Bajaron las armas. Obligado por la reacción presidencial, el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, estrechó las manos del gobernador de Santa Fe, Omar Perotti, y el intendente Pablo Javkin para sellar un pacto de no agresión destinado a enfrentar, de manera coordinada, la violencia narco que sacude a Rosario. El funcionario nacional puso en funciones más de 400 agentes de fuerzas federales y prometió el arribo de adicionales en una próxima segunda etapa.
La situación no daba para más. Desde el ataque a la familia de Lionel Messi, la ciudad más caliente de Santa Fe es noticia global. La problemática, que ya estaba desatada para el gobierno provincial, precisó de la ayuda y conducción de la Casa Rosada, que llegó a través del anuncio que el presidente Alberto Fernández hizo este martes.
Aníbal Fernández , que había pulseado fuerte con Perotti y lo había instado a "resolver con su policía" el problema, llegó temprano al destacamento “permanente” que las dependencias federales tienen en uno de los ingresos a Rosario. La ciudad era territorio hostil para su figura. Quedó en evidencia en los cruces que tuvo con periodistas locales en la conferencia, pero con las autoridades provinciales y municipales levantó el pedal.
Tras su llegada, arribaron Javkin y Perotti, que habían estado en la apertura de una delegación de la Unidad de Información Financiera (UIF). El trío se encerró en una de las oficinas del predio y luego participó del acto de arribo de los 400 y pico de agentes. “¡Agrupación fuerzas federales, buenos días!”, saludó Fernández, con esa tonada castrense que suele usar frente a las tropas que conduce.
A lo largo de su discurso, de poco más de seis minutos, destacó el desembarco de la Nación y se puso al lado del gobernador y del intendente. No fomentó, para nada, la polémica.
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En privado, tampoco, confió un funcionario santafesino a Letra P: “Bajó la guardia”. Quizás a sabiendas que todas sus declaraciones recientes no hicieron más que detonar la bronca de Rosario y la provincia con la Nación. En el encuentro quedó claro que la llegada de federales es solo uno de varias medidas necesarias para pacificar Rosario.
La cantidad, no obstante, sigue sin quedar en claro. En conferencia, Fernández dijo: “Estamos rondando los cuatro mil agentes”. El número no cierra por ningún lado y la estimación es muy por debajo, en el orden de los 1.400. Ni Perotti ni Javkin se tentaron ante la repetida pregunta del periodismo: ninguno de los dos quiso entrar en el juego del cuántos son.
El monitoreo de las fuerzas federales en el territorio seguirá martes a martes en la reunión del comando conjunto, un espacio de coordinación entre los tres gobiernos y otras áreas del Estado. De ahí sale la planificación de todo el trabajo anti-narco.
No es el único ítem. Fernández les avisó a Perotti y Javkin que coordina con su par de Obras Públicas, Gabriel Katopodis, la finalización de obra de una cárcel en el partido de Mercedes, en el centro-norte de la provincia de Buenos Aires, donde el gobierno nacional tiene decidido trasladar a presos de alto perfil, entre ellos, a todas las cabezas de las bandas narcocriminales que azotan Rosario.
Allí, según explicó Fernández, no tendrán contacto con guardiacárceles, a quienes tienen amenazados para ser provistos de diversos elementos y servicios, y padecerán inhibición en el uso de celulares. No obstante, sobre este punto, el ministro remarcó que el Servicio Penitenciario no depende de su cartera, sino que opera bajo la órbita del Ministerio de Justicia, a cargo de Martín Soria.
Sobre la llegada del Ejército a los barrios populares de Rosario, tanto Perotti como Javkin se encargaron de remarcar que no es la primera vez que esa fuerza trabaja en Rosario. “Ya lo hizo durante la pandemia y los incendios en las islas”, recordó el gobernador. “Van a hacer tareas civiles”, aclaró el intendente. Ninguno de los dos reparó en las diferencias entre esas dos crisis y la escalada de violencia narco, que convierte a esta tercera intervención militar en la ciudad en una situación de excepcional complejidad, como explica Marcelo Falak en la edición de este miércoles de desPertar, el newsletter de Letra P.