En el gobierno que vino a derrotar a la casta chorra el silencio es salud. Pierden los buchones, no los corruptos. El problema es político electoral, no moral.
Javier Milei con Diego Spagnuolo, el funcionario desplazado.
La decisión de Javier Milei de echar al titular de la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS), Diego Spagnuolo, por, aparentemente, revelar un sistema de corrupción en la compra de medicamentos es una reacción decepcionante para el sector de la sociedad que votó porque creyó en la promesa del outsider de terminar con la casta corrupta.
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Es, además, un mensaje siniestro hacia adentro del Gobierno: el silencio es salud. Buchones, ¡afuera! Corruptos, ¡adentro!
Como en la noche del miércoles adelantó Sebastián Iñurrieta que ocurriría lo que terminó pasando en las sombras de la hora de las brujas, el Presidente despidió a Spagnuolo, su amigo y abogado, despupes de 24 horas de tensiones y repercusiones por la difusión, por parte del canal de setraming Carnaval, de una serie de audios en los que un hombre que sería el jefe de la ANDIS revela un mecanismo de sobornos: la compra de medicamentos con la presunta contraprestación de coimas.
Lule Menem, operador senior de Karina Milei, El Jefe de Javier Milei.
Las razones del Gobierno para echar al presunto desbocado
La explicación oficial es curiosísima. “Frente a los hechos de público conocimiento y ante la evidente utilización política de la oposición en año electoral, el Presidente de la Nación ha decidido, de manera preventiva, la remoción del cargo del Director Ejecutivo de la Agencia Nacional de Discapacidad, Diego Spagnuolo”, indicó la Casa Rosada.
O sea:
1) El problema es político electoral, no moral: nos complica la campaña.
2) El problema es la indiscreción, no la presunción de corrupción: preventivamente, afuera el desbocado, por buchón o por boludo, pero ninguna prevención con las personas que podrían estar haciendo lo que Milei había prometido que el Estado dejaría de hacer si la casta chorra era derrotada.
Un código de silencio de Javier Milei
Según Wikipedia, "Omertà es un código de silencio y un código de honor y conducta del sur de Italia que da importancia al silencio ante los interrogatorios de las autoridades o personas externas; la no cooperación con las autoridades, el gobierno o personas externas, especialmente durante las investigaciones criminales; e ignorar deliberadamente y, en general, evitar la interferencia con las actividades ilegales de otros (es decir, no contactar a las fuerzas del orden o las autoridades cuando uno tiene conocimiento, es testigo o incluso es víctima de ciertos delitos)".
Omertá es el título de la novela de Mario Puzo que inspiró a Francis Ford Coppola para escribir -junto al escritor italiano- y dirigir la saga de las tres El Padrino, la más icónica de las obras cinematográficas sobre la mafia.
Robert de Niro y Brian De Palma crearon una escena escalofriante en Los Intocables, otro clásico del subgénero de la mafia: en una cena con los jefes de las familias que se reparten los negocios del crimen organizado en la Chicago de la ley seca, Al Capone le rompe la cabeza con un bate de beisbol a un colega al que acusa de traición y deslealtad. El mensaje fue cristalino: el silencio es salud y la indiscreción, sentencia de muerte.
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Javier Milei, de las promesas a los hechos
Dos aclaraciones importantes:
1) Lejos de ser un patriota, a Spagnuolo, si fuese él quien habla en los audios del escándalo, le cabría una investigación por presunto incumplimiento de sus deberes de funcionario público, porque habría omitido hacer la denuncia formal correspondiente a sus obligaciones.
2) Mientras se escriben estas líneas, circulan especulaciones periodísticas que lo colocan en una posición más complicada que en el rol de buchón castigado en el que lo puso el Gobierno; concretamente, embarrado en el lodo de ese sistema que en los audios le adjudicaría a terceras personas.
Mientras eso no se aclare, lo que surge de la decisión presidencial y de la explicación oficial son esos mensajes, también cristalinos, aunque acaso decepcionantes para la porción de la sociedad que se ilusionó con la tierra prometida de la transparencia.