Luego de años de denostar a la UCR, el presidente Javier Milei sufre las consecuencias: un grupo rebelde se negó a votar el dictamen de la ley ómnibus en la Cámara de Diputados y pone en riesgo su aprobación en el recinto. Su principal exponente es Facundo Manes, mientras que sus referentes externos son el presidente del partido, Martín Lousteau, y su antecesor en el cargo, Gerardo Morales.
Este martes, mientras se negociaba el dictamen de comisión, Manes, que no estaba en el palacio, anunció por Twitter que no la votará. Logró que lo siguieran siete de los 15 radicales que integraron el plenario y La Libertad Avanza tuvo que afinar las cuentas para quedarse con el dictamen de mayoría.
El grupo díscolo lo integraron Pablo Juliano (cercano a Manes), las lousteausistas Carla Carrizo y Mariela Coletta, los jujeños Natalia Sarapura y Jorge Rizzotti (cercanos a Morales), el formoseño Fernando Carbajal y el entrerriano Pedro Galimberti.
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Este grupo tenía la decisión de presentar un dictamen propio, pero finalmente aceptaron no firmar ninguno para no acentuar la crisis interna. Fueron necesarias gestiones del jefe del bloque, Rodrigo De Loredo, y llamados a los gobernadores que no quieren romper relaciones con la Casa Rosada. Hubo rebeldes que aprovecharon el retroceso para negociar algunas reformas en los capítulos de cultura.
Ocho radicales aceptaron firmar el dictamen de LLA con disidencias. Fueron Martín Tetaz, la cordobesa Soledad Carrizo (secretaria del bloque), Karina Banfi (vicepresidenta), el entrerriano Atilio Benedetti; Lisandro Nieri, Pamela Verasay (mendocinos, cercanos al gobernador Alfredo Cornejo), el tucumano Roberto Sánchez y el misionero Mariano Arjol, que reporta al gobernador de Corrientes, Gustavo Valdés.
Para dejar claro que no le darán un cheque en blanco a Milei, a su firma le agregaron una disidencia fundamentada con algunos temas que no dejarán pasar por el recinto, como el aumento de las retenciones a las exportaciones o la privatización de algunas empresas públicas, como el Banco Nación. Este miércoles, prepararon un guion de cómo debería ser la votación para que no se le vaya de las manos.
¿Qué puede pasar en la sesión?
En una de las reuniones que las autoridades de la UCR tuvieron con el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, le advirtieron que si la interna de su bloque se desmadra, el destino de la sesión es incierto. Fue una de las razones que obligaron al riojano a revisar su decisión de sesionar este jueves.
Es que la unidad radical es clave para que la ley ómnibus avance. De los 34 miembros del UCR, hay 14 que no reportan a De Loredo y se mueven por su cuenta. Se juntan de a grupos, fijan posiciones comunes, presentan proyectos y difunden comunicados.
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A los siete que no firmaron el dictamen, se suman entre los díscolos Julio Cobos (Mendoza) y Roxana Reyes (Santa Cruz), la pampeana Marcela Coli, la bonaerense Danya Tavela, la entrerriana Marcela Antola, la santafesina Melina Giorgi y el neuquino Pablo Cervi.
Cobos y Reyes jugaron con Morales en las internas, pero en el bloque creen que pueden alinearse con la conducción de la bancada. A Coli la consideran librepensadora y el resto provienen de Evolución, la línea interna de Lousteau, que tiene como jefe en las sombras a Emiliano Yacobitti, quien por su rol de vicerrector de la UBA tiene diálogo con el secretario de Educación, Carlos Torrendell.
Manes es el más intransigente con el Gobierno y De Loredo no puede controlarlo. Juliano es su mano derecha. Si logra que lo sigan en la sesión, puede arruinar cualquier marco de acuerdo.
Los radicales dialoguistas del bloque se excusan en que su electorado fue al ballotage a votar a Milei y no quiere ninguna victoria kirchnerista, por más simbólica que sea.
Sin la unidad radical, a Milei aprobar la ley ómnibus no será nada fácil. Necesitaría de la ayuda de casi la totalidad de las bancadas Hacemos Coalición Federal e Innovación Federal, que durante el debate en comisiones mostraron sus fisuras. Una moneda en el aire.