EL NUEVO GOBIERNO

Javier Milei ante su pueblo: un hombre exultante en un traje apretado

Frente a la multitud, al Presidente se lo vio encorsetado en la formalidad: lectura de discurso sin rugido. Estética yankee y republicanismo.

Cultivado como político hace tan sólo dos años al calor de los reflectores del set de televisión, el presidente Javier Milei dividió en dos grandes bloques -y con gran pericia- su tarde de asunción presidencial y, puntualmente, su presentación como primer mandatario ante el pueblo libertario que lo vitoreó en la Plaza de los Dos Congresos: apretado primero en su traje oscuro institucional, le recitó con formalidad a su pueblo un rosario de críticas a la gestión saliente de Alberto Fernández, que lo escuchó atento y expectante en cada minuto; luego, se dejó llevar por completo por la euforia y los cánticos populares.

Con su llegada al Congreso, adonde arribó puntual como lo indicaba el programa de la Dirección General de Ceremonial, Protocolo y Audiencias, Milei marcó con sus saludos y gestualidades sus preferencias políticas. Antes de ingresar por la explanada, se volteó en algunas oportunidades para saludar al pueblo que lo esperaba hacía horas y ante el cual eligió dar su discurso, a contramano de lo que marca la historia.

Una vez adentro, le extendió una mano distante, aunque formal, a la vicepresidenta saliente, Cristina Fernández de Kirchner, seguido de un abrazo mucho más cálido al flamante presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, quien porta un apellido que condensa el liberalismo de la década del ‘90.

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Afuera, la multitud dispuesta en la plaza festejó ese primer contacto entre el líder libertario y la jefa del peronismo. Mientras eso sucedía, a las 11.55 pasaba a gran velocidad por Rivadavia y Balcarce el Mercedes Benz descapotable que lo transportaría unos minutos más tarde en su trayecto hacia la Casa Rosada.

Tras la ceremonia de jura, que fue fugaz y protocolar en el Congreso, el primer mandatario dio su primer discurso en las escalinatas del edificio legislativo bajo una estética muy similar a las que utilizan sus pares en Estados Unidos. De espaldas al edificio ubicado sobre la Avenida Entre Ríos y de cara al pueblo libertario habló durante casi media hora. Lo hizo con tono adusto, casi sin sus característicos rugidos, y sobre una amplia tarima, en un uso inédito entre los presidentes electos de Argentina.

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Javier y Karina Milei en la recorrida entre Congreso y Casa Rosada (Foto: Télam)

Javier y Karina Milei en la recorrida entre Congreso y Casa Rosada (Foto: Télam)

"Viva la libertad, carajo", gritó en una de sus últimas frases frente al Congreso y agregó: "Pónganse de pie, vamos a salir adelante". Inmediatamente después de eso, la cara de Milei se transformó: dejó de lado la seriedad y los tonos monocordes para descargarse entre la gente, con sonrisas y saludos en buen parte de su trayecto hacia la sede del poder Ejecutivo.

Arriba del auto y escoltado sólo por su hermana Karina Milei, el Presidente tuvo su primer gran movimiento popular, con la novedad que significa haber dicho en reiteradas oportunidades durante su discurso que venía a ajustar como nunca nadie lo había hecho en el país. A contramano de medidas antipopulares de otras administraciones, la de Milei fue recibida con efusivos saludos, cánticos de "libertad" y "la casta tiene miedo".

Aún así, el momento de mayor cercanía la tuvo en la mitad de su camino, cuando decidió bajar del Mercedes Benz a saludar a un perro, en un gesto de calidez ante miles de personas que lo acompañaron desde temprano en la calurosa tarde de domingo.

Javier Milei durante la recorrida de Congreso a Casa Rosada
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