En el campamento de Juntos por el Cambio (JxC) sostienen que el flirteo electoral entre el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, y el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, redundó en un beneficio directo para el candidato por la oposición, Luis Juez. En Hacemos Unidos por Córdoba están dispuestos a darles la derecha en este debate. En el búnker del intendente que quiere ser gobernador, Martín Llaryora, sostienen que Juez pudo levantar cabeza en una campaña “larretizada, de buenos modales”, y confirman lo evidente, con picardía: “ahora veremos al Juez de siempre y para el que nos preparamos para enfrentar en campaña”. Sin embargo, niegan que la coyuntura nacional haya impactado en las tendencias electorales que el peronismo mira celosamente y con un método de alta sofisticación estadística.
“El único que creció en Córdoba es Schiaretti”. Es la conclusión que se desprende de un pesado PDF que recibe semanalmente el gobernador y distribuye a quienes se involucran en las decisiones electorales. El crecimiento del presidenciable cordobés habría sido de dos puntos con la maniobra que pergeñó junto a su operador Guillermo Seita. ¿Podría haber dicho lo contrario cuando está en juego su cabeza? Las encuestas son las grandes perdedoras de las contiendas electorales, sin embargo, siguen siendo un insumo vital.
Schiaretti delegó también en Seita el control del minuto a minuto del pulso social en la provincia, justo cuando el peronismo se juega con Llaryora la continuidad después de un cuarto de siglo en el poder. Es la politóloga Ana Iparraguirre la encargada de enviar, casi a ritmo semanal, un resumen que se elabora con los datos que procesan cinco consultoras, entre ellas la de Luis Dall’Aglio, Cristin Butié y la de Seita, por supuesto. Las muestras totales son exorbitantes: 4.800 casos en total; totales provinciales y encuestas por departamento.
https://twitter.com/MartinLlaryora/status/1669173692725706753
El compendio de la última semana lleva tranquilidad a las filas que comanda Llaryora, porque el comando de Seita le dice que el promedio del trabajo del quinteto encuestador le da una ventaja sobre Juez de 11 puntos, ubicándolo arriba del 40%. Si se proyecta el electorado indeciso, la brecha se profundiza en un 13%.
Agrandado, el equipo de campañistas de Llaryora afirma que el riesgo mayor para el sprint de la campaña es si la dirigencia “se duerme en los laureles”. Hace referencia a las 200 intendencias que pegaron los comicios a la elección general. Cierto es que esta "debilidad" disfrazada contrasta fuertemente con la necesidad de mantener a la Capital como la carta ganadora del cordobesismo.
Factor Capital
“Llaryora quiere 50 puntos en la Capital”, confiesan sus alfiles. Su jefe está atento a las movidas de Juez en los barrios. “Yo soy como la humedad, una vez que me meto, no me sacás más”, les dice a su tropa el líder del Frente Cívico para ratificar su convicción de que puede achicar diferencias en un bastión que le es adverso.
El último análisis que surge de la usina de Seita le dice a Llaryora que le faltan ocho puntos para llegar al objetivo de máxima en la ciudad que gobierna. Aquí, y siempre según el pool de estudios citados, aventajaría a su rival de JxC por 16 puntos.
Dejar la vara alta en la ciudad es necesario para pensar en la campaña de Daniel Passerini, el candidato a intendente por el oficialismo en la capital. Aquí el optimismo es más moderado. El radical Rodrigo de Loredo, hoy, sigue picando en punta. El último promedio que maneja el Panal marca 32 a 27, con desventaja para el médico delasotista.
La conclusión que sacan, contemplando escenarios menos optimistas, es la siguiente: si Llaryora gana por más de cinco puntos la Capital en la ronda provincial, la competitividad del lustosista seguiría intacta; en cambio, con ocho puntos de diferencia, dicen, “tenemos resuelto el 23 de julio”.
Está bastante claro que De Loredo no les permitirá bajar la guardia ni un segundo en la pulseada capitalina de julio; incluso, sugiere que la necesidad de cuidar la Capital es una respuesta anticipada a la instalación del radical, que a la avanzada que el juecismo promete para el sprint final.