Sin Fernández en la presidencia, la conducción del PJ quedó a cargo de Cristina Álvarez Rodríguez, Axel Kicillof, Analía Rach Quiroga, Juan Manzur y Lucía Corpacci, quienes ejercen las cinco vicepresidencias. La chaqueña Rach Quiroga no estuvo este viernes en Ferro. Tampoco el exgobernador de Chaco Jorge Capitanich, aunque está en Buenos Aires y habló esta semana con varios referentes del partido, que quieren que se incorpore al proceso de reorganización interna.
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La plana mayor del PJ en el escenario del microestadio de Ferro. Hubo quejas por la falta de federalismo y la ubicación de la CGT.
Sergio Berni avivó el fuego
Si lo de Gray era previsible, no estaba en agenda el durísimo discurso que dio Berni, que le pegó a todo el Consejo Nacional del partido. “Ya aprobaron la licencia de quien fuera nuestro presidente. Nos ha faltado el respeto a todos. Públicamente decía que se sentía más cerca de la cultura hippie que de las 20 verdades del peronismo”, dijo el exministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, en referencia a Fernández.
Berni llamó a celebrar elecciones internas, dijo que el peronismo “no debe acostumbrarse a la derrota y al fracaso” y, parafraseando a Miguel Ángel Pichetto, le pidió al presidente del Congreso, Gildo Insfrán: “Hagamos lo que tenemos que hacer, pero hagámoslo rápido”.
El exministro de Seguridad dijo, además, que la conducción del partido debe “asumir su responsabilidad y defender los intereses de la Patria mucho más fuerte” y dijo que dejaron solo a la CGT en la masiva movilización del 24 de enero. “Celebro la movilización que hicieron los compañeros trabajadores. Desde afuera no vi al peronismo acompañándolos”, apuntó.
La CGT, en segunda fila
La ubicación de los lugares en el escenario también generó polémica. La primera fila tuvo una nutrida representación bonaerense. Además de Kicillof y Álvarez Rodríguez estuvieron Fernando Espinoza y Verónica Magario y Wado de Pedro, escoltado por la extitular de la Anses Fernanda Raverta. En el centro se ubicó Insfrán, junto a Corpacci, Manzur, los gobernadores Ricardo Quintela (La Rioja) y Raúl Jalil (Catamarca), el expresidente del PJ José Luis Gioja, el senador santiagueño Emilio Neder y el legislador tucumano Mario Leito.
Entre la segunda y la tercera fila se sentaron los ministros bonaerenses Walter Correa y Andrés Larroque, Cuto Moreno, Gustavo Arrieta, Gustavo Menéndez, Marisa Fassi y Mariel Fernández. “Hubo compañeros que vinieron desde Corrientes, de Tierra del Fuego, de Chaco y no tuvieron ninguna representación. El armado fue muy poco federal, porque está centrado en la interna de la provincia de Buenos Aires”, protestó uno de los congresales. “¿Por qué Raverta está en primera fila? ¿A quién representa?”, siguió la queja.
Fue uno de los motivos que, explicaron algunos asistentes, llevaron a la salida abrupta de dirigentes como Mussi y Jorge Ferraresi, que abandonaron el lugar apenas comenzó el encuentro. Ferraresi ya puso primera en el armado de su potencial candidatura a gobernador y del lanzamiento presidencial de Kicillof. “Está demasiado apurado”, criticó un colega de la Tercera sección electoral bonaerense.
En ese contexto, quedó desdibujada en el Congreso partidario la delegación de la CGT, que estuvo representada por Héctor Daer, Pablo Moyano, Andrés Rodríguez y Abel Furlán, ubicados entre la segunda y tercera filas. Ninguno habló. La conducción gremial fue elogiada en su accionar político por Kicillof, Berni y por el histórico José Carlos "Conde" Ramos, exdiputado que fue parte del Grupo de los Ocho, que rompió el hielo de los discursos también con críticas a los manejos internos del partido.
“Estamos cansados del dedo, de la trenza de la rosca y todo eso que pone zancadillas al protagonismo del conjunto. Tenemos el partido muy cerrado, hay que hacer una autocrítica”, dijo Ramos, que tomó la palabra sin ser congresal, para sorpresa de los presentes.
Tras el exdiputado, le tocó el turno a Alberto Rodríguez Saá, que se quejó desde el micrófono ubicado al lado del escenario por las demoras en la concesión de la palabra por parte de Insfrán. El exgobernador de San Luis reclamó la apertura de un proceso electoral. “¿Hace cuánto que no hacemos una interna? Así no es la democracia. Hay que hacer elecciones y que las minorías participen”, dijo. Los planteos no recibieron respuesta política. Los encargados de ordenar a los oradores fueron Insfrán y el apoderado Eduardo López Wesselhoefft, que contestó sobre las cuestiones formales.
Según pudo saber Letra P, la decisión de la conducción partidaria fue dejar que los dirigentes que iban a mostrar su disconformidad se expresaran, pero "no hacer un cabildo abierto". Es decir, se resolvió no responder en público y acotar la cantidad de expresiones. La marcha peronista que marcó el final empezó a sonar pese a que varios de los presentes habían pedido hacer uso de la palabra.
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“Se picó”, resumió a la salida la diputada Victoria Tolosa Paz, que señaló un dato que da cuenta de la situación del partido: sobre 900 congresales, sólo asistieron 466. El cuórum se logró con lo justo. “A poca gente le importa lo que está pasando acá. Eso es fruto de la decadencia a la que llegamos, no lo permitamos”, había dicho Berni puertas adentro.
Axel Kicillof, en el centro de la escena
El anuncio central de la conformación de la “Mesa de Acción Política para el Modelo Argentino” estuvo a cargo de Kicillof, vicepresidente del PJ y gobernador del distrito más grande que hoy tiene el peronismo, la provincia de Buenos Aires. Por cuestiones legales, la conformación será definida por las autoridades del Consejo Nacional, que deberá reunirse en las próximas semanas.
Kicillof fue el más enérgico en su discurso, quien habló del “daño enorme que hizo en 100 días” el gobierno de Javier Milei a trabajadores, empresas, jubilados y discapacitados. En rol de líder, el mandatario hizo mención a “los gobernadores del peronismo que están resistiendo el embate” y el movimiento sindical que fue protagonista de la marcha de enero y agradeció a los bloques legislativos “que han dado ejemplo de coherencia con el rechazo a la ley ómnibus y al DNU”. Dijo, además, que en situaciones de crisis, el peronismo se articula, “se organiza y trabaja para volver a gobernar”.
Kicillof fue uno de los primeros en llegar el estadio de Ferro, para la reunión previa al encuentro que hizo la mesa chica del partido. Allí estuvieron, también, De Pedro, el apoderado Juan Manuel Olmos, Álvarez Rodríguez, Corpacci, Manzur e Insfrán, que a las 9 empezó a impacientarse por las demoras de los demás.
Pichetto, Martín Llaryora y los exiliados
El armado de la mesa de acción política tiene como objetivo salir a la búsqueda de aquellos dirigentes que dejaron el partido en tiempos de hegemonía kirchnerista, como Pichetto y el PJ cordobés, donde mandan Juan Schiaretti y Martín Llaryora.
Unos y otros enviaron el mismo mensaje: no volverán si el partido sigue bajo dominio kirchnerista y Cristina o Máximo Kirchner toman las decisiones. Pero dejaron puertas abiertas. Pichetto planteó alguna posibilidad de diálogo si la mesa incorporara a algún dirigente de su confianza, como el senador Juan Carlos Romero. El salteño genera resistencia. Se lo ve directamente como un representante del macrismo.
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En tanto, los cordobeses hacen equilibrio con su realidad electoral. Aunque tiene diálogo con los dirigentes que representan al kirchnerismo en su provincia, Llaryora mantiene distancia pública para mantener la identidad de su espacio, que siempre fue crítico de Cristina. Cerca de la expresidenta creen que la posibilidad de que los cordobeses se acerquen de nuevo al PJ nacional dependerá de la suerte del Gobierno nacional. “Si a Milei le va bien, no hay chance. Si a Milei le va mal, Llaryora va a encontrar la forma de volver a acercarse al peronismo nacional para construir una alternativa”, dice una figura que dialoga con los dos sectores.
La discusión sobre la integración de la mesa quedará a cargo del Consejo, pero ya tiene algunos capítulos. Mientras algunos pujan por un armado federal, que contemple a todas las provincias, la CGT, los movimientos sociales y las representaciones parlamentarias, otros advierten que tal cantidad de integrantes podría derivar en una parálisis. “No podemos armar una mesa de 60 personas”, sintetiza una senadora nacional que participa de las discusiones. Otra posibilidad es armar una representación por regiones, en lugar de los 24 distritos.
Además, se discute quién podría estar a cargo de la coordinación de la mesa. Mientras Kicillof impulsa a Álvarez Rodríguez, otro sector propone a Corpacci, que podría tener un aval federal, por haber sido dos veces gobernadora de Catamarca. Sin embargo, las dos cosechan una misma objeción: los sectores antikirchneristas las ubican demasiado cerca de Cristina.
“Esto recién empieza, falta mucho. Tenemos que discutir qué le vamos a ofrecer a la sociedad”, puso paños fríos uno de los congresales al salir de Ferro. Después de años de encuentros sin debate, este viernes, varios patearon el hormiguero peronista. Por ahora, las internas para definir una nueva conducción quedaron en el reclamo. Puertas adentro se habló de la posibilidad de celebrarlas en octubre o noviembre para calmar a los ansiosos. Pero todos saben que el partido no tiene recursos para hacer frente a ese costo. Los más optimistas se ilusionan con que, después de los pases de facturas, la mesa política pueda consagrar una nueva lista de unidad.