Cuando Néstor Kirchner proclamó "que florezcan mil flores" ni él ni nadie podría haber imaginado que en 2023 un economista libertario sería recibido con pétalos de rosas cuando llegara a una escuela a emitir su voto. Como un rockstar, entre una marea de personas que se acercó a la camioneta negra que lo trasladaba para acompañarlo, Javier Milei dejó una postal de domingo electoral que opacó al resto de sus competidores.
Gracias a la multitud que lo acompaño a la sede Medrano de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), el candidato de La Libertad Avanza fue por lejos la figura política de mayor convocatoria a la hora de emitir el sufragio, incluyendo al aspirante de Unión por la Patria (UP), Sergio Massa, a la postulante de Juntos por el Cambio (JxC), Patricia Bullrich; pero también el actual jefe de Estado, Alberto Fernández, y a su antecesor Mauricio Macri. Cada uno de ellos tuvo una cantidad diferente de fans, pero mucho más austera que la del economista.
Fanático de la escuela de fútbol de Carlos Salvador Bilardo, Mieli tenía previsto votar a las 12, pero recién lo hizo 40 minutos más tarde porque, según pudo saber Letra P, aguardaba que Massa terminara de emitir su sufragio para así acaparar toda la atención mediática. Ni en el auspicioso de sus pronósticos, el diputado -el más votado en las PASO- habrá pronosticado que lo esperarían más de 60 medios de otros países y la misma cantidad de periodistas argentinos.
Con el correr de los minutos, entre la prensa empezaron a aparecer más y más fanáticos libertarios que querían verlo votar, pero además cantarle el "feliz cumpleaños". Sí, este domingo 22 de octubre, clave para Milei, es también el día en el que nació hace 53 años.
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La tensa calma que se palpitaba en la UTN se rompió por primera vez cuando se pensó que el liberal había llegado en una camioneta y comenzaron unas corridas que recién se interrumpieron al ver que del rodado no bajaba Milei sino el candidato a jefe de Gobierno, Ramiro Marra, junto al aspirante a senador por la provincia de Buenos Aires, Juan Napoli.
Recién media hora después llegó Milei y se desató el verdadero caos. La militancia libertaria le arrojó pétalos de rosa a la camioneta negra en la que viajaba junto a su hermana, Karina Milei. Los apenas 50 metros que tuvo que recorrer el vehículo del candidato presidencial se hicieron eternos, y cuando se el economista se bajó tuvo problemas para subir las escalinatas de la sede de la UTN. Entre el público, cada tanto, resonaba el grito de algún simpatizante de otra fuerza política que le reprochaba al economista su negacionismo de la última dictadura militar.
Entre la marea de gente que fue a recibir a Milei había de todo: jóvenes que votaron en otras localidades y respondieron a la convocatoria de los militantes de LLA; curiosos del barrio que no podían terminar de entender cómo hace el liberal para atraer a tamaña multitud y hasta un grupo de uruguayos que vinieron de visita al país sólo para ver con sus propio ojos el fenómeno social que genera el candidato.
Cerca de casa
Bullrich también cosechó algo de amor de sus seguidores. Ayudada por tener domicilio en el corazón del núcleo duro de votantes del PRO, el barrio de Palermo, la candidata de JxC tardó más de la cuenta para emitir su voto en el predio de la Sociedad Rural. Con cada paso que daba se encontraba con un nuevo pedido de foto y algún un grito de apoyo. El cariño que recibió lejos estuvo de ser equiparable a la postal que dejó Milei.
Sin los problemas para votar que tuvo en las PASO con la Boleta Única Electrónica (BUE), y que derivaron en un nuevo round de los que supo mantener con el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, antes de ofrecerle ser su jefe de Gabinete si llega a la presidencia, Bullrich se tomó su tiempo para arengar a los y las votantes de la coalición opositora y para eso le resultó cómoda la organización que había en el predio.
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Massa también tuvo su momento de cariño cuando votó en la escuela 34 de Tigre. El ministro de Economía y candidato de UP Se sacó cuanta foto pudo y demoró todo lo posible emitir su sufragio. Es que el tigrense conoce como pocos el manejo de los medios y buscó quedarse con la mayor atención posible en las pantallas de TV.
Las medialunas de Macri y el enojo de Fernández
El expresidente Macri también gozó de saludos y señales de afecto. Sin embargo, su votación quedó marcada por dos hechos. El primero fue la polémica que se desató cuando se llevó uno de los dos paquetes de facturas, el clásico agasajo a las autoridades de mesa, con los que arribó a la escuela número 8 de Palermo. En las imágenes de TV parecía que el exmandatario había tomado de nuevo la bolsa, pero desde su entorno explicaron que esa docena era para los periodistas que estaban de guardia desde temprano.
El segundo fue que después de votar, mientras salía de la escuela, Macri presenció la grieta en vivo y en directo, con una pelea verbal de bandas entre quienes lo apoyaban al grito de "Sí, se puede" y quienes lo criticaban por la decisión de recurrir al FMI durante su mandato. Los primeros se impusieron ampliamente por sobre los segundos, posiblemente por estar en un barrio como Palermo, territorio fértil para el electorado del PRO.
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De todas las figuras de la jornada electoral, la que que menos convocatoria cosechó fue el presidente Fernández. Al inicio de una mañana lluviosa, el mandatario llegó a las 9.30 a la Universidad Católica Argentina (UCA) de Puerto Madero, visiblemente enojado por las preguntas que recibió después de votar. Escudado en la veda, evitó responder varias de ellas."El lunes te respondo lo que quieras", prometió.
A pesar de que había sido anunciada su presencia en la comunicación oficial, no estuvo la primera dama, Fabiola Yáñez. A diferencia de otras elecciones, desde la Casa Rosada también se demoró informar el horario de votación del Presidente, algo que recién ocurrió el sábado bien entrada la tarde.
Pero no todas fueron pálidas para Fernández. Detrás del vallado principal, instalado para resguardar la seguridad del mandatario, había un grupo de vecinos de Puerto Madero que se había autoconvocado para que el jefe de Estado tuviera algún apoyo en un barrio donde el PRO suele ganar por mucha diferencia.