En las horas posteriores al triunfo en las elecciones para el gobierno de la ciudad de Córdoba, el peronismo provincial ya le señala a la oposición el escenario que tanto temía: el recambio generacional es un hecho y se consolidará con el control simultáneo de la provincia y de su capital. Como una evolución del sistema de postas que imaginara hace 24 años José Manuel de la Sota y que tuviera a Juan Schiaretti con el primer relevo, hoy son dos los que corren con el preciado testimonio. De buen vínculo entre ambos, su centralidad quedó confirmada en la noche del pasado domingo. Uno es el electo gobernador Martín Llaryora, otro el electo intendente, Daniel Passerini.
A diferencia de la dupla antecesora, el doble triunfo peronista expone de modo palmario la piedra fundamental para un proyecto basado en la reciprocidad inmediata. Passerini continuará la gestión que Llaryora empezó con la confirmación de que la Municipalidad ya no es un ancla para cualquier carrera política. Si logra los objetivos, que no difieren esencialmente de los que planteara su antecesor, quedará posicionado para ocupar la silla que el sanfrancisqueño dejará cuando la jugada presidencial se concrete.
"Schiaretti dijo el domingo que su principal legado, su mayor triunfo, será pasarle la banda de gobernador a Martín, que es el dirigente que viene a interpretar el recambio generacional, no sólo en nuestro espacio sino en la política de Córdoba y a nivel nacional. Obviamente yo, continuando la gestión en la Municipalidad, represento esos mismos valores y ese mismo espacio. Con Martín fuimos funcionarios, ministros, tanto de Juan como de José Manuel, y representamos la etapa que empieza a partir del 10 de diciembre", precisa quien aún actúa como viceintendente en diálogo exclusivo con Letra P.
En los diez años que median desde su irrupción en la primera división del cordobesismo,el exdiputado ha confirmado que su ambición no conoce de restricciones territoriales. Aún antes de asumir como gobernador, marcó un objetivo superador de los padres fundacionales: Córdoba quiere formar parte de la oferta de presidenciables del peronismo más allá de las apuestas de Schiaretti y De la Sota, que siempre priorizaron la isla a la integración con el PJ nacional.
Sin contrariarlas, Passerini pone prudencia a las predicciones. Su camino será más largo y reconoce, implícitamente, la existencia de jerarquías, las mismas que De la Sota y Schiaretti supieron borrar con un pacto de respeto por las decisiones que impulsara quien estuviera a la cabeza del proyecto cordobesista.
"Martín es el líder, claramente es así. En estas elecciones hizo la conducción que debe hacer un conductor en momentos determinantes", enfatiza Passerini.
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El reconocimiento también apunta al trabajo de todos los sectores del peronismo para la holgada victoria sobre Rodrigo de Loredo, con todos sus dirigentes trajinando calles y pasillos para reunir apoyos por el candidato a alcalde, en marcada oposición a las hipótesis sobre una supuesta "entrega" de la capital provincial.
"El artífice de mi triunfo fue Martín. Y uno de los principales militantes fue Juan. A nadie le quedan dudas que el peronismo jugó entero para que sigamos gobernando la ciudad. Además hubo otra hipótesis, sostenida por el aparato comunicacional hegemónico de Buenos Aires que respalda a JxC, que decía que De Loredo ya era intendente. Nosotros respondimos con política, con militancia a ese marketing, a las operaciones. En Córdoba ganó la política", subraya.
Tensiones
Ya incursionando en el teatro nacional, Passerini elige rubricar las ideas que expresara Martín Llaryora en la noche de su consagración y que han puesto al peronismo cordobés bajo la lupa de analistas porteños. Los mismos a los que el electo gobernador dedicara parrafadas que rápidamente tornaron virales.
Pero, aplacando las variadas apreciaciones que aquellas palabras provocaran entre interlocutores deseosos de sumar a las voces mediterráneas a su propia construcción, el médico rubrica la continuidad de una estrategia que tiene como próxima parada la puja por la presidencia. Ratificando el compromiso con Juan Schiaretti, el encargado de proyectar el modelo a escala nacional, cierra la puerta a cualquier emisario de otras latitudes. Aún aquellos compañeros que se ilusionan con un robustecido panperonismo.
"Las interpretaciones son diversas. Muchos la leen con el ojo que les queda cómodo. La misma noche del domingo, a la hora que estábamos festejando, Sergio Massa hizo declaraciones... Claramente, todos quieren venir a sacarle algo a Córdoba. Todos quieren hacer campaña para ellos, como lo hicieron los pituquitos que vinieron a Córdoba. Nosotros no entramos en esa discusión porque trabajamos fuertemente para que Schiaretti sea presidente. Toda otra discusión no interesa hoy", enfatiza.
Tales límites rigen también, claro, para dirigentes del Frente de Todos. No obstante, admite que para la construcción de la estructura que gobernará la segunda ciudad del país hay un viceintendente que proviene del PRO, como Javier Pretto, y componentes que provienen del kirchnerismo y de otras vertientes del peronismo.
"También tuvimos esa situación en elecciones anteriores, donde la decisión de nuestro espacio provincial iba en un sentido y había dirigentes de nuestro bloque que tenían una idea nacional distinta. Eso no perjudicó, ni alteró, el trabajo a nivel provincial", evoca.
En el interín, otros interrogantes llegan a su mesa. Entre ellos, la conformación del nuevo gabinete municipal, en el que tendrá que replicar la representatividad que tiene la lista de concejales que lo acompañará. Reafirmando mesura, Passerini asegura que la nómina está casi definida, aunque esperará el momento oportuno para informarla. "Hay otras prioridades, Hasta el 13 de agosto no vamos a hablar de eso", remarca.