Al mal tiempo, nueva cara: el gobernador de La Pampa Sergio Ziliotto movió el banco en el Ministerio de Obras Públicas, amputado por la motosierra de Javier Milei, y designó en lugar del saliente Julio Rojo a Alfredo Intronati, un jugador de la generación joven. Y de los ligeritos.
Como un meteoro, Intronati hizo carrera en poco tiempo: hace ocho años ingresaba como un empleado más en la Legislatura provincial; en 2019 se convirtió en el Intendente de la Cámara de Diputados; en 2021 pegó el salto a la Subsecretaría de Obras Públicas y ahora su designación como ministro hasta se volvió natural. Por eso, la renovación también viene con una impronta de continuidad.
Intronati dio su puntapié inicial el fin de semana, con el inicio de la construcción de 280 viviendas en la capital Santa Rosa, obra que había sido abandonada por el gobierno nacional. "La provincia resiste al plan motosierra de Milei y garantiza la continuidad de la obra pública", dijo el nuevo ministro, casi como en un acto político.
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Ministerio de Obras Públicas de La Pampa: Julio Rojo, saliente, firma; Intronati observa y promete que su gestión será una continuidad.
Sin embargo, viene un tiempo de vacas más flacas y el cambio de nombres también es de estrategias: se acabó la era de las grandes obras que La Pampa disfrutó en los últimos años y llega una etapa de mayor cuidado de los recursos, centrada en la conservación y el mantenimiento, además de la finalización de los emprendimientos imprescindibles.
El desembarco en el peronismo
Alfredo Intronati es para todos Freddy. Es arquitecto, tiene 43 años, es hincha de River y mantiene activas sus redes sociales donde mecha poses de estilo yuppie con asuntos de gestión. También fue elegido el año pasado como uno de los delegados de la poderosa Cooperativa Popular de Electricidad, que es la empresa más grande de la provincia y siempre actor económico importante y trampolín político.
Freddy nació en una familia peronista de General Pico, la segunda ciudad de la provincia, donde siempre mandó el vernismo. De adolescente, Intronati miraba con recelo y desconfianza la política. Su padre fue un conocido empresario constructor, pero mordió el polvo de la crisis en los años 2000-2001: se quedaron sin nada, les remataron la casa y tuvieron que irse a vivir a Santa Rosa.
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"Freddy" Intronati, ministro de Obras Públicas de La Pampa: 43 años, arquitecto, ambición política. FOTO: www.radiokermes.com
La familia hizo el esfuerzo para que Freddy pudiera estudiar en Córdoba y ahí le picó, para siempre, el bichito de la política: se metió en los movimientos estudiantiles, militó en la agrupación Contrapiso y se acercó con ganas a Carta Abierta.
De regreso a La Pampa, con el título bajo el brazo, trabajó en dos empresas del sector: Ampudia y Andreatta. El espacio político que le abrió las puertas fue Convergencia: Espartaco Marín lo puso a cargo de vínculos con los barrios y la gestión de planes “Trabajar”. Esa relación terminó con su nombramiento en un puesto laboral de la Cámara de Diputados, en 2016, después de ganar el concurso para ingresar a la administración pública.
La Pampa: gestión, roscas y poder
En 2019, Convergencia manejaba la Legislatura y entre “Taco”, su hermana Varinia Marín que era secretaria legislativa y el entonces vicegobernador Mariano Fernández eligieron a Intronati como “intendente” de la Cámara, el encargado de la infraestructura, el mantenimiento y el funcionamiento general.
A partir de ahí, el meteoro Freddy empezó a tejer relaciones y contactos con diputados, legisladoras y asesores. Se abrió a un mundo nuevo en los pasillos del poder y le gustó: Intronati es ambicioso y está lejos de ser un técnico sin visión política.
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Alfredo Intronati es nuevo ministro en La Pampa: se arrimó al peronismo por el lado de Marín, pero responde al gobernador Ziliotto.
Su salto a la subsecretaría, en 2021, supuso también el cambio de bando interno, con los recelos que ello implica. No se perdió el vínculo ni el afecto con el marinismo, pero hace tiempo que Freddy tiene nuevo jefe. Enrolado en el ziliottismo, pragmático pero agradecido, al primero que le avisó que iba a ser ministro fue a Taco. Lo hizo, también, sin culpas, porque nunca formó parte de la mesa chica del espacio, en el que los puestos de peso quedan en manos de la familia Marín.
Su nombramiento en el ministerio no es el de un burócrata, sino el de un interesado los tejes y manejes, que incluyen la rosca y el contacto con las intendencias. Intronati llega al ministerio también para hacer política, aunque obviamente con “equilibrio” y baja la línea ziliottista de “la gestión”.
Hay también en ese punto alguna diferencia con Rojo, quien fue el ministro de la primera gobernación de Ziliotto. Ahora dejó el cargo porque puso en el centro de sus prioridades una problemática de salud familiar, pero ya el 10 de diciembre pasado, al iniciarse la segunda gestión, el nombre de Intronati se había rumoreado para un ascenso. Habían sonado algunas alarmas lógicas de desgaste y desmotivación.
El ministro saliente es, además, un amigo del gobernador. Su despedida tuvo altísima presencia institucional, pero además momentos de emoción. “Esto es una continuidad y el rumbo está muy claro”, dijo Intronati.
El nuevo tiempo que limita la motosierra de Javier Milei
Por más continuidad que prometa sobre la huella de Rojo, además del estilo personal y la pertenencia a otra generación, el tiempo de Intronati es otro: él mismo lo define entre sus cercanos como una “economía de guerra”. La disponibilidad de fondos que hubo en los años previos es ahora un buen recuerdo. La poda libertaria se siente incluso en el día a día: cambió la metodología de trabajo y las órdenes que antes salían de modo casi automático ahora merecen otro estudio y toma y daca de reuniones con el ministro de Hacienda, Guido Bisterfeld.
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El gobernador de La Pampa Sergio Ziliotto despidió a Julio Rojo como un amigo, en un acto con alto volumen político.
Intronati quiso como subsecretario de Obras Públicas a Martín Izaguirre, quien estuvo a cargo del distrito La Pampa de Vialidad Nacional, pero Izaguirre se radicó en otra ciudad. El equipo todavía está por formarse, bajo la certeza de que es un nuevo tiempo, en el que no habrá fotos con obras monumentales como el Hospital Favaloro de Santa Rosa, por ejemplo.
Esos emprendimientos ambiciosos pasaron a mejor vida con la avanzada de Milei sobre la obra pública. La Pampa se propone concluir las que son imprescindibles, además de seguir activando la construcción de viviendas. En ese contexto de crisis, las firmas del rubro de La Pampa no están mal: siguen cobrando de la provincia con diligencia y no se disimula que la relación fluye entre privados y autoridades públicas.
Intronati considera que esas empresas son incluso parte del equipo de trabajo y aún envuelto en el panorama desolador se permite cierto optimismo, como cuando pudo irse a estudiar gracias al “Plan Trabajar” de su madre y de su hermana, o como el día en que entró de empleado a la Legislatura, sorprendido y ambicioso, sin saber que ocho años después sería el ministro meteoro de Ziliotto.