Se acuesta temprano y se levanta más temprano. Hace ejercicio de manera rigurosa y no toma alcohol. Cronometra sus reuniones e ingiere comidas magras. No es un runner, es el gobernador electo de Santa Fe, Maximiliano Pullaro. Su obsesión es no dejar nada librado al azar en función de las condiciones que requiere su trabajo. A siete días de su asunción, el radical ya traza sus bases y máximas de política y de gestión.
Pullaro convoca conferencias de prensa a las 7.30, puntual. Lo más temprano posible para no interferir en el resto de sus actividades diarias. Por el momento, lo hace desde la Legislatura, luego lo hará desde Casa de Gobierno. El decálogo pullarista no solo aplica a la vida sana, se extiende – por sobre todas las cosas – a un mandato a todo su futuro gabinete: trabajar a destajo, 24x7. No hay tutía para eso en el universo del todavía diputado provincial.
“Bajo ningún concepto podemos ostentar”, soltó Pullaro el jueves en Santa Fe, en la primera reunión interministerial, un cónclave que todo Unidos se debía. Para volver a juntarse, contagiarse y aplacar las habladurías que nunca descansan. Ahora, hay que asumir y la gestión por sí sola se encargará de borrar heridas.
Desde el próximo domingo se verá el ejercicio del poder y liderazgo de Pullaro, pero también se pondrá a prueba el funcionamiento de la coalición que nació con una victoria contundente bajo el brazo. La socialista Clara García se encamina a ser, a partir del miércoles, la presidenta de Diputados con el aval grueso y unánime del frente. Es una primera muestra de cohesión.
En época de vacas flacas, con una crisis feroz que se avecina y la obra pública paralizada, la gestión de Pullaro tiene mucho para dar en términos de mensaje. “Austeridad” fue una de las palabras elegidas por la comunicación oficial luego del acto del jueves. El radical es firme en sus medidas y declaraciones, tajante, no tiene pruritos en embestir contra ciertos poderes a sabiendas de lo que se enfrenta. Su plan de renovar la Corte Suprema es un cabal ejemplo de ello.
“Voy a dejar la vida por la función pública”, avisó y bajó línea al mismo tiempo. Pullaro quiere un gabinete de perfiles altos en lo políticos y lo laboral. Lo adelantó Letra P hace más de tres meses. Pretende conformar un equipo de personas con hambre y ambición, acaso con ganas de sucederlo en cuatro años. “Estemos cerca de la gente, tengamos perfiles altos, comuniquemos todo lo que hacemos”, remarcó en Luz y Fuerza.
Uno de sus alfiles políticos será el próximo ministro de Gobierno Fabián Bastía, quien no dudó en aceptar el convite ante la baja del senador Felipe Michlig. El oriundo de San Justo está destinado a ser un perro de presa, un comisario político del gobernador electo. También un interlocutor válido para toda la interna de Unidos y la oposición. Será, a la vez, el ejecutor del plan anti Corte Suprema. De ahí que el presidente del tribunal Daniel Erbetta no haya querido posar en una foto junto a Bastía en la entrega de diplomas a los electos y electas. Una sutileza.
“Cuando entremos en acción no estaremos mirando el lucimiento personal, lo que se tiene que destacar es el gobierno, es Santa Fe, es nuestro gobernador”, apuntó Bastía, en otra bajada de línea. "Queremos perfiles altos, pero el jefe es Pullaro". No es casual la frase ya que Unidos se someterá proyecto tras proyecto, plan tras plan, al debate interno.
El radical se ocupó especialmente de contener y repartir, de no dejar nadie afuera en el armado de su futuro gobierno. En días le toca arrancar a gobernar, sus máximas las tiene en la mano y las compartió con todo el frente aliado. Pullaro, a las cosas.