La aguda crisis de identidad que atraviesa a las alianzas más establecidas le hace muy difícil a la sociedad leer hacia dónde pretende llevarla la política en este año de definiciones. Ahora es Juntos por el Cambio (JxC) la que bruxa con más furia. La reunión de este lunes de la Mesa Nacional de la alianza, en la que las autoridades de los partidos que conforman la coalición discutirán los posibles ingresos de José Luis Espert, Margarita Stolbizer y, sobre todo, Juan Schiaretti, promete tormenta. Como se sabe, Horacio Rodríguez Larreta quiere ampliar la base y avanzar al posmacrismo en todas esas direcciones contrapuestas, pero el detalle es que esa estrategia es tanto una forma de superar al oficialismo y a la patria paleolibertaria como un modo de complicarle la vida a Patricia Bullrich.
Por un lado, si Juntos sumara una pata de derecha dura como la del primero de los mencionados, incorporaría –en teoría– votos que podría captar Javier Milei, pero en la interna, también podría dividir el electorado que cultiva Bullrich. En tanto, los otros dos fichajes ampliarían una base de centro y centroderecha que podría fortalecer al jefe de Gobierno porteño. El hombre es goloso.
Dicen que la guerra es la política por otros medios. ¿No será al revés?
Schiaretti y el clóset
No está mal que el gobernador saliente de Córdoba abandone de una vez el cuerpo peronista que no reconoce como suyo y se asuma como lo que fue desde el inicio de su vida política: un conservador en lo político y un liberal en lo económico. Eso, claro, lo ordenaría a él y también, en una medida modesta, a la política argentina. Sin embargo, el peronismo federal se llena de resistencias y de preguntas, lo que dispara un interrogante mayor: ¿qué es lo que Schiaretti le aportaría a Juntos por el Cambio?
Para Rodríguez Larreta, caudal electoral. Así lo dijo en un comunicado escrito de manera atropellada , que comienza por atribuir los males del presente al kirchnerismo –algo curioso: ese sector no se hace cargo de nada de lo que pasa– y que menciona la palabra "cambio" 11 veces en un texto de 406 palabras. Tanto énfasis…
Bullrich, por su lado, se opone y replicó que "una cosa es ampliar y otra, amontonar. El 25 de junio tenemos una elección en Córdoba y 88 lugares donde competimos con Schiaretti; la gente está con una confusión enorme. Estas cosas de último momento generan mescolanza". Punto para ella: ayer nomás el electorado cordobés fue llamado a las urnas para renovar más de 80 municipios.
"No vamos a entregar a nuestra gente en Córdoba, que está luchando para ganarle a Schiaretti, que está hace 24 años", añadió la Dama de Hierro. Su gente, claro, son los precandidatos a gobernador, Luis Juez, y a intendente de la capital provincial, Rodrigo de Loredo.
El alcalde porteño insistió en su texto en que apoya a ambos, pero hacerlo y sellar un destino común con el rival de estos es al menos raro. ¿Nos dice algo sobre el desenlace posible de esas PASO presidenciales calientes el hecho de que Larreta sea un día paloma y otro halcón, y que busque sumar por el centro y por derecha mientras que Bullrich se apega desde hace años a un discurso duro monolítico? En otras palabras, aunque no sea buena o mala per se, ¿la coherencia da cuenta de cierta confianza en el futuro?
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La exministra de Seguridad también quiere ampliar JxC, solo que en otro sentido. Frustrada por la negativa pluscuamlarretista a convocar a Milei, va buscando los retazos de cualunquismo que este no logra recoger. En ese sentido volvió a meter mano en la provincia de Buenos Aires con una reunión que la juntó con su referente Néstor Grindetti y con el precandidato sin partido Fernando Burlando.
Mauricio Macri está definitivamente jugado a favor de la facción ultra, acaso por vocación, pero más probablemente para evitar que el PRO devenga en un posmacrismo. Por algo viajará este martes a Córdoba para mostrarse con Juez, el otrora miembro del trío de alcaldes progresistas que conformaba con Aníbal Ibarra y Hermes Binner. Has recorrido un largo camino, muchacho.
La opinión de la tribuna
La UCR, vasalla voluntaria del PRO, sufre por esa guerra ajena. El Grupo Malbec busca ponerle compañero de fórmula a Bullrich, mientras que Gerardo Morales sueña con acoplarse a Larreta. Aunque una alianza con Schiaretti le complicaría grandemente la vida al radicalismo cordobés a solo nueve días de la inscripción de alianzas electorales, el gobernador de Jujuy defiende la alquimia para que JxC no se convierta en "una secta".
En otro track, el primer vendedor del humo del voto peronista en JxC, Miguel Ángel Pichetto, pelea entre el deseo de sentirse al fin menos solo y la sospecha de que, sin consenso, eso no va a ser posible.
Milei y la suerte del peronismo
Con una oferta tan líquida, la ciudadanía tan aturdida y tantos intereses en juego, las encuestas son un albur. Para algunas, el León le provoca pánico a la demiurga del peronismo, Cristina Fernández de Kirchner; para otras, la colina que subió lo depositó en una meseta vasta.
En definitiva, ¿cuánto valdrá Milei? ¿El tercio que dicen o menos? ¿Que la sociedad está enojada, empobrecida y descreída de su vieja convicción de constituir una gran clase media le asegura el éxito a la ultraderecha o el carácter gaseoso que esta va adquiriendo por la falta de habilidades políticas del minarquista le puede complicar la movilización de los electorados y la defensa de los votos? ¿Será que si él se desinfla, la que se infla es Bullrich y que Larreta zigzaguea por la confusión que le causa ese escenario?
El tiempo es un gran ordenador. El tamaño del tercer factor determinará, además de los pésimos resultados de su gestión nacional, en qué medida el peronismo se dispone a vivir la tragedia griega del futuro que presiente, pero que puede terminar por desencadenar, paradójicamente, por intentar eludirlo.
La grieta y una nueva geometría política
La grieta, por definición, polariza las posiciones, pero podría ocurrir que su reinado entrara en crisis si el ordenamiento dual que le da a la política se probara una y otra vez disfuncional para terminar con la crisis permanente.
Las preguntas se acumulan en la era de la incertidumbre:
- ¿La emergencia de un tercer actor pondría en crisis el clivaje conocido?
- Si Milei estuviera acumulando para sí o, involuntariamente, para Bullrich, ¿en que brazos se arrojaría la Argentina no encuadrada que oscila entre el progresismo no peronista, el liberalismo político y el conservadurismo moderado?
- Y si Larreta se impusiera en la gran interna informal del antiperonismo, que incluye a los paleolibertarios, ¿nacería al fin la ancha avenida del medio con la que soñaron tan largamente como sin éxito peronistas como Massa, Roberto Lavagna y una multitud de federales?
- Por último, si octubre encontrara al peronismo remoldeado por CFK tercero, en colapso y fuera del ballotage, ¿cómo haría para que el mundo no creyera que el fracaso es suyo y no de Alberto Fernández?
- ¿Será que el porvenir oscila entre el fin del macrismo y el del cristinismo?
Todas, por ahora, son estelas en el mar.