Tendrá bloques más grandes, pero deberá negociar para no seguir preso del Poder Legislativo. La reunión de Santiago Caputo con la oposición. La rosca de Menem.
Javier Milei presenta el Presupuesto en el Congreso.
Santiago Caputo no pudo con su ansiedad. El miércoles, antes de los cierres de campaña, el asesor llamó a los senadores Carlos Espínola y Juan Carlos Romero, de Provincias Unidas, y empezó a ejercer su rol de negociador entre Javier Milei y el único sector de la oposición que a partir del lunes puede frenar la secuencia de derrotas oficialistas en el Congreso.
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El monje negro pidió ayuda. Parecía otro. Los senadores le reprocharon que el Gobierno se retiró de la gestión legislativa por soberbia y que las consecuencias están a la vista. “Estamos dispuestos a encauzar el diálogo político. Pero necesitamos que se pueda cumplir la agenda del Presidente”, respondió Caputo, durante la media hora que duró la reunión.
Ambos legisladores explicaron que para el Congreso que viene, en el que el oficialismo si bien tendrá más tropa pura igual necesitará aliados hasta para llegar al tercio, no puede continuar la doctrina de “látigo o látigo”. Así definía el año pasado el radicalismo a la negociación legislativa de Milei, que consiste en pedir leyes, no dar nada a cambio y acompañar la negociación con un bullying en redes sociales.
Ese método sólo podía durar un año, porque no genera situaciones de interdependencia, claves para consolidar alianzas. “No vas a poder evitar la sanción de ley anti-DNU ni los límites a la privatización de Nucleoeléctrica”, le advirtió la dupla de PU a Caputo. Sobre la empresa de energía nuclear, Espínola -que tiene mandato hasta 2027-, prepara un proyecto propio para frenar al de José Mayans. El asesor se quedó en silencio.
Los desafíos de Javier Milei
Caputo no hizo promesas. Con sus silencios, reconoció que su límite es la tozudez del Presidente. Los gobernadores que intentaron negociar leyes este año con Guillermo Francos y Lisandro Catalán lo saben bien. Llegaron a la conclusión de que el triángulo de hierro es ficción y que el país está en manos de la dupla Milei-Toto Caputo, que gobierna mirando los indicadores financieros e ignora cualquier otro tema.
Este binomio es el que se negó negociar leyes, aun cuando no siquiera podían garantizar los vetos, como fueron los casos de la emergencia en Discapacidad, la asistencia al Hospital Garrahan y el refuerzo presupuestario a las universidades. Tampoco quiere aplicarlas y provocaron que Francos quiera irse, para tener más tiempo de abordar las causas judiciales que afronta por dejar los dedos pegados en la rebelión. Un conflicto de poderes inédito.
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Milei y Toto son quienes lo provocaron. También le dieron letra al secretario de Hacienda, Carlos Guberman, para que el último lunes se negara a aceptar cualquier intento de reducir el superávit fiscal, en la accidentada reunión que tuvo con jefes de bloque de Diputados el lunes.
El Caputo consultor deberá torcer esta intransigencia de sus jefes si quiere que el Congreso funcione a favor del Gobierno, al menos unos meses. Ante los senadores de PU, se mostró autocrítico, pero no exhibió armas para cambiar la historia.
Asintió con la cabeza cuando le dijeron que fue un error permitir la sanción de tres leyes de la oposición por no aceptar liberar fondos. No dejó claro si en su nueva función podrá evitar que se repitan situaciones así o si su tío lejano, que no pisa el Congreso ni siquiera para defender el Presupuesto, seguirá impidiendo que desde allí salga alguna buena noticia para Milei.
El Caputo que viene
El asesor presidencial quedó entre la espada y la pared cuando Francos, sin nombrarlo, le ofreció su cargo de jefe de Gabinete, para que respalde con su firma las decisiones que defiende puertas adentro de la Casa Rosada. Si no lo toma, de mínima, el mago del Kremlin deberá inventarse un ministerio para tener firma, voz y responsabilidades que le permitan encarrilar el Gobierno.
Milei está contrariado. En sus entrevistas desprecia al Congreso, lo culpa de la desaceleración de la economía de este año, pero admite que necesita recuperar la iniciativa acercando posiciones con el "nido de ratas", como supo llamarlo. Su retórica no acompaña sus deseos. Deberá ser cauteloso con el mensaje del domingo por la noche, cuando habrá una nueva foto de ambos recintos legislativos, sobre las que cada actor político buscará armar su propia película desde el lunes.
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Gustavo Sáenz se cruzó con Santiago Caputo a la entrada de la Casa Rosada durante su pintoresca protesta para visibilizar al Norte olvidado.
El Parlamento es un ámbito dinámico y Milei debería saberlo mejor que nadie: el mismo reparto de fuerzas que aprobó la ley Bases, anuló las desregulaciones que la norma dispone, sólo un año después. Las circunstancias eran otras.
La reunión con senadores de PU confirmó que Santiago Caputo está llamado a construir puentes con el Congreso, dónde no le tienen mucha fe: son muchos quienes recuerdan que en enero de 2024 fue el asesor quien los rompió e hizo naufragar la versión original de la ley Bases.
Milei tampoco ayudó. Nunca les abrió el juego a los dialoguistas y hasta molestó a los gobernadores, con las incursiones en las provincias de su hermana Karina Milei, escoltada por los Menem (Lule y Martín).
El Senado, tierra de nadie
El Senado es el gran desafío en diciembre para Milei. Se convirtió en una institución ajena al Poder Ejecutivo, que ni siquiera se preocupa por su agenda. Desde diciembre, habrá una bancada numerosa de LLA en la cámara alta, pero sin llegar al tercio y bien lejos del cuórum. Los desafíos son muchos. Por caso, ¿el nuevo ministro de Justicia logrará que la cámara alta apruebe el pliego de algún juez federal? ¿O se retirará con la mitad de los tribunales inactivos?
Patricia Bullrich ya anunció que buscará recuperar la iniciativa en el Senado, como sea. Intenta ser presidenta provisional para acorralar a Victoria Villarruel. Necesita que la vote Unión por la Patria, donde preparan un feroz ataque por su presunto vínculo con el narco Fred Machado. Por el mismo motivo, la pasará peor la rionegrina Lorena Villaverde, si asume la banca que ganará el domingo.
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Victoria Villarruel.
En La Libertad Avanza hay confianza en salvar la ropa y evitar caras largas este domingo como las del 7 de septiembre, cuando Axel Kicillof ganó su cuarta elección al hilo. Aseguran haber achicado la diferencia en PBA y hay mucha expectativa de ganar en una provincia grande, como Santa Fe, sin aliados locales.
El cierre en Rosario fue con ese objetivo: perder Buenos Aires, Córdoba –que también está pareja- y la provincia de la bota, es un título que asusta en la Casa Rosada. Entienden que podría opacar el truco comunicacional de contar los votos en los 24 distritos, un método que en 2009 hubiera significado una foto triunfal de Elisa Carrió y no de Francisco De Narváez o Carlos Reutemann. En Mendoza, Entre Ríos y Ciudad de Buenos aires, la tropa libertaria festejará colgada de gobernadores. Es una foto de casta que no suma.
Las negociaciones
Salta, Tierra del Fuego y Neuquén son otros distritos que aportan esperanza al oficialismo, con la ventaja que eligen miembros para el Senado. Como explicó Letra P, en la elección tangible de este domingo, que es la sumatoria de bancas –y no de porcentajes, que no siempre explican el reparto de escaños- los últimos pronósticos indican que La Libertad Avanza podrá engrosar sus bloques, hasta duplicarlos, pero que seguirá necesitando de aliados fijos para llegar al tercio.
El otro dato inevitable es que el Presidente jamás tendrá una ley si no se pone de acuerdo con los gobernadores agrupados en Provincias Unidas, los nuevos árbitros del Congreso. El radicalismo será una fuerza residual, fragmentada y sin peso en las votaciones. Si los mandatarios no peronistas vuelven a sentarse en la mesa con el kirchnerismo, los recintos volverán a la dinámica de este año, con derrotas semanales para el Gobierno.
Todas las variables podrán darse en algún momento. Dependerá mucho de cómo trabaje el Gobierno con sus potenciales aliados y, sobre todo, de su relación con los mandatarios provinciales. La agenda legislativa de la segunda parte del Gobierno fue anunciada por el secretario de Desregulación, Alejandro Cacace, quien usa su título de exdiputado para aportar rosca en el Congreso.
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Alejandro Cacace, secretario de Desregulación. Anunció la agenda legislativa de Javier Milei.
El único gobernador comprometido con este cronograma a ojos cerrados es el mendocino Alfredo Cornejo. El resto de los mandatarios y las figuras de la oposición en el Congreso ni siquiera se lo toman en serio. Esperan la negociación del Presupuesto 2026 como el termómetro de lo que viene. Ni el mandatario más dialoguista se imagina debatiendo cambios al divorcio o usando su tiempo para derogar leyes centenarias. En cuanto a la reforma tributaria, los representantes de las provincias tampoco son optimistas.
A los gobernadores los une el asombro. No entienden cómo pretende Milei tenerlos de su lado si ni siquiera atiende los reclamos mínimos, como el de ejecutar las partidas con asignaciones específicas, o en tal caso devolverlas a las provincias. El impuesto a los combustibles es un caso, pero no el único.
Tampoco aceptan que las rutas sigan desmanteladas por tiempo indefinido. Menos aún que no se cumplan leyes que atienden a sectores sensibles que también tocan las puertas de las provincias. Nadie del Gobierno habla con ellos de la letra chica de estos temas. Tal vez desde el lunes lo haga Caputo.
Pelea por autoridades
La otra novela que empieza este lunes es la del reparto de cargos en el nuevo congreso. Martín Menem quiere seguir como presidente de la Cámara de Diputados y ya inició gestiones con la oposición que supo ser dialoguista para tener apoyo.
Hace 15 días, el riojano recibió a Nicolás Massot quien, como mínimo, le pidió acelerar la elección de miembros de la Auditoría General de la Nación, para que tenga lugar Emilio Monzó.
En Encuentro Federal no están conformes con la tarea de Menem, pero tampoco quieren ser parte de la interna oficialista. Menos aún en Unión por la Patria, donde mantienen la hipótesis de que el cargo debe ser para un oficialista.
El riojano cree que Caputo no podrá correrlo, porque no tiene casi tropa propia en el recinto. Lo acusa de operar para que la presidencia de la cámara baja la ocupe Cristian Ritondo, una apuesta difícil porque el peronismo nunca votaría al diputado del PRO. Menem respondió con ataques de sus leales bonaerense a los trolls del asesor; y visitas a enemigos del asesor.
Tomás Figueroa y Martín Menem en la Cámara de Diputados
Karina Milei podría resurgir el lunes. Hizo trascender que Menem y el jefe del bloque, Gabriel Bornoroni, seguirán en sus lugares. En el Senado, Ezequiel Atauche es el jefe del bloque y responde a Caputo, quien intentará sostenerlo. Menem quiere reemplazarlo por la actual diputada Nadia Márquez. La rosca libertaria tomará color el lunes.
UP también debe definir si sigue unido o se fragmenta, sobre todo en Diputados, donde gobernadores, massistas y peronistas sin tierra no quieren seguir emparejados a La Cámpora. El incentivo para no pelear tanto que tiene esta fuerza es que, en cualquier caso, seguirá teniendo los bloques más grande en ambas cámaras.
En Diputados, tampoco está claro si Máximo Kirchner tolerará la mínima injerencia de Axel Kicillof en la bancada: muchos lo escucharon gritar en el recinto a Germán Martínez cuando delegó en Hugo Yasky la recepción a contingentes universitarios. El hijo de CFK se hace sentir en el bloque con la actual secretaria parlamentaria, que es Paula Penacca.
El PRO podría dividirse, si LLA logra armar un bloque de aliados no amarillos y suma a la tropa leal a Bullrich, radicales violetas y aliados. El reclutamiento empieza el lunes, sea cual sea el resultado. Cornejo, que cedió el partido a LLA para las elecciones, no quiere sumar a los suyos para mantenerlos en la UCR, si es necesario, conviviendo con opositores rasos.
La pecera de los del medio es chica y Provincias Unidas está a la pesca. Espera incorporar tarde o temprano a los gobernadores que por ahora juegan a las escondidas, como Misiones y Salta. Todos evaluarán cada día cómo está Milei antes de posicionarse.