Con un rostro serio que no alterarían sus declaraciones, sin amuletos o prendas que funcionen como cábala, Luis Juez llegó a votar con puntualidad a la hora anunciada a la mesa 1727 de la escuela San Luis Gonzaga, en el barrio Alberdi, a unas 20 cuadras del centro exacto de la ciudad de Córdoba.
Su talante, adjudicado a la "mesura necesaria", sólo se alteraría cuando debió alzar del suelo la boleta que cayó de sus manos mientras la mostraba a las cámaras.
Como se podía prever, una muchedumbre de periodistas lo esperaban en el lugar. Canales porteños, diarios de tirada nacional, medios locales y un impreciso número de freelancers formaron un enjambre en derredor del candidato a gobernador de la provincia por Juntos por el Cambio.
Pocos metros detrás atravesó la puerta su socio y candidato a intendente de la ciudad, Rodrigo de Lored o. El anuncio del equipo de prensa juecista impidió la sorpresa. Acaso por eso nadie escapó del efecto centrípeto que genera el senador. Ni siquiera los únicos aplausos escuchados en los pasillos.
El mensaje simbóico, rubricado luego por ambos dirigentes, quedaba claro: juntos iniciaron el camino, juntos esperan llegar a la meta compartida de desalojar al peronismo cordobés del control de la segunda provincia y la segunda ciudad del país.
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Inusualmente apartado de la escena principal, el candidato radical admitiría que su presencia allí incluía porfía a los consejos de algunos consultores. También la usaría como argumento para desestimar rumores de rupturas o escaso compromiso con la campaña de Juez.
"Es mi campaña también. La construimos juntos. Hemos superado 200 intentos de ruptura de parte del peronismo. No saben cómo hacer, pero estamos fuertes y seguimos unidos", dijo el diputado, antes de dirigirse a emitir su voto.
Antes de cambiar el rol a acompañante, sin abrochar aún su campera gris, Juez correspondió esas palabras. "Rodrigo ha sido fundamental para esta alianza, que se mantiene sólida. Ha sido una campaña titánica. Esta noche vamos a festejar y desde mañana vamos a trabajar para que él sea el próximo intendente de la ciudad", vaticinó.
Frío
La cantidad de periodistas contrastaba con la escasa presencia de votantes en el hall central de la escuela. En rigor, las imágenes de colegios sin concurrencia de ciudadanos se repitieron durante toda la mañana del domingo.
Acaso por eso, tanto Juez como De Loredo repitieron mensajes en los que instaban a la ciudadanía a concurrir a votar. El dato de la escasa participación en comicios, ya reflejado por Letra P, preocupa a todo el arco político.
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Inseparables. Tras emitir su voto, Juez también acompañó a De Loredo a sufragar.
En Córdoba, particularmente, los arietes de la oposición están particularmente interesados en aglutinar el voto bronca que vislumbran detrás de "24 años sin alternancia". “La apatía es funcional a la continuidad de los modelos", rubricó el candidato a gobernador.
Sin rodeos, también habló de la necesidad de dar por terminada "una relación tóxica" entre el peronismo local y la ciudadanía cordobesa.
Tras su única humorada en la rueda de prensa ("hace 20 años tenía más pelo"), el exintendente subrayó que en ésta, su tercera postulación para la gobernación, la suerte será otra.
"Una elección me la robaron, otra la perdí y hoy me toca ganar”, aventuró.
Por si acaso, dejó en claro que no tiene una lista de figuras nacionales invitadas para la noche. "Esto no es un cumpleaños", sentenció.