Patricia Bullrich quedó fuera de la carrera y dejó en estado de orfandad más de 5,8 millones de votos. Los anticipos de las encuestas coincidieron con el pálpito de la dirigencia de Juntos por el Cambio (JxC) que comenzó a prepararse anticipadamente para un proceso de reconfiguración inédita. Sergio Massa y Javier Milei batallarán por ese electorado que pasó antes por Horacio Rodríguez Larreta o permaneció en ambas instancias con la ganadora del duelo de las PASO.
Se trata del núcleo duro que eligió ratificar su apoyo a pesar de un proceso de áspera interna entre las dos figuras que se disputaron el liderazgo, terciadas por el fundador del PRO. Mauricio Macri aprovechó la ceguera de los duelistas para proyectar su injerencia aún en tiempos de recambios.
De centro, moderado y de perfil republicano, ese universo tenderá a responder con su voto a la pregunta ¿quién no quiero que sea el futuro presidente? Sin embargo, la simplificación de la oferta que propone el escenario de ballotage no admite, por ello, explicaciones reduccionistas.
En Juntos por el Cambio conviven la UCR y el PRO, con perfiles disímiles aunque complementarios. La actitud que tome su dirigencia en las próximas semanas será clave porque marcará la primera orientación para ciudadanos y ciudadanas que deberán elegir entre dos opciones que descartaron en agosto y en octubre.
La porción filomacrista podría encontrar un refugio en las canteras del libertario. La disonancia se reduciría en dosis aceptables porque, se supone, que su límite infranqueable es el kirchnerismo.
Su conductor primigenio se encargó de remarcar esas fronteras ideológicas durante la campaña. Macri avanzó y retrocedió; anticipó la duda que caerá en la estructura electoral fidelizada este 19 de noviembre. Los manifiestos de apoyo a Bullrich, en redes y en el territorio, se fueron mechando con la circulación de versiones que instalaban la afinidad con Milei y el rechazo absoluto al oficialismo nacional, pese a la incertidumbre.
En cambio, la pata filoradical de JxC recibió señales más confusas de su dirigencia. Inmediatamente después de las PASO, el estado de conmoción interna quedó expuesto con declaraciones jugadas de algunas de sus figuras. El gobernador electo de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, dijo abiertamente que elegiría al libertario si en el otro extremo se ubicaba el peronismo. El economista Martín Tetaz fue otros de los que anticiparon su voto en ese mismo sentido.
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Sin embargo, el radicalismo fue madurando lentamente que su límite era Milei. En Evolución, su armador Emiliano Yacobitti marcó el nuevo estado del debate interno con un viraje que daba fe de las escasas probabilidades de una unión contra natura con el minarquista. Los virajes siguieron. El propio Pullaro relativizó su postura al llamar al economista “autoritario” en el marco de un cruce de Milei con el porteño Leandro Santoro.
La postura coincidía en tiempo y espacio con la convocatoria de Massa a un gobierno de unidad que, por ejemplo, tiene capítulos experimentales en la Jujuy gobernada por el presidente de la UCR, Gerardo Morales. Otro ejemplo: el exgobernador de Corrientes, el radical Ricardo Colombi, había asegurado que, de darse el escenario de este domingo, apoyaría a Massa.
El exponente de Unión por la Patria apelará a ese votante radical y larretista que no dejará el dique seguro de la política de sistema, pese a todo. Lo hará con un envión propositivo y, sin dudas, con la carta de la unidad transversal.
Statu quo, osadía o abstención
El desafío de las dos fuerzas estará puesto en ese cúmulo de votos de JxC que este domingo ingresó en la categoría de perdedores. A la disyuntiva entre los límites de la oferta descartada en la elección general se suma la variable de la participación. ¿La oposición y su electorado jugarán la carta de la abstención?
No puede descartarse. De hecho, referentes de la UCR como Alfredo Cornejo mostraron la lejanía con ambos polos. "Elegir entre Massa y Milei es como elegir entre Frankenstein y Drácula", dijo a Letra P el gobernador electo de Mendoza inmediatamente después de su triunfo.
“El comportamiento proyectivo puede pendular entre sostener el statu quo institucional en el oficialismo o buscar una idea desértica y atrevida, donde la única certidumbre es la incertidumbre. En otras palabras, el desafío será resolver esa dicotomía entre que el costo de participar no sea más oneroso que el beneficio de elegir, aún en decisiones perdidosas”, sintetiza Jorge Borgognoni, miembro fundador de la Asociación Argentina de Consultores Políticos.
El ballotage resignifica el escenario electoral y marca el inicio de una campaña totalmente nueva. El “voto rechazo” domina, pero también es cierto que los antecedentes y preferencias políticas son importantes, aunque no determinantes. Este es el marco que explicita el politólogo Gustavo Córdoba para anticipar que “los votos de Bullrich podrían ir a Milei, a Massa o a la abstención, en ese orden”.
Cristián Butié, en tanto, manejaba datos de cosecha propia que anticipaban un despegue importante de Massa, sobre todo en el conurbano bonaerense. Producto de esta situación, ya imagina una distribución "heterogénea" del voto de las fuerzas que quedaron afuera. “Si Massa logra en el marco de un gran acuerdo nacional sumar al radicalismo, nos encaminamos hacia un escenario más parejo de lo que pensamos”, señaló el analista a este portal.
El crecimiento exponencial de Massa en una plaza refractaria como Córdoba, por ejemplo, es otro dato rápido que muestra que la batalla que se viene será corta, pero intensa. La reunión del radicalismo en Buenos Aires, a las 20.30 de este domingo, anticipan los tiempos deliberativos que se vienen.