Las elecciones provinciales celebradas este año confirmaron una tendencia que comenzó en las legislativas de 2021 y complica los planes del peronismo para retener el poder, ahora a través del frente Unión por la Patria: cada vez menos gente asiste a votar o lo hace sin elegir a nadie.
Si se suman las ausencias a los sufragios en blanco, anulados e impugnados, la no participación superó siempre el 30% y alcanzó casi un 50% en algunas provincias. Nada indica que estos guarismos no se repitan en octubre y las cifras que vienen dejando los comicios locales dan cuenta de que el peronismo es el más perjudicado, porque la rebelión es mayor en su base electoral.
Este domingo, la victoria de Juntos por el Cambio en las primarias de Chaco fue un ejemplo. Sólo el 52% del padrón participó de las elecciones, 20 puntos por debajo del promedio.
En San Luis, hace una semana, la concurrencia fue del 71%, seis puntos menos que cuatro años antes. El gobernador Alberto Rodríguez Saá sabía que su pupilo, Jorge Fernández, sólo podía ganar si más del 80% del electorado puntano iba a las urnas, como en las viejas épocas. Apeló a su estructura para lograrlo, pero no pudo revertir un clima de época que JxC celebra en silencio.
Se entiende: una baja participación permite consagrar a los candidatos de la UCR o del PRO sin que aumenten su caudal de votos respecto de 2019, que, según los sondeos, representa más un techo que un piso. Fue lo que explicó el triunfo de Diego Santilli en las legislativas de la provincia de Buenos Aires de 2021: El Colorado cosechó 300 mil votos menos que los obtenidos por María Eugenia Vidal dos años antes, cuando perdió por 14 puntos con Axel Kicillof.
Si bien Santilli también se benefició de la dispersión de opciones electorales por izquierda, derecha y centro, nada lo favoreció más que una caída de diez puntos en la concurrencia respecto de los comicios anteriores, que escaló a 13 en ciudades decisivas para el peronismo bonaerense, como La Matanza.
En la Tercera sección electoral (4,6 millones de votos del sur del conurbano que explican cada victoria del PJ en Buenos Aires), en las legislativas de 2021 sólo participó el 64.83% del padrón y el 6% votó en blanco, lo que representó una caída de 800 mil sufragios para el Frente de Todos respecto del día en que Alberto Fernández se convirtió en presidente. Revertir esa tendencia es el principal desafío de Unión por la Patria.
Todo sigue igual
El ausentismo es el mayor problema para el oficialismo por una ecuación simple: si una porción de la base histórica del PJ manifiesta su desencanto con el Gobierno con su inasistencia, no tiene posibilidades de ganar.
Fue por estas cuentas que Cristina Fernández de Kirchner planteó que el primer y gran desafío es alcanzar el ballotage en una elección de tercios; o sea, sin aspiraciones de llegar al 40% en octubre. En una segunda vuelta, los candidatos acaso deberían tener como tarea central pedirle a la gente que fuera a votar. Sería inédito.
En Chaco, la participación ya había caído diez puntos en 2021, con un 7% entre votos blancos y nulos. Los comicios de este domingo dejaron algunas cifras para explicar cómo golpea al peronismo la baja concurrencia.
Sumadas, las dos listas de JxC lograron 31.700 votos más que en los comicios a gobernador de 2019, lo que representa sólo un 3% más del electorado. Sin embargo, con la caída de la concurrencia los porcentuales se inflan. Así fue como la oposición pudo escalar, en cuatro años, de 31 a 42% y pasar de perder por 18 a ganar por seis puntos.
El fenómeno del ausentismo también llegó a provincias gobernadas por la UCR, como Corrientes (eligió legisladores) y Mendoza (tuvo elecciones primarias), donde hubo récord de no participación: sumadas las abstenciones e impugnaciones, entre el 40 y el 50% de los electorados de esos distritos no eligió a nadie.
En estos casos también pudo comprobarse que la base peronista es la más perjudicada con la no participación: los oficialismos radicales ganaron con comodidad y el PJ tuvo pisos porcentuales históricos, con 15% en Mendoza y 27% en Corrientes.
En las provincias en las que hubo victoria peronista, la concurrencia a las urnas se mantuvo casi igual. Sergio Ziliotto se consagró en La Pampa por cinco puntos de distancia y sólo un 4% menos de participación que cuatro años: 73 contra 77%.
En Tierra del Fuego, la participación fue casi la misma, aunque cayeron los sufragios válidos: el voto en blanco creció de 7 mil a 22 mil. Claramente, al peronismo lo perjudican en mayor medida las ausencias, que representan a un sector que ni siquiera tiene intención de expresarse.
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En Tucumán, la asistencia volvió a estar por encima del 80%, favorecida por un sistema de candidaturas múltiples conocido como "acoples", y la victoria del PJ no estuvo en riesgo. Es el mismo porcentaje del electorado que fue a elegir presidente en 2019 y que no será fácil repetir en octubre. Unión por la Patria lo necesita.
Un temor compartido en UP y en JxC es que una parte del sector desencantado vote en la presidencial por Javier Milei y lo impulse a llegar a un ballotage. Es lo que indican muchas encuestas que encargan y prefieren no difundir. Saben que el juego está abierto y es mejor que algunos datos no se conozcan.