ES LA ECONOMÍA

Sergio Massa, en el túnel del Fondo

La renegociación del acuerdo con el FMI es un hueso duro de roer. Amenazas de una economía que se enfría y una campaña que entra en calor.

La renegociación del acuerdo que –por ahora– sigue en vigor con el Fondo Monetario Internacional (FMI) es un hueso duro de roer y la tantas veces anunciada partida a Washington del viceministro de Economía, Gabriel Rubinstein, y del jefe de Gabinete del Palacio de Hacienda, Leonardo Madcur, entre otros técnicos, se sigue demorando. Claramente, la tinta no está todavía sobre el papel que Sergio Massa pretendía firmar tres semanas atrás.

Liliana Franco informa en Ámbito Financiero que el organismo acepta reducir la meta de acumulación de reservas –algo inevitable debido a la sequía–, cubrir en su totalidad los próximos vencimientos –de modo de no pedirle al Banco Central lo que simplemente no tiene– y hasta realizar un aporte extra de 2.000 millones de dólares. Sin embargo, no afloja en lo que respecta a mantener los objetivos del ajuste fiscal, algo que el Gobierno resiste como gato panza arriba.

El rechazo oficial responde, por un lado, al hecho de que sostener el ajuste es un seguro de salida para cualquier administración que enfrenta elecciones. Segundo, porque no flexibilizar las metas presupuestarias vigentes resulta imposible cuando la economía amaga con dirigirse a una recesión, producto del desplome de las exportaciones por el desastre climático y también de la marcha con freno de mano que la falta de divisas le impone a la actividad… A no ser, claro, que el gasto público se desplome en términos reales –descontada la inflación–, mucho más que la recaudación en la economía fría que se avecina. Si Massa aceptara semejante cosa, la Unión por la Patria (UP) hasta podría ahorrarse las incomodidades de presentarse a los comicios.

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El FMI siempre es y será lo que ha sido. Si hasta cuando "ayudó" a Mauricio Macri en 2018, lo hizo a cambio de un ajuste feroz, solo que el entonces presidente y su ministro Nicolás Dujovne no entendieron nunca las implicancias políticas y electorales de semejante beso de la muerte.

Vale, con todo, una aclaración: el derrumbe que registraron ayer los títulos públicos y las acciones nacionales pareció deberse más a una combinación de factores externos y a una toma de ganancias tras el rally reciente, que a la desconfianza por la demora de las tratativas con el Fondo. De cualquier modo, conviene mantener la atención.

Como sea, por esta y otras razones, la economía está entrando en un túnel, tomada de la mano de las chances electorales del panperonismo. Ante eso, y en verdad en interés de la sociedad, es de esperar que las gestiones con el FMI se destraben lo antes posible, de modo que la economía encuentre al menos ese ancla módica para expectativas volátiles.

Lo que pasa cuando los muertos pagan

Los pagos del mes pasado al organismo –2.700 millones de dólares en derechos especiales de giro, o DEG, y yuanes raspados del fondo de la olla– fueron, todo lo indica, los últimos que se realizarán hasta que haya un nuevo acuerdo superador… o se renuncie a él. Los de julio entraron en tiempo de descuento hasta fin de mes y la razón es clara: no hay más dinero.

Un dato preocupa: para hacerse con esos DEG –la moneda del FMI, de los que el Banco Central tenía un remanente– y de esos yuanes, el Tesoro tuvo que tomar de la autoridad monetaria nada menos que 688.000 millones de pesos más. El aumento sostenido de la emisión monetaria es un seguro de mayor inflación futura –el alivio de este mes podría ser una golondrina solitaria– y una amenaza cambiaria. En efecto, ¿qué otro destino que el billete verde encontraría, después de pegar toda la vuelta a la economía, la parte de esos pesos que no sea esterilizada en base a más –sí, todavía más– endeudamiento?

La Nación advierte que el plazo promedio al que se renuevan los plazos fijos en los bancos nunca fue tan breve: apenas 52,1 días. "Eso indica que más del 90% de los 6,7 millones de colocaciones de este tipo realizadas por individuos fue constituido al menor período de imposición posible, dato que –según los analistas– describe perfectamente el grado de incertidumbre que predomina en la economía local, en especial, sobre la muy amenazada salud de la moneda", señala el autor del artículo, Javier Blanco. El mercado mira ya qué puede pasar con el dólar y calcula el momento de saltar del bote de los pesos al de la moneda estadounidense.

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Así las cosas, a pesar de los éxitos que viene registrando el Ministerio de Economía en la renovación de los vencimientos de la deuda en moneda local y de la calma con la que se vienen operando los dólares paralelos, "la posibilidad de nuevos eventos cambiarios sigue vigente", dice Analytica Consultora en su último informe.

"Hasta tanto el Gobierno responda la pregunta de dónde provendrán los dólares necesarios para sostener el nivel de actividad, intervenir en la brecha –para administrar la volatilidad de los dólares financieros– y pagarle al FMI y a los acreedores externos, las dudas subsistirán", advierte.

¿Hacia una era de hielo?

Julio se está convirtiendo en el mes más caliente de la historia dadas las preocupantes temperaturas que está registrando el hemisferio norte, pero en lo que respecta a la economía nacional manda el frío.

Según el INDEC, la actividad industrial se va frenando: creció 1,1% en mayo contra igual mes de 2022, pero se achicó 1,5% con respecto a abril. En tanto, la construcción directamente se hundió 2,9% interanual.

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Si la inflación, punto más o punto menos, no deja de ser un drama y si la actividad se pone fresquita, no debe sorprender que el conflicto social vaya en alza.

Así lo comprobaron las legiones de personas que encontraron ya en la tarde del jueves graves problemas para volver a sus casas por un paro de colectivos que estaba previsto para el viernes, pero que al menos medio centenar de líneas adelantó intempestivamente por la postura de un sector disidente de la UTA, que acusa a la conducción del sindicato de cangrejear en las negociaciones paritarias.

El desafío para Massa corta con la dulzura de los últimos días y con los preparativos para las mieles de la unidad que vienen.

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