Molestias por la indefinición de Victoria Villarruel para armar un capital político propio, cruces con el área administrativa del Senado y coletazos del homenaje aMaría Estela Martínez de Perón, en el que fue la principal organizadora, fueron las causas que llevaron a Claudia Rucci a renunciar abruptamente como directora general del Observatorio de Derechos Humanos del Senado, según fuentes de la cámara alta.
Rucci anunció su salida en un tuit que sorprendió a Villarruel, quien, dicen en su entorno, esperaba que se fuera pero al menos habían previsto que definieran juntas el momento, que no sería en lo inmediato. Ni bien retornó de sus vacaciones, Rucci no quiso esperar un minuto más y presentó su renuncia.
No hubo una versión oficial sobre los motivos que aceleraron la salida de la exfuncionaria, suficiente para que el Congreso existieran miles de versiones, sobre todo porque a Rucci le quedó mucha gente conocida de su paso como diputada del Frente Renovador. De hecho, hay quienes aseguran que ella y su esposo tienen ingresos garantizados en puestos del Estado.
En el Senado agregan un dato: Rucci no era aceptada en la Casa Rosada, donde Villarruel no siempre toma en cuenta las opiniones, pero en este caso sí la consideró. “Había un temita con ella y cuando Victoria siente que tienen razón, escucha”, explican en la Cámara alta, aunque niegan que ese haya sido el motivo de su salida. Otra interpretación es que, con su renuncia, la hija del fallecido sindicalista se anticipó a una posible razzia de la Rosada.
Los amagues de Victoria Villarruel
Fuentes allegadas a Rucci adjudican su renuncia al hartazgo que le provocó el juego político de Villarruel, que consiste en diferenciarse de Milei pero sin una definición clara sobre si está dispuesta o no a armar otro espacio político.
“Ella se hace la cocorita y cuando va a ver gente para armar, nunca abre el juego. Entonces queda siempre en el mismo lugar. Claudia quiere hacer política y no había dónde”, explicó a Letra P una legisladora que aún tiene contactos con la exfuncionaria del Senado.
Otras fuentes de la Cámara alta que frecuentaron a Rucci aseguran que nunca propició la ruptura de Villarruel con Milei, pero sí le recomendaba a la vice tener un destino claro. "La convencieron de que alcanza con medir bien. También tienen buena imagen (Lionel) Scaloni o (Franco) Colapinto. Pero sin volumen político no pueden ser candidatos", se la escuchó decir.
En el Senado cuentan además que hubo cruces entre Rucci y la secretaria administrativa del Senado, María Laura Izzo, quien presentó su renuncia en octubre, molesta por los despidos que Villarreal dispuso sin consultarla.
En la sesión preparatoria de la última semana de febrero Izzo no sería elegida nuevamente en el cargo, que la vicepresidenta intentará ocupar sin intervención de la Casa Rosada. La titular del Senado buscará continuar el secretario legislativo, Agustín Giustinian.
Rucci tampoco tenía una relación amena con el resto de la tropa de Villarruel, liderada por la directora de Asuntos Jurídicos, Grisela García Ortiz; y el de Recursos Humanos, Gonzalo Diego Izurieta.
Además de los referentes de la juventud, liderada por Juan Martín Donato, la otra figura fuerte en la cámara alta es Iris Speroni, directora de auditoría y control de gestión del Senado y candidata a reemplazar a Izzo, si hay respaldo del resto de los bloques. Rucci no quiere participar de esas negociaciones, según dicen quienes la frecuentan, porque entiende que Villarruel está sola, no define un rumbo y será cada vez más difícil resolver esas situaciones.
El fallido de Isabelita
Rucci tuvo sus cinco minutos de fama el 17 de octubre, cuando junto a Villarruel inauguraron en el Salón de la Provincias el busto de María Estala Martínez de Perón, conocida como Isabelita, a quien la vicepresidenta había visitado en su residencia de Madrid.
La exdirectora de Derechos Humanos del Senado fue una de las promotoras de ese encuentro, del que Milei se enteró cuando descubrieron el busto y no tardó en diferenciarse. El Presidente recordó que durante aquel gobierno se produjo uno de los descalabros inflacionarios más grandes de la historia.
El homenaje a Isabelita tampoco cayó bien en círculos castrenses que consideran a Villarruel como a alguien cercano. La última esposa de Juan Domingo Perón es reivindicada por un sector del peronismo -como Rucci- pero no representa a los sectores que piden un revisionismo de la dictadura. Aún así, la vicepresidenta quiso conocer a la viuda del exjefe de Estado. Alguna versiones aseguran que Rucci fue la última en enterarse y como la repercusión no fue buena intentan culparla.
“El acto salió mal, porque nadie ganó con el busto de Isabelita. Villarruel no inició un nueva etapa y quienes la acompañaron no lograron diferenciarse de Milei y correr por derecha a Unión por la Patria. Nadie ganó”, es la explicación recurrente en el Senado.
Desde ese día la exdiputada empezó a planificar su renuncia y cuando volvió del Senado no quiso esperar más.