Robert Prevost, el nuevo papa que eligió llamarse León XIV, asumió el pontificado con la misión de continuar la obra reformista de su predecesor, pero también con la carga de resolver los dilemas que Jorge Bergoglio no logró cerrar en sus 12 años de papado.
Como contó Letra P en la previa de su elección pontificia, Prevost cultiva el perfil bajo. Lo hizo, incluso, en los días más agitados de la sede vacante. Declaraciones escasas, gestos calculados y una frase que repite como consigna: “No podemos parar ni retroceder. Hay que ver cómo el Espíritu Santo quiere que sea la Iglesia de hoy y de mañana”.
El sucesor de Pedro, no de Francisco. Así describen los cardenales la elección de Prevost, un estadounidense que asume en un momento de fisuras internas en la Iglesia, demandas de justicia, desafíos financieros y un mapa geopolítico en tensión. No es casual que su primer discurso haya puesto el foco en el don de la paz.
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Robert Prevost, el sucesor de Jorge Bergoglio.
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El primer reto será el más simbólico: reconstruir la unidad. La Iglesia está partida entre un ala conservadora que se resistió a las aperturas de Bergoglio y otra más afín a la línea sinodal que buscó ensanchar los márgenes del diálogo y la horizontalidad en el gobierno eclesiástico.
León XIV deberá reconciliar estas voces y profundizar un modelo de participación sin que esto implosione el orden doctrinal.
Finanzas en rojo, abusos, mujeres...
En lo económico, el Vaticano ya no es lo que fue. Francisco promovió una reforma profunda en materia de transparencia, sobre todo en el Instituto para las Obras de Religión (IOR), pero los números siguen en rojo. Las donaciones caen y el gasto crece. Urge un rediseño serio de las finanzas para sostener la estructura.
En el terreno más sensible, León XIV deberá responder a una deuda que desangra la legitimidad eclesial: los abusos sexuales perpetrados por clérigos. Aunque el marco legal se amplió, los tiempos de la justicia vaticana siguen sin satisfacer a las víctimas. Hay normas, pero faltan hechos. Aplicarlas con rigor será un imperativo ético.
Otra demanda que Francisco no consiguió desentrañar y que Prevost no podrá esquivar es la participación de la mujer en la Iglesia. El diaconado femenino, descartado por ahora, y el acceso a posiciones de poder siguen siendo reclamos vigentes.
La designación de Simona Brambilla al frente del dicasterio para la Vida Consagrada en 2025 dejó al descubierto la resistencia de parte de la jerarquía.
El documento Fiducia Supplicans, redactado por el cardenal argentino Tucho Fernández, que habilita bendiciones a parejas homosexuales, provocó un cisma discursivo. Mientras Europa y América Latina lo aceptan con matices, la Iglesia africana lo rechaza de plano. En este punto, el próximo papa tendrá que combinar doctrina y diplomacia.
El perfil que lo llevó al papado
Fuentes vaticanas que tuvieron contacto con los cardenales que participaron de las congregaciones generales previas le dijeron a Letra P que "su perfil conjuga solidez doctrinal, formación intelectual, experiencia pastoral en América Latina y ascendencia real en la Curia".
A diferencia de quienes aparecían como papables, Prevost no llegó con una candidatura explícita, sino con la acumulación silenciosa de respaldos: un outsider con ADN bergogliano.
Prevost, de 69 años, fue misionero en el norte del Perú durante casi dos décadas. Se formó en Roma y asumió luego la conducción global de la orden de San Agustín, antes de ser convocado por el propio Francisco al corazón del engranaje vaticano.
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Parolin, Tagle y otros cardenales que pueden suceder al papa Francisco
Vatican Media
Desde allí, condujo la compleja selección de obispos en los cinco continentes, en un momento donde la Iglesia buscó evitar el cortocircuito entre centralismo curial y sinodalidad local.
“Combina el pragmatismo norteamericano con la calidez y la cercanía de los pueblos latinoamericanos, donde se fogueó y se curtió como pastor”, dijo a este portal un sacerdote argentino que se mueve por los pasillos curiales.
Esta síntesis geopolítica, aseguran las fuentes, lo posiciona como "bisagra entre bloques que, hasta ahora, parecen irreconciliables".
Mediador entre las grietas del Vaticano
Con doble nacionalidad estadounidense y peruana, Prevost podría operar como puente en una Iglesia tensionada entre la continuidad pastoral del papa argentino y los movimientos restauracionistas que buscan retomar el control y volver todo hacia atrás.
Su pasado como prior general, su manejo fluido del español, el inglés, el italiano y el francés y su sobriedad convirtieron a Prevost en un purpurado confiable incluso para los sectores más conservadores.
En la Santa Sede se lo ve como un engranaje técnico y estratégico. Fue "ojeador" de Bergoglio en el nombramiento de obispos con perfil pastoral, pero su sólida formación en Derecho Canónico también le da espalda institucional.
Un muro frente a Donald Trump
El eventual ascenso de Prevost al trono de Pedro también tendría efectos más allá de los muros vaticanos. Su conocimiento profundo del funcionamiento político de Estados Unidos –incluido el de Donald Trump, con quien comparte nacionalidad pero no agenda– lo vuelve una posible figura de contrapeso para las políticas que el magnate republicano propone y dispone desde la Casa Blanca.
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La política arancelaria de Donald Trump sacude a los mercados
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“Es un honor que sea el primer papa estadounidense”, escribió Trump en su cuenta Truth Social tras conocerse el anuncio pontificio y expresó su deseo de encontrarse pronto con León XIV. “¡Será un momento muy significativo”, anticipó.
El vicepresidente J.D. Vance también se pronunció. “Enhorabuena a León XIV, el primer papa americano, por su elección. Estoy seguro de que millones de católicos estadounidenses y otros cristianos rezarán por el éxito de su labor al frente de la Iglesia. ¡Que Dios le bendiga!”, indicó.
Como autoridad eclesiástica con experiencia directa en América Latina y sensibilidad hacia el sur global, su elección -había pronosticado una fuente vaticana- "sería una señal inequívoca en favor de una Iglesia que busca mantener vigencia en los márgenes, mientras evita el repliegue doctrinal".