Javier Milei se reunirá el 7 de junio en Roma con el papa León XIV, un encuentro que promete cortesías protocolares, pero también posibles tensiones ideológicas. Robert Prevost no sólo adopta el nombre de un pontífice crítico del capitalismo como León XIII, sino que asume su doctrina: justicia social, defensa de los pobres y crítica a estructuras económicas que excluyen.
En su primera homilía como papa, León XIV trazó con claridad los lineamientos y sentido de su programa pastoral, al condenar “un sistema (económico) que margina a los más pobres y destruye la naturaleza” y reivindicar una Iglesia activa frente a los desafíos del mundo moderno.
Lejos de una prédica confinada a la caridad, su enfoque se inscribe en la tradición de la Doctrina Social de la Iglesia, con anclaje en las condiciones materiales de vida, los derechos colectivos y la dignidad del trabajo.
Ese perfil puede incomodar a un mandatario que, como Milei, proclama su adhesión al anarcocapitalismo y construye su proyecto político sobre una crítica feroz al Estado, los impuestos y las políticas redistributivas.
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Javier Milei viaja al Vaticano para encontrarse con León XIV
En la Argentina gobernada por La Libertad Avanza, la justicia social no sólo es desestimada, sino caricaturizada como una forma de “robo legal”.
A este posicionamiento el economista libertario le suma su afán de ir, casi a ciegas, tras los pasos del presidente estadounidense Donald Trump.
De Jorge Bergoglio a León XIV: continuidad y énfasis
El pensamiento de León XIV prolonga y refuerza el camino trazado por su antecesor, el papa Francisco, quien dejó huella en el Vaticano con su preocupación por la pobreza estructural, la migración y el impacto de la inteligencia artificial sobre la dignidad humana.
En sus 12 años de pontificado, Jorge Bergoglio advirtió que el uso tecnológico sin un marco ético podría derivar en nuevas formas de explotación. León XIV retomó esta advertencia para subrayar que “no hay progreso sin justicia”, una frase que condensa su programa pastoral, pero también su lectura política de la actualidad.
Lejos de relativizar esta dimensión, Prevost parece decidido a hacer de su pontificado una intervención activa en el debate global. Su apelación a una “economía con rostro humano” no es una consigna piadosa, sino una crítica directa a los dogmas de la economía de mercado sin regulación.
Al citar la encíclica Rerum novarum, de 1891, León XIV invoca un texto fundacional que denuncia tanto el capitalismo salvaje como el autoritarismo socialista. El blanco es claro: el desequilibrio que produce el lucro sin límites.
Políticas migratorias en disputa
Otro eje de conflicto entre Roma y la Casa Rosada es la cuestión migratoria. El gobierno mileísta endurece su discurso y sus políticas hacia los migrantes, aludiendo a supuestos costos fiscales y riesgos en materia de seguridad.
En contraste, León XIV fue explícito en su defensa de la integración y la acogida. Antes de ser elegido papa, criticó públicamente a líderes como Trump y JD Vance por sus posiciones xenófobas. Aunque esos mensajes fueron luego eliminados de sus redes sociales, su contenido marca una postura: la fe no puede estar subordinada al nacionalismo.
León XIV Vance Estados Unidos
León XIV recibe en audiencia al vicepresidente JC Vance
Vatican Media
En este sentido, la tensión no es nueva. Oportunamente, Francisco cuestionó el cierre de fronteras y la criminalización del migrante, una agenda que Milei retomó bajo la lógica del ajuste económico. Lo que aparece como “orden” desde la visión libertaria se traduce en exclusión desde la óptica de los líderes religiosos.
Diplomacia en tiempos de conflicto
La audiencia privada prevista para el próximo viernes en el Vaticano será, más que un acto de cortesía, un termómetro ideológico.
León XIV representa una Iglesia que se piensa como actor político, no como institución neutral. Su elección es también una señal hacia América Latina: la región sigue siendo un territorio clave para el catolicismo y la opción por los pobres no será abandonada.
Para un presidente que considera que “no hay derecho a la igualdad” y que reivindica al mercado como única fuente de orden, ese mensaje puede resultar incómodo. No es sólo una diferencia doctrinal, sino un choque de visiones sobre el mundo.
En la voz de León XIV resuena una advertencia global: no hay paz sin justicia, y no hay justicia sin límites al poder económico.
El riesgo del espejo invertido
Así como Milei llegó al poder montado sobre la denuncia de los privilegios de la casta política y un plan atado a bajar la inflación a como dé lugar y al superávit fiscal, León XIV asume su rol como crítico del orden económico vigente. Ambos enarbolan discursos de ruptura, pero desde trincheras opuestas.
Uno desconfía del Estado como estructura de dominación; el otro lo piensa como instrumento necesario de protección.
Uno ve en la compasión estatal una forma de esclavitud; el otro, una expresión de humanidad concreta.
En este juego de espejos invertidos, el papa puede ser para Milei lo que Milei es para buena parte del sistema político argentino: un desafío a sus fundamentos. Y aunque ambos puedan evitar un cruce ideológico público y mantener formas diplomáticas, lo cierto es que la incomodidad ya está planteada.
Lo que se diga o se calle en Roma tendrá resonancia no sólo en Argentina, sino también en América Latina, una región sacudida por las disputas entre mercado y derechos, libertad y justicia.