sus referentes de esta tribu es Facundo Funes, director general de administración, quien quedó en los hechos en lugar de Viramonte. La vice debería elegir a un sucesor del cordobés y someterlo a votación, pero no está en sus planes hacerlo. Funes seguiría con esas funciones. Su hermano, Saturnino, es otro dirigente que incluye en la titular del Senado, donde ya nada es como antes.