El gobernador de Córdoba, Martín Llaryora, no agitará la interna palaciega del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de la provincia, por ahora. Tiempista por naturaleza, entiende que la renuncia de la vocal Mercedes Blanc de Arabel no lo obliga a mover rápido para proponer a su reemplazante. Antes, debe atender asuntos propios de la política, empezando por la Legislatura que discutirá el nombre que llenará la silla vacante en el cuerpo presidido por Luis Angulo.
En la mesa chica de Llaryora transparentan las prioridades. Integran la lista de asuntos ineludibles las urgencias diarias de la gestión, ocupar los renglones vacíos de la estructura de gobierno que todavía no tienen personal político asignado, la pauta salarial con el sector estatal en plena discusión y los cálculos de caja en tiempos de ajuste.
“El TSJ es un mini parlamento, puede funcionar perfectamente bien con una vocalía menos”, remarcan en el Panal. Recuerdan que la fiscalía general de la provincia funcionó durante dos años con dos adjuntos entre la salida de Alejandro Moyano, el 14 de marzo de 2019, y la designación de Juan Manuel Delgado el 31 de marzo de 2021. “Y es un órgano ejecutivo”, remarcan el contraste.
Pese a los desafíos permanentes de cualquier administración, la decisión de aplazar la búsqueda responde a la necesidad de construir acuerdos amplios con la oposición en la Unicameral cordobesa. Como se sabe, la elección provincial la dejó en empate -33 escaños para el oficialismo y 33 para Juntos por el Cambio- que Llaryora torció con acuerdos políticos al sumar a la amarilla Karina Bruno a la tropa del Partido Cordobés.
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Llaryora no quiere que le imputen falta de sensibilidad política en el marco de la compleja coyuntura económica y social, pero espera que la vocalía vacante del TSJ se ocupe con un nombre que tenga legitimidad general. “En este frente no cuenta la prepotencia, a pesar de que con mayoría simple el pliego puede aprobarse”, refuerzan fuentes políticas a Letra P.
No tropezar con la misma piedra
Con la oposición altamente sensibilizada por la voracidad del Partido Cordobés, el mandatario provincial quiere evitar el desgaste que sufrió Juan Schiaretti en 2019, cuando designó a Luis Angulo como nuevo vocal, tras la muerte de Carlos García Alloco. En ese momento, la oposición denunció connivencia entre el poder político y judicial. Es que Angulo fue dos veces ministro de Justicia y Derechos Humanos de las gestiones cordobesistas.
Ese mismo cuestionamiento aplicó, por citar otro ejemplo, a otro vocal, Sebastián López Peña, cuando asumió en 2021 la presidencial del TSJ. Lo cierto es que sólo Blanc de Arabel pudo exhibir una desvinculación completa con el Poder Ejecutivo porque seis de sus siete integrantes, incluso Sesín, fueron parte de los gobiernos provinciales, tanto radicales como peronistas, ya sea como parte de la orgánica ministerial o como cuadros técnicos.
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Domingo Sesín, presidió el TSJ de Córdoba durante el último año de gobierno de Juan Schiaretti.
En este sentido, adláteres de Llaryora no descartan que el nombre propuesto sea de un hombre o mujer “de carrera” dentro del Poder Judicial. La jugada evitaría fuegos de artificio de la oposición atenta a vincular al gobernador con cualquier indicio de atropello institucional; pero también llevaría tranquilidad al propio TSJ.
En la mesa chica del gobernador la posibilidad de proponer a alguien “de adentro” se piensa como el gesto de un mandatario que conoce los pasillos de la justicia por su formación como abogado; porque su esposa, Marcela Beccaría, es asesora letrada de Segundo Turno de la Quinta Circunscripción Judicial, con asiento en San Francisco; y también “por convicción”.
Llaryora cree que la Justicia debe ser independiente, que sus integrantes “tienen que estar y cobrar bien”. Su entorno resalta la preocupación que le genera a Llaryora la vecina Santa Fe, donde supuestamente estarían permeadas todas las instituciones políticas, judiciales y policiales.
“Hay ejemplos que no quiere seguir”, dejan blancos por llenar con respecto a la provincia que ahora gobierna el radical Maximiliano Pullaro.
Pasilleo judicial
En el TSJ manejan información acotada, pero miran con buenos ojos que el reemplazo de Blanc de Arabel sea alguien que conozca los laberintos del poder judicial. Al igual que las fuentes políticas, aseguran que no trascendió ninguna candidatura de preferencia. Tampoco descartan que Llaryora elija según afinidades políticas. Esa carta también la dejan guardada las mismas fuentes del llaryorismo.
Sin embargo, en los pasillos del palacio judicial circula la sospecha de que Llaryora podría atender a varios criterios para evaluar el perfil del nuevo o la nueva vocal. Empezando por el de género, afirman que podría ser una mujer para sostener la paridad. Con la salida de Blanc de Arabel quedan en las vocalías dos mujeres y tres hombres, con un cuarto varón en la presidencia.
Sin información concreta, no descartan tampoco que la vocalía vacante se ocupe con un perfil del interior. En su primer mes de gobierno, el gobernador demostró que esta variable es importante desde el minuto cero cuando organizó su asunción en San Francisco o tomó juramento a su plana ministerial en Río Cuarto.
Por último, se permiten una recomendación: “nos hace falta alguien con formación civil para atender a la diversificación dentro del cuerpo”. En el TSJ cordobés hay fuerte predominio de laboralistas y penalistas.
Sobre la relación futura entre ambos poderes, nadie opina, aunque creen que Llaryora, al ser abogado, entenderá mejor que Schiaretti la lógica de la justicia.