Con la pelea entre Javier Milei y los gobernadores en su punto más álgido, Martín Llaryora busca la forma en que el hachazo sobre los recursos que aplica la gestión nacional no desborde la vida cotidiana en los municipios de Córdoba, que empiezan a sentir el impacto de la crisis.
En ese desafío, el gobernador también ve la oportunidad de abrirse camino en uno de los objetivos que se trazó luego de imponerse en las elecciones del 2023: fortalecer políticamente a su Partido Cordobés a través de la unificación de criterios con los sectores opositores para afianzar la gobernabilidad. La meta paralela es moldear un estilo de gestión que permita mostrar a la provincia como un emblema en materia de federalismo y trabajo mancomunado.
Para darle forma definitiva al modelo que Juan Schiaretti intentó venderle al país en las últimas elecciones presidenciales, el sanfrancisqueño debe sortear un primer gran escollo que ya preocupa a todos los sectores dirigenciales del país: intentar que la crisis profundizada por las políticas nacionales se sienta lo menos posible en el territorio.
Socorros mutuos contra la motosierra de Javier Milei
Apoyado en la postura que empuja sus posicionamientos desde el comienzo de la gestión libertaria, Llaryora se encolumnó el viernes con los gobernadores que salieron a apoyar a Nacho Torres en su cruzada contra la retención de los fondos coparticipables con la que la Nación parece querer disciplinar a los mandatarios provinciales que Milei define como “traidores”.
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Esa política de socorros mutuos que se expresa transversalmente a nivel nacional, es la que el gobierno cordobés busca impulsar a nivel provincial, con resultados y miradas disímiles entre el intendentismo que se mantiene alerta ante una situación que los más críticos, a ambas gestiones, ya consideran “extrema”.
Como ya contó Letra P, un jugador clave en esa tarea es el ministro de Gobierno, Manuel Calvo. Mantiene periódicas reuniones con los jefes locales para trazar un diagnóstico conjunto y avanzar hacia una primera reunión de la Mesa Provincia-Municipios, que todavía no se constituyó para este nuevo período.
Las alertas en el interior de Córdoba
Esa “política de cercanía” que el llaryorismo busca aplicar desde la gestión es reconocida por el grueso de los intendentes, que observan el horizonte desde perspectivas diversas. Sucede que en entre los 427 municipios y comunas de la provincia, las realidades son diferentes, como también lo es la espalda con la que cada uno de esos territorios cuenta a la hora de poder hacer frente a la situación.
De la mano del aumento desmedido de los precios y la caída de la recaudación que se experimenta cada vez que “la gente se queda sin plata”, los intendentes consultados por Letra P coinciden que el principal problema es el aumento de la demanda de la asistencia social, que excede al pedido de alimentos e insumos básicos que marca el pulso de la crisis en el conurbano bonaerense y se expresa en necesidades más cotidianas.
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Martín Llaryora afianza su presencia en el territorio recorriendo el interior provincial. En la foto, durante un acto de Gobierno en Alta Gracia.
“Estamos sintiendo un impacto muy fuerte en la salud, principalmente porque la gente no puede pagar las prepagas y se queda sin cobertura exigiendo la tarea de los hospitales públicos”, señala un intendente radical que destaca que, por el momento, las pequeñas poblaciones no experimentan los dramas que se sienten en las ciudades más populosas.
Una oportunidad para Martín Llaryora
"La campaña terminó, ahora estamos abocados a la gobernabilidad", dicen desde los tinglados opositores que destacan la necesidad de afianzar el diálogo que Llaryora pregona. Para eso, hay un teléfono abierto con los ministros, e incluso un gobernador que recorre la provincia, afianzando su presencia en el territorio y convidando los proyectos que buscan descentralizar la gestión para darle un mayor protagonismo a los intendentes.
"En este contexto es muy complicado pensar en eso, porque no hay un peso", señala uno de los que marca distancias con el oficialismo. Aunque reconoce el diálogo y lo valora positivamente lanza una advertencia: "sin plata es como lo que hace Milei, achica y traslada responsabilidades".
Por ahora, los intendentes no piensan pedir que la Provincia se haga cargo de las responsabilidades de la Nación. Las fuentes que coinciden en la necesidad del achique, auguran que la segunda fase del plan libertario vendrá acompañada de una reactivación y acuerdan con las voces más críticas en la necesidad de reclamar por los fondos que retiene la Nación.
Allí hay una primera victoria de Llaryora, que logra que más allá de las distancias ideológicas, los jefes comunales se encolumnen detrás de sus planteos a la Nación.
Gobernadores unidos, ¿y después?
En el lado B de la discusión con Milei flota la pregunta sobre la capacidad que tiene la Provincia para resistir los embates libertarios. Los intendentes más críticos reconocen en esa situación una debilidad y advierten sobre la necesidad de una conducción política que sirva de antídoto contra algo que preocupa transversalmente: “cuando la crisis se profundice los señalados seremos nosotros, porque nos eligieron para que nos hagamos cargo de la situación”.
Ocupando “el primer mostrador” a la hora de los reclamos, los jefes territoriales avizoran un plazo para que “la luna de miel” general se termine y las exigencias se redoblen en todas las órbitas de la gestión.
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Javier Milei y los gobernadores, en la única reunión que los mandatarios provinciales compartieron con el Presidente.
“Ahí es cuando Llaryora deberá empezar a demostrar de qué está hecho, porque en algún momento los gobernadores se enfocarán cada uno en su provincia y le van a soltar la mano ”, analizan, lanzando una advertencia de la que el mandatario toma nota.
Con la relación con Milei en un punto de difícil retorno, se repliega e intenta muscular hacia adentro para, en modo pulpo, construir la herramienta que le permita concentrarse en la gestión, barajar y dar de nuevo.