El tiempo empieza a correr. La unidad del peronismo está en juego en la ciudad de Villa María, provincia de Córdoba, que tiene como protagonistas a su intendente, Martín Gill, y a su antecesor en el cargo, Eduardo Accastello. En cuestión de horas, se sabrá si triunfó la unidad con un histórico a la cabeza o con una nueva figura; o bien, si el oficialismo se atomiza y allana las posibilidades del exponente de Juntos por el Cambio, Darío Capitani, que trabajó en una comunión opositora inédita y desarrolla una intensa campaña desde hace meses.
Todo parece indicar que la primera opción completa es la que se terminará imponiendo el día señalado para la inscripción de listas: el 1 de septiembre. Accastello quiere acelerar los tiempos con el lanzamiento de su candidatura por redes sociales, este jueves. Sin embargo, Gill está dispuesto a incidir en los términos políticos de la sucesión que se sustanciará el domingo 1 de octubre.
Accastello asoma como el candidato puesto porque tiene buenos números sobre la mesa y la venia de Juan Schiaretti para continuar con Gill el sistema de postas en la ciudad cabecera del departamento General San Martín, a 150 kilómetros hacia el sur de la capital. El ex secretario de Obras Públicas de la Nación demostrará que la renovación generacional ya es un hecho consumado y puso sobre la mesa un puñado de condiciones que no escapan al sentido común de toda negociación política.
De esta tratativa depende, en buena parte, el acuerdo político que siguen con atención el gobernador y muy especialmente quien tomará la posta el 10 de diciembre, Martín Llaryora, de fluido vínculo con el ex rector universitario. Con la avanzada opositora en grandes ciudades del interior, cada municipio justicialista vale doble.
Gill pretende tres de los siete lugares en la lista para el Concejo Deliberante; algunas reparticiones que considera clave en la estructura de gobierno de la ciudad que tiene una historia de buena sintonía con el kirchnerismo; y, por último, acordar un programa de gobierno con Accastello.
El intendente Gill encuentra razonable esta convivencia expresada en hechos objetivos de poder y que apunta hacia una “integración efectiva” de un peronismo villamariense marcado por los contrapuntos históricos entre los protagonistas de la política local. El accastelismo podría imputar un condicionamiento premeditado a la gobernabilidad.
En el entorno del ministro de Producción de la provincia no le sacan el cuerpo al desafío. Recuerdan que estaba todo listo para proponer a su secretario de Comercio, Juan Pablo Inglese. Sin embargo, el trabajo de instalación no fue suficiente para asegurar un triunfo seguro que, supuestamente, Accastello si garantizaría. En otras palabras, la reaparición del excandidato a gobernador por el kirchnerismo se presenta como un acto de "altruismo" político por sus conmilitones.
No obstante, amagan con seguir con el juego propio si la negociación con Gill se pone más complicada. "Accastello tiene poder de daño", recuerdan.
Una imagen o mil palabras
Una foto con el gobernador en Buenos Aires la tarde de este miércoles es el elemento gráfico que marcó que el ojo estará puesto en Villa María. Unos dirán que aceleró los tiempos; otros, que no significa mucho y que la discusión recién empieza.
https://publish.twitter.com/oembed?url=https%3A%2F%2Ftwitter.com%2Faccastelloedu%2Fstatus%2F1694449211004064056&partner=&hide_thread=false
Sin embargo, Letra P pudo confirmar que Accastello está determinado, en especial, después de la recorridas con Schiaretti. El video que será difundido a las 10 de la mañana ya fue grabado, con jingle y todo.
En el palacio municipal reafirman que queda mucho por conversar entre las partes. Apuestan por las mil palabras.