“Ese lunes se sacó el traje incómodo que había dado el larretismo. Ropa de moderación y orden, muy poco natural, como es el mismo Horacio (Rodríguez Larreta).Ese día volvió a ser Luis Juez ”. Para una parte del equipo que acompaña al candidato a la gobernación, hay un antes y un después del 5 de junio, día en que llegó, sin avisar, a la reunión de la mesa nacional en que se debía tratar la incorporación de Juan Schiaretti a Juntos por el Cambio (JxC).
Su presencia en el lugar, interpretan, no sólo evitó lo que parecía un hecho consumado: también le permitió liberarse de la pesada obligación de seguir el dictado de asesores de Buenos Aires puestos a su lado por el propio Larreta. A partir de ese momento, Juez hilvanó una serie de acciones, desde un incremento en la presencia en los medios hasta reuniones con el establishment, que permiten a su equipo decir que están transitando "las mejores semanas de la campaña".
La percepción aún no medida, pero presentada con certidumbre, les deja relativizar estudios que indican desventaja en intención de votos ante Martín Llaryora, el candidato cordobesista. Con renovados bríos, el senador concentrará acciones en la Capital durante la última semana proselitista. Aseguran, se trata de algo planificado, no de una reacción. “Siempre terminamos la campaña en la ciudad, no estamos abajo. Es una estrategia que el gobierno empezó cuando se dio cuenta que estaba complicado”, insisten.
Como contó Letra P, para captar un voto bronca que puede ser opaco a las encuestas, Juez incrementará los recorridos barriales, especialmente en zonas donde no se han percibido mejoras en la calidad de vida. Además, intentará colectar en sectores conservadores y de derecha, habitualmente referenciados en Aurelio García Elorrio. Inculcará la necesidad de un “voto útil”, partiendo de la compartida premisa de la necesaria renovación en una provincia gobernada hace 24 años por el peronismo vernáculo.
También compartirá actividades con su socio, candidato a intendente por JxC, Rodrigo de Loredo. Aunque en la esfera juecista todavía existan voces que recelan del verdadero compromiso del diputado con la campaña provincial, en los últimos días se han incrementado los registros conjuntos.
“Rodrigo lo va a acompañar. Están muy bien y ambos crecen con la sinergia. Juntos se potencian, como muestran los spots que estamos lanzando”, rebaten desde el entorno del diputado.
El "cambio" de plumaje
La decisión de subir a su auto para dirigirse al mencionado cónclave de los líderes de los partidos que integran JxC corrió enteramente por cuenta del propio Juez.
Ni siquiera indicios brindó a la mesa que lo acompaña en algunas, no todas, las decisiones. La misma está integrada por gente que lo ha acompañado en buena parte de su trayecto, desde la creación misma del Frente Cívico y Social: su hermano, candidato a legislador y exconcejal, Daniel Juez; el exsenador Ernesto Martínez; la exdiputada Graciela Villata; el exconcejal y parlamentario del Mercosur, Walter Nostrala.
“No avisó a nadie. Se fue (a la cumbre de JxC en Buenos Aires). Hay que reconocer que le salió muy bien. A veces es brillante. Volvió a quedar en el centro de la escena. Más aún, fue quien sepultó las chances de que Schiaretti se sume. Lo echó del cumpleaños”, reconoce uno de los comensales de aquel círculo.
La misma fuente celebra la vuelta del “antiguo Luis”, hasta entonces arropado con prendas inconvenientes. “Se le va la lengua, no resiste coaching. Es intuitivo, le sale bien porque conoce a la gente. Nunca le salió ese personaje prolijo que quieren los creadores de candidatos”, ironiza la fuente.
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Tan pronto volvió a Córdoba, Juez dejó de responder a los consejos de Isonomía, la consultoría empresarial y política con la que trabajaba; y dejó el aire de mesura que le sugerían y le resultaba difícil de cumplir (tuvo varios derrapes que motivaron críticas), para volver al perfil lenguaraz y desinhibido.
El paso de “una campaña blandita a una pesada” le permitió resolver un contrasentido. A fin de ganar la aprobación de un Círculo Rojo que le pedía prudencia, debió matizar las críticas al peronismo cordobés, cualidad que le había permitido convertirse en su mejor retador.
El consejo era claro: no torear a un gobernador con un 70% de imagen positiva y buena proyección nacional. Por meses, Juez declaró en los medios que habría de dar continuidad a “lo bueno hecho por Schiaretti”, garantizando las bases de un modelo que muestra indicadores económicos peores a la media nacional.
Recuperando el personaje omnisciente, redobló los golpes al gobierno provincial en los flancos que más duelen: inseguridad, narcotráfico, educación y salud. Problemáticas que más preocupan a los cordobeses y que han sido eje de conflictos en la gobernación cordobesista. “Yo seré el ministro de Seguridad”, promete como garantía.
“Se enfocó en las propuestas que veníamos trabajando en la Fundación +CBA que habíamos creado con él y con la senadora Carmen Álvarez Rivero. Con eso relanzamos la campaña, que venía lavada, pegando en los lugares justos”, explica Sebastián García Díaz, candidato a legislador en la lista provincial de JxC y ladero de Patricia Bullrich en Córdoba.
La jugada del jefe de Gobierno porteño fue interpretada como artera en los cubiles del Frente Cívico. Otra decisión inmediata, casi obvia, fue romper la pretendida neutralidad con los dos polos de la interna del PRO: aunque parecía inclinado hacia el líder paloma, Juez se ha sumado ya sin grises al nido de los halcones.
Bajo el ala de "Pato", la más acérrima opositora a la llegada de Schiaretti a JxC, Juez encuentra un lugar más cómodo para su locuacidad. Junto a Mauricio Macri ha vuelto a concitar la atención de la siempre desconfiada Bolsa de Comercio, a la que prometió comportarse “con prudencia”, la misma que ya no tiene para fustigar al cordobesismo.
El próximo martes, volverá a caminar de la mano de la que fue su madrina en la PASO de 2021. Junto a Bullrich buscará captar la atención del escurridizo electorado de la Capital.