EL NUEVO GOBIERNO

Javier Milei - Victoria Villarruel: deshielo por un día de una relación signada por un karma

Protocolo mata -no del todo- tensiones. El espejo de Alberto y Cristina: despedida gélida a la par. Una guerra de egos libertarios que promete una saga.

Javier Milei ve que Cristina Fernández de Kirchner le está mirando el bastón. El Presidente sonríe y le muestra la empuñadura, lo que le había llamado la atención a la ya exvicepresidenta que porta el apellido que durante la campaña el libertario prometió desterrar. Tiene tallados a los cinco perros de mandatario, sus "hijitos de cuatro patas", clones del Conan original. Es un pequeño momento de distensión, único, irrepetible, en una transición que llegaba más cargada incluso que la de 2015.

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Hay una constante, un karma que atraviesa a todo gobierno desde 1989: el saliente Alberto Fernández aparece atrás, convocado de nuevo para el acto formal cuando ya se había ido tras bambalinas, después de un saludo gélido con su excompañera de fórmula, a quien no veía desde hacía cinco meses. Al costado está la nueva vice, Victoria Villarruel, que descongeló por protocolo su relación con el economista para dar el puntapié inicial del gobierno de La Libertad Avanza (LLA).

Milei rompió una tradición de 40 años de democracia al no hablar ante la Asamblea Legislativa, pero parece que seguirá al pie de la letra otra costumbre. El espejo estaba ahí: el breve reencuentro de despedida de Alberto y Cristina fue la tercera vez en lo que va del año que se ve el binomio del Frente de Todos. La primera fue el 1 de marzo, también en el Congreso, el momento anual que se había convertido en la única ocasión en la que la coalición peronista dejaba por unas horas de lado sus diferencias para brindar, como las fiestas de ciertas familias que evitan hablar de política en la mesa. La segunda vez fue en la inauguración oficial del gasoducto Néstor Kirchner, el 9 de julio, para celebrar simbólicamente la independencia energética en plena campaña. Uno y otra disimularon el malestar mutuo, pero las caras de incomodidad quedaron ahí, para la historia, en el archivo presidencial.

Frío como el filo de la motosierra

La dupla Milei-Villarruel debutó en sus cargos con cierta frialdad, en comparación con 2015, cuando Mauricio Macri bailó en el balcón de la Casa Rosada mientras Gabriela Michetti cantaba a capella una canción de Gilda. Ya habiendo ocupado ese puesto, en 2019 Cristina Kirchner se refugió en las oficinas que estaba estrenando Wado de Pedro en el MInisterio del Interior mientras Fernández daba vueltas por la Casa Rosada. Le dejó ser protagonista, como intentaría que fuera durante el resto del mandato al desligarse de las políticas todistas que le disgustaban. “El que decide es el Presidente”, llegó a decir.

A cambio de los puestos que no le dejó llenar del gabinete (Seguridad y Defensa, que fueron para la exfórmula de Juntos para el Cambio), Villarruel ocupó un lugar destacado que sus dos últimas antecesoras no tuvieron el día de la asunción. En 2015, Macri fue con Juliana Awada al Palacio San Martín para saludar a las comitivas extranjeras; hace cuatro años, Fernández se paró en el Salón Blanco junto a Felipe Solá para el besamanos. También en la Casa Rosada, Milei estrechó las manos de sus pares acompañado por Diana Mondino -la economista, a horas de jurar como canciller- y Villarruel. Las luces se posaron sobre la vicepresidenta como no había ocurrido desde la campaña. Se quedó, eso sí, fuera del balcón cuando salió el Presidente al grito de "Hola a todos, yo soy el león". Tampoco tuvieron acceso, en ese momento, Karina Milei ni Fátima Florez, que escucharon al libertario desde adentro, apenas asomadas desde atrás.

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Fue en campaña cuando algo se rompió entre el presidente y la vice. Fue mucho antes de que Villarruel estrenara, a días del ballotage, su propia estética y su propio logo (con la V), acompañada en una recorrida por Ramiro Marra, fundador de LLA que no asumirá ningún cargo. Fue también antes de que ella se juntara con Macri a solas, otro que no quedó del todo conforme con el armado del gobierno. Fue, sostienen quienes conocen a ambos, cuando la diputada acaparó la atención de la campaña con los dos debates que ganó en TN. Como resumió entonces Letra P, su participación consagró la centralidad de la centraderecha, en un marco de profesionalismo que contrastó con lo que hasta entonces parecía un camino improvisado del liberalismo para llegar al poder. En 20 segundos derrotó a sus oponentes, mientras que Milei no generó el mismo impacto en sus cara cara con sus rivales.

La simbología libertaria está montada sobre Milei: las banderas amarillas que este domingo costaban mil pesos cerca de Plaza de Mayo, el pelo recreado en stencils, las medallitas con pequeños leoncitos que vendían en Avenida de Mayo y las fotos photoshopeadas de Milei con la banda presidencial. Igual, en algunas de las mantas se veía alguna foto de Villarruel. Tiene su público.

En el discurso para inaugurar su presidencia, después del diagnóstico de la herencia, el Presidente le dedicó una mención a su vice en el último párrafo. "Recuerdo cuando, hace dos años, junto a la doctora Villarruel, hoy vicepresidente de la Nación, ingresamos a esta casa como diputados", dijo. Casualidades de la vida, Fernández y Macri también aludieron una única vez a sus compañeras de binomio. "Quiero terminar agradeciendo profundamente la generosidad y destacar la visión estratégica que nuestra vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, ha expresado en este tiempo de la Argentina", destacó Alberto, unas palabras que hoy no repetiría. "Desde hoy, con Gabriela y todo nuestro equipo, vamos a ser el mayor de los esfuerzos", introdujo a Michetti, con calzador, el fundador del PRO.

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