TODOS CONTRA TODOS

La vigilia de Axel Kicillof, el presidenciable enjabonado

El gobernador teme lo peor, que para otros sería lo mejor: que Cristina Fernández de Kirchner lo convierta en candidato presidencial. ¿Hay suplente para la provincia?

“Y el elegido es…”. La Voz de Cristina Fernández de Kirchner pronunciando el nombre de la persona designada para encabezar la boleta presidencial en representación del Frente de Todos –del kirchnerismo en particular– se mete como una caricia en el sueño de quienes ya están anotados en la competencia, pero irrumpe como un portazo en el silencio y se transforma en una pesadilla para un candidato por default. Axel Kicillof, el gobernador de la gigantesca Buenos Aires, el garante del voto ultra K, el mejor rankeado en las encuestas, el intachable en la dimensión corrupción, acaso tache como un preso las horas de vigilia que le quedan hasta las seis de la tarde del jueves, cuando en el Teatro Argentino de La Plata, ahí donde anunció sus candidaturas en 2005 y 2007, la vice reaparezca por primera vez desde que el presidente Alberto Fernández renunció a la reelección y liberó la grilla de partida en la carrera por la Casa Rosada.

La expectativa por lo que vaya a decir CFK es directamente proporcional al tamaño del lío en el que se encuentra el oficialismo, que arranca la campaña subiendo descalzo la cuesta económica que no para de empinarse con la corrida cambiaria de estas horas aciagas. Trazará allí un rumbo –como viene haciéndolo cada vez–, pero parece improbable que vaya a hacer anuncios sobre postulaciones.

Se levantan las apuestas entre quienes se empecinan en convencer a CFK de que sea ella quien encabece la lista, pese a su decisión de “no ser candidata a nada”; quienes no creen que vaya a dar marcha atrás y/o prefieren la opción Sergio Massa o Wado de Pedro y quienes le ponen fichas a Daniel Scioli, el inquebrantable del optimismo que vai à frente.

Todas las miradas podrían compartir un vértice: cualquiera con ínfulas de triunfo en una interna debe contar con el guiño de Cristina, dueña de una porción tal del electorado que podría inclinar la cancha con su bendición.

A priori hay cuatro anotados: a los ministros de Economía y de Interior y el canciller argentino en Brasil se suma el jefe de Gabinete, Agustín Rossi. Este ya avisó que tomará la temperatura de su apellido en la calle para terminar de decidir, pero al santafesino el mercurio parece marcarle apenas unas líneas.

Las acciones del hincha de Tigre están en declive; su promesa –nunca pública– de bajar la inflación a menos de cuatro puntos porcentuales en abril para lanzarse se convierte en su talón de Aquiles y el corrimiento de Fernández lo expone aun más. No era Atonio Aracre, no es Miguel Pesce. Este martes, cuando promediaba uno de los peores días de su gestión -con el dolar ilegal arañando los 500 pesos-, ganaba algo de aire con el respaldo del FMI y la confirmación de la renegociación del acuerdo con la entidad. Mientras se multiplica para atajar los penales, su tropa bonaerense le reclama que pegue el salto y se anote en la carrera.

Como contó José Maldonado, Scioli acelera su marcha, sueña con una interna mano a mano con su enemigo Massa y sueña, también, con ese guiño de La Jefa que su entorno dice haber visto en el recibimiento de la camporista Mayra Mendoza en Quilmes. Este martes sumó una foto con Kicillof en Brasil. ¿Señales o espejismo anaranjado?

El oficialismo ve venir la ola amarilla e intenta que el agua no tape Buenos Aires. Allí es donde la figura de Kicillof, el precandidato con mejor intención de voto en la provincia, según reconoce incluso la oposición, cobra aun más volumen del que tiene. Hay quienes sostienen que sin un buen candidato a presidente es improbable que el gobernador se imponga en el distrito y, entonces, recobra fuerza la idea de “Axel para arriba”.

Fue en el sector del intendentismo alineado a Máximo Kirchner y el jefe de Gabinete bonaerense, Martín Insaurralde, donde comenzó a cocinarse la idea de Kicillof presidenciable. Había segundas intenciones en la maniobra y eran otros tiempos, la primavera de 2022, con el súperministro recién llegado al Palacio de Hacienda y la posterior baja de la Inflación Massa, que en noviembre descendió a 4,9%, pero pasaron cosas y el nombre del hijo político dilecto de CFK vuelve a estar sobre la mesa de presidenciables.

En el edificio gubernamental de la calle 6 se abrazan a la reelección, pero reconocen que el gobernador hará lo que Cristina ordene. El operativo clamor CFK 2023 alimenta su esperanza de que no lo saquen de Buenos Aires, pero la presión para subirlo a la competencia nacional pareciera estar recobrando vigor. Como cuenta Macarena Ramírez, la tropa de intendentes e intendentas peronistas que gobiernan distritos del conurbano ya tienen su podio: Cristina, Massa o Kicillof, en ese orden de preferencias. Con CFK autoproscripta y Massa sentado sobre el crisol donde se funde la economía, asoma el rostro del gobernador.

Quienes mencionan a Kicillof como presidenciable confían en poder construir en pocos meses un candidato a la gobernación que lo suplante y a quien el economista le transfiera votos. Puro optimismo: en las pocas mediciones conocidas entre dirigentes del peronismo bonaerense, el gobernador gana por escándalo.

El point en el almanaque electoral de la coalición oficialista no se reduce al jueves próximo; la vice podría estirar la definición y entonces seguirán los sueños o las pesadillas, según el caso.

Si en algo coinciden todos los interlocutores es en que un veto de Cristina termina con cualquier postulación. Leído al revés: sin guiño de CFK no hay paraíso. Paradójicamente, el problema para Kicillof sería que, además de ser el preferido, también fuera el elegido.

massa manda una delegacion al acto de cfk en la plata
Cristina Fernández de Kirchner en una sesión del Senado

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