La vicepresidenta se notificó de la salida del cordobés Viramonte Olmos y ejercerá ella misma la ejecución de gastos. El funcionario le reprochó falta de poder.
Emilio Viramonte Olmos, secretario administrativo del Senado.
Después de dos semanas de tironeos, Victoria Villarruelse dio por notificada este viernes de la renuncia del secretario administrativo del Senado Emilio Viramonte Olmos, quien fue nombrado el 7 de mayo con el respaldo de todas las bancadas. Su salida debe ser tratada en el pleno y, mientras tanto, ejercerá esa función la propia vicepresidenta.
“Ella tiene las atribuciones y puede manejar la administración”, explicaron a Letra P voceros de la titular de la cámara alta, quien por ahora no tiene definido un aspirante para suceder al cordobés.
Viramonte Olmos, quien llegó al cargo propuesto por Villarruel, confirmó a Letra P su decisión de renunciar hace 15 días, pero recién este viernes la vice recibió formalmente su dimisión. “No cuento con las facultades necesarias para el ejercicio del cargo que me fuera conferido. Razones de decoro y de ética republicana me impiden permanecer”, señaló en el texto de su salida, que deberá ser considerado en la próxima sesión.
En la oposición no salen del asombro, porque fue Villarruel quien pidió por Viramonte Olmos desde octubre, cuando su antecesora, María Laura Izzo, presentó la renuncia y esperó hasta marzo para que sea tratada. El 24 de febrero, el cordobés no pudo reemplazarla porque la sesión preparatoria no tuvo cuórum.
El cambio en la secretaría administrativa recién pudo llevarse a cabo el 7 de mayo, cuando UP aceptó votar a Viramonte Olmos a cambio de conseguir más lugares en comisiones. Lo extraño es que la vicepresidenta cumplió con el peronismo, pero no pudo contener a quien supuestamente era su mano derecha.
Como explicó Letra P, las facultades necesarias a las que hace alusión el secretario administrativo -tendrá funciones hasta que no sea desplazado- son ni más ni menos que las que le permitirían tomar decisiones sin pedir permiso a Villarruel. Era el acuerdo que tenía con ella para tomar el cargo, pero la vice no lo cumplió.
En este mes, Villarruel ejerció la administración del Senado sin pasar por Viramonte Olmos. Firmó cada resolución, con la ayuda de Francisco Funes, director general de Administración, un cargo que es definido por la titular del Senado. El funcionario es hermano de Saturnino Funes. Ambos estarían en la mira del principal escudo de la vice: el exmilitar Claudio Gallardo.
Sin pasar por la secretaría administrativa, Villarruel removió el Senado este mes y escondió la motosierra: dispuso 250 recategorizaciones y el nombramiento de personal pedido por todos los bloques. Además de repartir cupos en comisiones que pedía UP.
La vicepresidenta también tomó las riendas de la paritaria de personal legislativo, que se cerró esta semana con un aumento de 3,9%, que se refleja en las dietas de los senadores.
Fuentes legislativas aseguran que Villarruel fue la más generosa en la negociación y hasta se mostró dispuesta a suscribir un aumento cuando Martín Menem se endurecía y recibía fuertes protestas gremiales. Fue necesario sumar al aumento un bono de 100 mil pesos para cerrar la paritaria. Viramonte Olmos no tuvo necesidad de firmar nada.
Viramonte Olmos conoció a Villarruel hace casi dos décadas, cuando la recibió en Córdoba y la alojó en su casa de Villa Allende, para acompañarla a la presentación de sus libros sobre el revisionismo setentista. Uno de los nexos habría sido Agustín Laje. De esos encuentros forjaron una amistad que se rompió recién el último mes.
De hecho, antes de ser propuesto como secretario administrativo, el abogado controlaba los asesores del Senado. La influencia de Gallardo lo fue relegando, aun con un cargo votado en el recinto. El nuevo jefe de asesores es Mario Russo, la otra figura en ascenso del círculo de la vicepresidenta.
Viramonte Olmos es hijo del reconocido abogado de Córdoba Gustavo Viramonte, de tradición católica. Tiene uno de los estudios de abogados más grandes de la provincia y también es reconocido por su actividad académica, que le permitió ser cónsul honorario de Dinamarca y Suecia.
Su futuro es incierto, porque la oposición no tiene decidido aceptar su renuncia y, mientras tanto, Villarruel debería liquidar el sueldo hasta que el recinto trate su salida, lo que difícilmente ocurrirá mientras la vicepresidenta no elija un sucesor y negocie con la oposición. No está en sus planes hacerlo pronto.