La convocatoria a un gobierno de unidad que ha repetido Sergio Massa, con particular énfasis en el primer debate presidencial, parece operar como nuevo aglutinante entre los socios que conforman Juntos por el Cambio (JxC) en Córdoba.
Según interpretan importantes dirigentes cambiemistas, la propuesta del ministro de Economía, candidato a presidente por Unión por la Patria, y la que realizara Martín Llaryora en la previa de las elecciones que lo consagraron gobernador, encubren un mismo y peligroso deseo: la concentración de la gestión en un “partido único”. Es decir, una administración sin real oposición.
Tal interpretación cumple un doble rol al interior de una alianza donde crujen nuevas y viejas grietas, muchos de las cuales preexisten y son independientes de la suerte que corra Patricia Bullrich en las elecciones presidenciales de octubre.
Por un lado, presenta un punto de convergencia que remacha conceptos de institucionalidad y republicanismo, tan caros a la construcción discursiva que ha caracterizado a sus principales figuras desde los tiempos de la temprana marcha de Cambiemos.
Equiparar a Massa y Llaryora como agentes de una desmesurada vocación de poder, presentada como característica del denostado “populismo”, permite también, a quienes trajinan el terreno en busca de votos, ratificar credenciales primigenias ante los antiperonistas que se sienten interpelados por Javier Milei.
“Massa y Llaryora se parecen en algo: van por todo. Quieren cooptar gente de todos lados, incluso nuestra. Por suerte acá en Córdoba no han podido. Llaryora sólo se llevó dirigentes sin peso territorial. Intentó con Pedro Dellarossa, pero tiene casi asegurada su banca como diputado”, analiza un radical “halcón”.
En la misma línea, las fuentes consultadas refrescan sospechas sobre coexistencia de libertarios y peronistas en varios distritos nacionales, con denuncias de armado de listas e imputaciones por el pago de campañas a candidatos hasta entonces meramente testimoniales. También como potenciales socios de una futura administración.
“Milei no sólo negocia, arma con ellos. Esa es la única estructura que tiene. La única alternativa real, con programa y equipos, somos nosotros y eso es lo que tenemos que remarcar de acá al 22”, sintetiza un avezado dirigente boinablanca.
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22-O y después
A dos semanas de las elecciones, nadie admite intenciones de bajarse por anticipado de la Patoneta. Desairando pronósticos que señalan una caída en la intención de voto, armadores y analistas aseguran que su candidata mantiene chances de llegar, al menos, a noviembre.
Con tales vaticinios, afirman que no miran más allá de la contienda que se disputará el 22 de octubre, evadiendo cualquier consideración sobre posibles desacoples ante una performance insatisfactoria.
“En las principales provincias, Patricia está muy bien. En Santa Fe, Mendoza, Córdoba, Entre Ríos, pelea con Milei, no con el peronismo. Al menos un segundo lugar. ¿De dónde sacan que el ballotage será con Massa?”, interpela una caracterizada voz del Frente Cívico, que simultáneamente ratifica el apoyo incondicional de Luis Juez a la exministra de Defensa.
“En Córdoba estamos muy cerca. Estamos captando votos que en las PASO fueron a otros candidatos. Schiaretti cayó 10 puntos según nuestras encuestas. Esos votos van mayormente a Patricia. No nos vemos en otro lugar que no sea el balotaje”, amplía un aspirante a legislador.
Remarcando diferencias con los oportunos zigzagueos de Mauricio Macri, los operadores subrayan también que todas las figuras cambiemistas mediterráneas están encolumnadas en el mismo proyecto, sin especulaciones ulteriores. Incluso aquellos que en la interna jugaron por Horacio Rodríguez Larreta.
No obstante, algunos admiten que, aún con derrota posterior, la sobrevida hasta noviembre consolidaría a JxC como la principal fuerza opositora, el mismo rol que les ha tocado cumplir ante aquellos voraces caciques peronistas.
Pero esta vez, advierten, serían oposición de un gobierno cuya solidez no parece garantizada. Mucho menos sin apoyo de las principales alianzas. Un previsible fracaso de la gestión libertaria podría adelantar los ciclos de renovación de autoridades, deslizan cuidadosamente.
“Milei propone locuras. Si gana, nos encaminamos a un desastre. Esas locuras pueden estallar rápidamente. Si así pasa, tenemos que estar listos como opción. Por eso deberíamos seguir juntos, aunque en este país nunca podamos saber”, desgrana la voz juecista.
“La gente nos dio un mandato ya, que es la unidad. No esperan otra cosa de nosotros. Ni ahora ni después”, sentencia, confiado, el boinablanca del interior.