Se sabe: el avance de la libertad es un relato en la Argentina de Javier Milei. Al menos, un avance irregular. Por ejemplo, el Gobierno alienta a disponer libremente del dinero negro ("Tus dólares, tus decisiones"), pero a la prensa acreditada en la Casa Rosada Manuel Adorni le aplicará un catálogo de restricciones que incluye un estricto dress code.
A través de la resolución 1319/2025 de la Secretaría de Comunicación y Medios, publicada este viernes en el Boletín Oficial, el vocero presidencial dispuso nuevos criterios para la acreditación a sus conferencias y a las que ofrecen otros funcionarios.
Además de un sistema de apercibimientos para penar "faltas graves" como circular por zonas que quedarán vedadas a la prensa (doble amarilla es expulsión, como en el fútbol), la disposición establece un "código de vestimenta" que obligará a usar ropa "formal" para "preservar las buenas costumbres". Formalidad y buenas costumbres, todo muy liberal.
Saco y corbata, el Manuel Adorni style
La medida no define lo que Adorni entiende como ropa "formal", lo que habilita tantas interpretaciones como personas se anoten para cubrir las conferencias. Con todo, fuentes de Balcarce 50 consultadas por Letra P adelantaron que "sería atinado implementar" el traje con corbata como una suerte de uniforme para la prensa acreditada. Este portal supone que la idea alcanza a los periodistas varones, pero la especulación podría tratarse de un prejuicio conservador.
El propio Adorni es una pista sólida para presumir qué entiende el Gobierno por ropa "formal": el vocero viste siempre, indefectiblemente, traje con corbata. También suelen hacerlo los principales funcionarios varones del gabinete, como Toto Caputo, Santiago Bausili y Juan Pazo, que lucieron en fina sintonía en el anuncio del plan para poner a circular los dólares encanutados abajo de los colchones.
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Juan Pazo, Toto Caputo y Santiago Bausili: código de vestimenta y casi hasta código cromático en la conferencia de prensa del dólar colchón.
Manuel Adorni, al rescate de un símbolo en baja
Las corbatas aparecieron en el mundo en la segunda mitad del siglo XVII. Según Wikipedia, el nombre de este trozo de tela, que se usa sobre la camisa y ajustado al cuello con un nudo que puede hacerse con diversas técnicas, viene del italiano corvatta o cravatta, términos derivados, a su vez, de "croata".
"El origen data de 1660, cuando los jinetes del ejército croata usaban pañuelos de color rojo al cuello", precisa la enciclopedia digital.
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Los pañuelos al cuello de los soldados croatas, génesis de las corbatas, accesorio clave del Manuel Adorni style.
Con sus variaciones según las épocas, la corbata fue un accesorio dominante de la vestimenta "formal" de los varones durante 300 años, pero empezó a perder terreno a paso veloz en la segunda década de este siglo, al punto de que ya no está mal visto ir a una fiesta de casamiento con un look más casual.
La corbata sigue completando una suerte de uniforme en unos pocos ámbitos, como el de la Justicia, donde reinan los abogados.
De hecho, durante la campaña presidencial de 2019, los estrategas del Frente de Todos intentaron, sin éxito, extirpársela a Alberto Fernández para ablandarle la imagen, pero el entonces candidato a presidente se aferró con uñas y dientes al abogacía style.
Ya como jefe de Estado consiguió relajarse un poco -acaso mucho- y en algunas ocasiones prescindió del accesorio. El esfuerzo no le sirvió de mucho y su gobierno se hundió en un fracaso resonante.
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Vieja casta. Albert Fernández y el riojano Ricardo Quintela: traje, corbata y gomina.
La resistencia a soltar la corbata fue otro punto de desencuentro del mandatario con La Cámpora, la agrupación fundada y conducida por Máximo Kirchner, que guerreó a cielo abierto con el muleto designado por La Jefa, Cristina Fernández de Kirchner.
Unos cuantos años antes, hacia 2011, en el inicio de la segunda presidencia de CFK, los soldados de Cristina habían entrado como una tromba al gobierno nacional y popular, desplazando de sus despachos a buena parte de la casta peronista que la Presidenta había heredado de su marido, Néstor Kirchner.
Lo habían hecho libres de corbatas y, por ejemplo y contagio, habían liberado de ese yugo a la vieja guardia. Eran, al cabo, los pibes para la liberación.
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Sergio Massa hubiese pasado el filtro de Manuel Adorni. Los camporistas Máximo Kirchner y Wado de Pedro, no.
La revolución conservadora de Javier Milei
La narrativa libertaria se nutre principalmente del contraste con la política profesional que gobernó el país hasta 2023, con el peronismo como enemigo público número uno y, dentro de esa corriente multiforme, el kirchnerismo elevado a la categoría de plaga bíblica.
¿Adorni empuña sus corbatas y se las impone a los periodistas, esos a los que el público no odia lo suficiente, como símbolo contestatario en la batalla cultural que libra contra lo peor de lo peor de la maldita casta?
Con tal de romper, a veces las revoluciones terminando siendo un reflujo conservador.