Mariano Campero se cansó de las dilaciones en la interna de la UCR tucumana y anunció un quiebre que Osvaldo Jaldo empieza a seguir con atención. La salida del diputado del partido centenario generará un cisma dentro del radicalismo que ya prevé rupturas legislativas, pero también libera a un dirigente tan dispuesto a acercarse a Javier Milei como el propio gobernador.
Si bien las diferencias del exintendente de Yerba Buena con la conducción provincial de la UCR vienen desde hace tiempo, Campero decidió pegar el portazo cuando la Convención provincial resolvió postergar la renovación de autoridades partidarias hasta abril de 2025.
El hecho desató la furia del diputado que venía trabajando para la interna que estaba convocada para septiembre junto a un amplio abanico de figuras que incluye a intendentes, concejales y representantes territoriales en todo el distrito.
Cambia Tucumán es el nombre del nuevo espacio con el que Campero romperá el bloque en la Legislatura y abrirá un escenario en el que la dirigencia se empezará a pensar desde un esquema “afuera del radicalismo”.
En el horizonte, buscará dejar atrás el apego partidario y ampliar las bases para una nueva construcción en la que empezarán a jugar otros factores como, por ejemplo, su relación con el Presidente.
Quién es Mariano Campero
Mariano Campero llegó a la Cámara de Diputados en 2023, luego de dos mandatos al frente de la municipalidad de Yerba Buena, la ciudad más rica de Tucumán. Desde chico, mamó la discusión política en la familia: su tío abuelo Miguel Mario Campero fue dos veces gobernador (1924-1928 y 1935-1939) y su tío Rodolfo Martín Campero, con gran trayectoria en el radicalismo, llegó a ser diputado durante la última parte del gobierno menemista y director ejecutivo de la ANSES durante el gobierno de Fernando de la Rúa.
Campero siempre fue de los referentes radicales que buscaron ampliar el espacio para pelearle al peronismo, sin los límites ideológicos que la mayoría de sus (ex)correligionarios planteaban a la hora de pensar esas proyecciones. El caso más claro es el de Ricardo Bussi, con quien se animó a pensar una alianza en tiempos del Frente de Todos. En 2023 lo enfrentó en las generales de octubre: el líder de Fuerza Repúblicana se ubicó en segundo lugar subido a la ola mileísta y Campero llegó tercero, 12 puntos más atrás.
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Buscando un armado opositor en Tucumán: Mariano Campero y Ricardo Bussi en 2021.
Esa distancia con la conducción provincial y nacional del radicalismo quedó expuesta desde el momento en que llegó al Congreso, cuando Campero entendió que podía jugar con mayor libertad. Así, empezó a mostrae abiertamente su afinidad con algunas políticas de Milei y se recostó en el ala más dialoguista del bloque que conduce Rodrigo de Loredo, que ya anticipó que no abandonará.
Un desafío para Osvaldo Jaldo
Campero insiste con su idea de construir “una alternativa” al peronismo que se sostiene en el poder provincial desde 1999 y entiende que esa discusión debe darse ahora, cuando haya que sentar las bases para comenzar a discutir la nueva Constitución que prometió el gobernador y que, se estima, empezará a debatirse en profundidad el año que viene.
En el 25, la provincia pondrá en juego cuatro bancas en la Cámara de Diputados. Entre ellas hay dos de las tres que responden a Jaldo y que resultan claves para sostener la sociedad de socorros mutuos que inauguraron el Presidente y el gobernador durante el debate por la ley ómnibus.
Campero puede interceder en esa relación que hasta el momento parecía ideal. Entiende que, si no se habilita la posibilidad de una reelección, Jaldo no será candidato en 2027 y tanto el peronismo como el radicalismo llegarán desgastados. Aunque no se sabe ni con qué sistema se votará entonces, también considera casi seguro que Bussi no será candidato a gobernador, por lo que el diputado ve un camino abierto.
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Esa construcción, con una pata en la oposición provincial y otra en la dirigencia amiga de la gestión nacional, representa el principal desafío para Jaldo, a quien le conviene la fuerza adversaria debilitada por la ruptura, pero no tanto un “aliado alternativo” para el Presidente que encima tiene un despacho asegurado en el Congreso hasta 2027.
El radicalismo en Tucumán
Las internas de la UCR en Tucumán se postergaron porque el partido no logra superar la crisis en la que lo sumió la contundente victoria del gobernador en las elecciones de 2023, cuando en medio de un escándalo judicial que terminó postergando la contienda por obra y gracia del peronismo, Jaldo terminó ganando por 20 puntos.
El titular del partido es Roberto Sánchez, el candidato que perdió con Jaldo, cuyo mandato en la Cámara de Diputados vence el año próximo. Quienes lo critican con más fuerza advierten que sus deseos de quedarse al mando del partido es para garantizarse un lugar en las listas que le permitan estirar su estadía en la cámara baja. Sin embargo, como quedó demostrado en sucesivas oportunidades, no hay un acuerdo interno para que eso suceda.
Hasta no hace mucho tiempo Campero y Sánchez tuvieron una buena relación. Personal y política. De hecho, fue Campero uno de los principales impulsores de la candidatura de Sánchez, pero eso cambió cuando la proyección se puso en 2027, con la escala necesaria en el año próximo.
Marcando sus distancias con la conducción radical, Campero fue precandidato por la lista de Patricia Bullrich y Luis Petri y luego trabajó abiertamente por el apoyo a La Libertad Avanza para el ballotage de noviembre. Desde ahí construyó la relación lógica que la dirigencia de las provincias cultiva para crecer en su capacidad de negociación con el oficialismo: Guillermo Francos por un lado, Martín Menem por el otro.