LA CARTA MAGNA

Santa Fe: quién es Felipe Michlig, el padrino radical de Pullaro que manejará los hilos de la Convención

El titular de la UCR provincial presidirá la asamblea. De un pueblo de mil habitantes a reformar la Constitución. El vínculo con el gobernador.

“Es mi padre político”, se le ha escuchado decir a Maximiliano Pullaro. Por eso, por su trayectoria y por ser el referente del bloque mayoritario, su nombramiento no tuvo que atravesar obstáculos. Así, cuando juró al frente de la Convención reformadora de Santa Fe, Felipe Michlig logró el corolario para una carrera dedicada a la política.

Michlig no fue votado por la totalidad de los convencionales. Soportó, antes, una serie de reproches de Amalia Granata, en modo opositora total, que sacó a relucir viejas causas de su pasado como presidente comunal. Él, impávido, la escuchó mientras miraba su celular. No fue una sorpresa: salió a defenderlo la secretaria de Asuntos Penales y también convencional, Lucía Masneri, que se había preparado el fallo de la Cámara de Apelaciones que desligaba a Michlig de esas causas. La funcionaria lo leyó y cerró su intervención con un aplauso de todo el bloque de Unidos.

Le tomó la jura un viejo conocido suyo del Senado: Osvaldo Sosa, el peronista que representa a Vera en la cámara alta, en virtud de su condición de convencional más longevo. "Que no sea una reforma para la política", dijo Michlig en su escueto discurso. Detrás suyo, juraron los vicepresidentes Diego Giuliano -peronismo-, Marcos Peyrano -La Libertad Avanza- y Daiana Gallo Ambrosis -socialismo-. Allí también hubo momento para el modo oposición total del sector de Granata: su ladero, Emiliano Peralta, tomó la palabra para quejarse porque la tercera vicepresidencia fue para Unidos y no para su espacio, Somos Vida y Libertad.

Los orígenes de Felipe Michlig

Oriundo del siempre relegado norte santafesino y fanático de River Plate, Michlig comenzó su carrera política de muy joven: asumió como presidente comunal de Ambrosetti, el pequeño pueblo de algo más de mil habitantes donde nació, en 1985, con tan solo 22 años. Esa comuna, hoy, es gobernada por su hija Diane Michlig. Siempre radical, siempre cumpliendo paralelamente cargos en la estructura partidaria, este técnico en administración de empresas construyó un nombre en el ecosistema boina blanca santafesino a puro talento, desde su cargo de escasa relevancia, en una época en la que el partido centenario era oposición en la Bota.

Esa reputación le valió el honor de ser elegido como el candidato radical para ser senador de su departamento, San Cristóbal, en 1999. Fue un camino de ida: compitió, ganó y se le abrieron las puertas de la cámara alta, que con algo de tiempo se transformó en su lugar en el mundo. Michlig construyó, desde allí, un liderazgo formal -apuntalado por sus seis reelecciones- como uno de los legisladores más experimentados, pero también un mapa informal de vínculos, transversal a los partidos y a los poderes del Estado. Felipe, como se refiere a él toda la política, habla con todos.

ConvencionMichlig.jpg
Felipe Michlig, ya al frente de la Convención Reformadora.

Felipe Michlig, ya al frente de la Convención Reformadora.

El armador de Unidos para Cambiar Santa Fe

Formal, respetuoso por demás de la institucionalidad pero de estilo campechano, Michlig se convirtió en uno de los hombres fuertes del radicalismo santafesino. Estuvo entre las figuras fuertes que se aliaron con el socialismo en el Frente Progresista y acompañó todo el proceso como socio minoritario de los gobiernos socialistas. Sin embargo, cuando la UCR aceptó unirse a Cambiemos, se lanzó ferviente a la aventura aunque tuvo sus momentos de bronca contra Mauricio Macri. De hecho, se viralizó un video en el que chicaneaba por fútbol al expresidente en su última visita a Santa Fe.

Desde la cámara alta, fue parte de los últimos mohicanos de NEO, el último sector radical en irse del Frente Progresista, del que también formaba parte en ese entonces el diputado Pullaro. Intentó hasta el final, pero el triunfo de Omar Perotti de la mano de los tercios lo convenció de que había que zurcir un frente de frentes que agrupe a todo lo que no sea peronismo. A esa tarea, ingrata por momentos, se lanzó. Convencido de que tenía que ser una alianza conducida por la UCR, se dedicó a acercar a macristas y socialistas.

Unidos para Cambiar Santa Fe es el juguete más querido por Michlig. El día que se presentó, en Cayastá, estaba exultante, tanto que parecía su fiesta de cumpleaños. Condujo el acto en su rol de presidente de la Unión Cívica Radical. Desde temprano, además, había fichado por Pullaro como precandidato a gobernador. Obtuvo un rol importante en su campaña, no solo por su despliegue territorial en el norte sino también como uno de los negociadores del hughense.

Se comportó, en ese entonces, como un padre que trabaja denodadamente para el sueño del hijo. De hecho, fue uno de los que más defendió a Pullaro frente a los embates en campaña de Carolina Losada, más motivado en la bronca que le generaban las acusaciones -no solo porque las consideraba falsas sino también porque dañaba a Unidos, su tesoro más preciado- que por un pedido del propio candidato. Sus reacciones son conocidas, se notan porque levanta la voz, endurece el discurso y su tez blanca muta a colorada.

Maximiliano Pullaro, su hijo político

Cuando Pullaro ganó la gobernación, Michlig saltaba de la alegría en el búnker rosarino. Era el triunfo de su protegido, sí, pero también de la alianza que había trabajado tanto por construir. Recordaba -y lo hacía saber- todas y cada una de las notas y declaraciones que había sentido negativas con el proceso de construcción de Unidos. Tan importante había sido su rol que, a pesar de haber sido reelecto como senador, todo indicaba que no asumiría el cargo ya que lo esperaba algo más importante: ser el ministro de Gobierno, el cargo que le había ofrecido su protegido.

La novela de ese ofrecimiento marcó el primer ruido en su vínculo con el gobernador. Nunca terminó de aceptar, pero comenzó a moverse como tal. Asistió a reuniones y pidió dependencias para su ministerio, como la secretaría de Deportes o el plan ABRE. Se imaginaba recorriendo pueblos y ciudades, repartiendo pelotas y obras para los barrios. En una provincia sin reelección, se parecía mucho a una campaña para ser gobernador. Pullaro, por su parte, le dijo que sí a todo.

PullaroBastiaMichligBlanco.jpg
Maximiliano Pullaro junto a Felipe Michlig y Fabián Bastia, el presidente de la Convención y el jefe del bloque de Unidos.

Maximiliano Pullaro junto a Felipe Michlig y Fabián Bastia, el presidente de la Convención y el jefe del bloque de Unidos.

Por eso, nunca quedó claro por qué Michlig se bajó del ministerio una noche de fin de semana, a tres días de presentar el gabinete. Algunos sostuvieron que pidió demasiadas funciones hasta que chocó con una negativa. Otros, que vio venir las reformas que encararía Pullaro -como limitar la reelección de los legisladores o promover el recambio en la Corte Suprema- y sintió que eran un saco cuya sisa no le quedaba bien. Al fin y al cabo, significaba tocar los vínculos que había construido con esmero durante tantos años. La negativa, sin embargo, no le significó una lejanía con el gobernador, que rápidamente -como si se lo hubiese esperado- designó a Fabián Bastia como reemplazante.

Pullaro y su equipo lo escuchan y lo miman. El gobernador lo pondera una y otra vez como su jefe político, lo sienta a su lado en eventos importantes y hasta una foto juntos es la única que tiene en su despacho. Todo a pesar de su rebeldía, que a veces lo hace jugar más por lo que siente que por la estrategia, como cuando entró en las provocaciones de Amalia Granata o cuando lanzó a Pullaro a la presidencia. Serán cualidades que deberá controlar durante dos meses, cuando ejerza el cargo más importante de su carrera y conduzca la confección de la nueva Constitución de Santa Fe.

Felipe Michlig, senador y presidente de la UCR de Santa Fe.
El gremio FESTRAM, en la puerta de la Legislatura de Santa Fe, cuando se sancionó la reforma previsional.

También te puede interesar