Sergio Massa llegó el año pasado al quinto piso del Palacio de Hacienda con un fragmento de El Nobel que no dejó de soñar en su teléfono, que narra cómo Shimon Peres logró bajar en 1984 la inflación en Israel, que por entonces era una de las más altas del mundo. En el sprint final de la carrera hacia el cierre de listas, el líder del Frente Renovador se refleja en otro documental, también de Netflix: Emmanuel Macron: les coulisses d'une victoire. La película cuenta los seis meses de campaña que pasaron desde que el ex ministro de Economía francés anunció su candidatura hasta que logró el ticket al Palacio del Eliseo.
Otra app mira Eduardo de Pedro para sus aspiraciones presidenciales: Instagram. Desde 2021 inmerso de lleno en la campaña 2.0 con la ayuda de La Remisería, la cuenta no oficial de comunicación del Ministerio de Interior, el camporista apeló al ya clásico latiguillo de su parecido con el actor Esteban Lamothe. El intercambio con su sosías se convirtió en chiste recurrente: el último, la entrevista con personalidades invertidas, llegó en pocos días al millón de reproducciones. Sin embargo, el número que celebró el wadismo fue otro: el 66% de las personas que le dieron play no seguía a @wadodecorrido. Otro pequeño paso en su batalla contra el desconocimiento.
En la recta final para que se devele quién recibirá la bendición de Cristina Fernández de Kirchner, que puede llegar en formato de spot modelo 2019 o como respaldo tácito como en 2015, los equipos de ambos aspirantes se preparan para justificar la elección de la vicepresidenta si les tocara en suerte.
En la vereda de enfrente, un Axel Kicillof que resiste el trampolín de la boleta enumera argumentos para sostener la campaña por su reelección, si bien en la gobernación bonaerense dejan abierta la posibilidad de tener que explicar por qué al final irá a una elección que resistía.
"Hasta el 24 (de junio) todos los escenarios son posibles", se preparan en La Plata. Por ahora, esgrimieron las razones por las que creen que un candidato fuerte en la provincia puede impulsar el tramo presidencial, cuando Máximo Kirchner y los intendentes creen lo contrario.
Presidenciables - Wado de Pedro, la paloma de La Cámpora
Por qué Wado
Los argumentos para explicar la eventual bendición de De Pedro fueron cimentados en las últimas semanas, desde que Cristina Kirchner habló de la generación diezmada que debía tomar la posta. "Si el candidato sale de las encuestas, no es ninguno", repetía entonces un importante consultor que fue abordado por el wadismo para darle competitividad a su aspirante en lo que la Casa Rosada popularizó como "una competencia de enanos".
No hay antecedentes y eso es lo que esgrime el equipo del ministro: a diferencia de 2015 (Daniel Scioli) y 2019 (Alberto Fernández), en 2023 llegó la hora para que el candidato K sea kirchnerista. La razón que enarbolan en el primer piso de la Casa Rosada es que sólo esa opción logrará despertar a un apático núcleo duro, decepcionado con el Frente de Todos, para militar la boleta de Unión por la Patria.
¿No es ese un traje que le sienta mejor a Kicillof? Sí y no, dice el wadismo. Primero aduce que el gobernador capta más electorado K por la variable del conocimiento, ya que ambos cuentan con mismos niveles de kirchnerismo en sangre. Con viajes con contingentes eclécticos de gobernadores y la difusión de fotos con figuras de la oposición, como Facundo Manes, o el Círculo Rojo, que nunca iría al Instituto Patria, De Pedro alimentó esa cualidad. Sin embargo, lo más importante es que justifican que, como embajador camporista, puede trascender la frontera K al estar menos asociado con el cristinismo que Kicillof en sectores moderados y menos politizados. El vaso medio lleno del desconocimiento.
Hay otra explicación, subterránea: Wado quiere eso de lo que Kicillof reniega. El malestar de Máximo Kirchner llegó a los escenarios en marzo. "No hay que bajar al territorio, compañero gobernador, hay que subir a la militancia a los lugares de decisión de una buena vez por todas y ahí vamos a ver cómo se negocia”, le achacó el presidente del PJ bonaerense. El as en la manga de Kicillof es que no siempre CFK siguió las recomendaciones electorales de su hijo. De ser así, Fernández no hubiera llegado a presidente.
Presidenciables - Sergio Massa, el malabarista
Por qué Massa
No hay candidato natural del oficialismo. Si lo hubiere, no estaría todo encaminado a una interna en las PASO. Sin embargo, el massismo cree que el ministro es el está más cerca de serlo y recuerda que fue la síntesis para asumir en Economía en medio de la crisis desatada por el portazo de Martín Guzmán. El plomero del Titanic, como se definió, tuvo unos meses de 2022 en los que creyó inevitable su candidatura, cuando la negó aduciendo una resistencia familiar al postergar sus aspiraciones para 2027.
El mantra era hablar de gestión 24x7, mientras el resto del conjunto societario del Frente de Todos estaba en el barro de los reproches cruzados. Fue el intendente cristinista Jorge Ferraresi quien habló de helicóptero y el Frente Renovador, con un comunicado, sumó lo de la Asamblea Legislativa, para enaltecer el gesto del tigrense, que la vicepresidenta metaforizó con algo menos dramático: dijo que su ex jefe de Gabinete tomó "una papa caliente".
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Por lo bajo, en Hacienda siempre admitieron que era más una estrategia para evitar que los ruidos políticos tuvieran réplicas en la economía, una frase que ya es de cabecera del massismo para culpar a variados ocupantes de la Casa Rosada, como el efímero ex asesor presidencial Antonio Aracre. El pecado del ex-Syngenta fue poner en duda la continuidad de Massa en el cargo, algo que terminó haciendo el propio massismo para advertir sobre el día después de las PASO si hay más de un candidato oficial.
Con el último "empate" en materia de inflación, con el "respiro" que el dio el guarismo de mayo -aunque duplicó el pronóstico de que el IPC empezaría con un 3-, al menos la última suba de precios no terminó por condenar sus aspiraciones. Ya a principios de año Massa recalculó sus expectativas y dejó de augurar una baja de la inflación para pasar a promocionar una relativa estabilidad (alta, pero estabilidad al fin) como estandarte.
Gestión en la turbulencia es el protoeslogan massista. Mientras el caos se apoderaba este martes de Jujuy, con las denuncias cruzadas entre Juntos por el Cambio y el kirchnerismo, el ministro de Economía, que tiene amistades en ambos bandos, celebró con su tropa el llenado del gasoducto Néstor Kirchner. "Dijeron que era una obra de 24 meses y era imposible hacerla en ocho", se jactó Massa mientras llovían las acusaciones.
Antes de la represión en Jujuy y de la nueva ausencia presidencial (la cuarta y última) en el acto oficial de Rosario por el Día de la Bandera, se sabía que el exfrentetodismo no tendría la foto del 20 de junio que alguna vez soñó: el reencuentro de ambos Fernández para cortar la cinta del gasoducto. La fecha, igual, quedó en el imaginario: durante el fin de semana XXL terminó por diluirse lo que parecía una certeza, que CFK recordaría a Manuel Belgrano, su prócer favorito, con un nuevo mensaje que sacudiría el tablero político.
Ni el massismo ni el wadismo, que a priori necesitaría más una bendición explícita, descartan que la entronización sea tácita, con la firma de una candidatura al filo del plazo el mismo sábado por la noche. Esta vez, si fuese así, la sorpresa cristinista sería que no habría sorpresa antes de tiempo.