"Llevamos 32 meses ininterrumpidos de creación de trabajo registrado. Digo con orgullo que creamos 1.100.000 puestos de trabajo", dijo Alberto Fernández este domingo, en Salliqueló, durante la inauguración del gasuducto Presidente Néstor Kirchner. Fue un discurso autorreivindicatorio. Minutos antes, acaso embargada por el contexto positivo de la presentación de una obra monumental, Cristina Fernández de Kirchner se había hecho cargo de la criatura que creó en 2019. Por primera vez en por lo menos dos años, había hablado de "nuestro gobierno". A su turno, el Presidente usó la primera persona del singular para rendirle cuentas a Perón. "Si gobernar es trabajar, General, he cumplido", citó al fundador del justicialismo, que, en rigor, había dicho que "gobernar es crear trabajo".
Lamentablemente, el Presidente no cumplió en tres promesas centrales, a saber:
-Prometió "poner a la Argentina de pie" y la Argentina, tres años y medio después de su llegada a la Casa Rosada, no ha podido dejar de arrastrarse ante el Fondo Monetario Internacional (FMI). El ministro de Economía - precandidato presidencial Sergio Massa lidia con la pesadísima herencia de Mauricio Macri en una negociación que no llega a buen puerto: el organismo no afloja frente a la pretensión nacional de que le afloje las metas de ajuste fiscal para tener alguna chance en las urnas de agosto primero y de octubre después.
-Prometió trabajar para que el hambre termine en el país, pero la última medición de la pobreza que difundió el INDEC arrojó una suba del 37,3% al 39,2% entre el final de 2021 y el de 2022. El drama aqueja a 18,1 millones de personas, entre quienes se cuentan 3,7 millones que no tienen acceso mínimamente suficiente a la comida. De la Mesa contra el Hambre que armó Fernández en el inicio de su administración, que contaba con celebridades de distintos ámbitos, nada más se supo después de un par de presentaciones que quedaron en la foto.
-Prometió "unir a los argentinos" y, después de un arranque aupicioso en el que trabajó con la oposición para enfrentar la pandemia, la grieta es más feroz que nunca. Alcanza con ver cómo anda por casa el Presidente, que no pudo siquiera mantener unido al frente oficialista: tanto se rompió el Frente de Todos que sus socios tuvieron que sepultarlo para enfrentar la campaña con una marca nueva: así nació, como de un repollo, Unión por la Patria. El lavado de cara se está traduciendo en un notable esfuerzo por mostrar un peronismo unido, aunque sea tarde con alambre.
El problema para el electorado desencantado y, sobre todo, para su franja más volátil, es que, si hace un poco de memoria, la oposición tampoco había cumplido en nada cuando fue gobierno. De hecho, fue pionera en cambiar, pero de nombre (Cambiemos / Juntos por el Cambio), para tratar de "darla vuelta", como arengaba Macri después de las PASO de 2019, cuando, lógicamente, el entonces oficialismo perdió por paliza.
¿Y entonces? Los inéditos niveles de ausentismo y voto en blanco que se están registrando en las elecciones provinciales son, dicen analistas, señal del desconcierto de una sociedad saturada de frustración.