A falta de grandes proyectos donde poner la energía de los debates, el Concejo Deliberante de la ciudad de Córdoba sacó chispas por una iniciativa que regula su propia modalidad de trabajo. Mediante un decreto, el viceintendente Javier Pretto determinó la continuidad de la modalidad doble: presencial y virtual, para la asistencia de los ediles a las sesiones y también comisiones de trabajo.
Como era de esperarse, la iniciativa fue rechazada por una oposición abroquelada en torno a esta cuestión y que entiende que el oficialismo comandado por Daniel Passerini quiere garantizarse el uso pleno de la mayoría legislativa que habilita la carta orgánica municipal.
Cierto es que no se trata de una novedad, sino de la continuidad de un formato surgido durante la pandemia y la consecuente imposibilidad de reunirse en aquel momento.
La explicación de Javier Pretto
El oficialismo lo planteó como una actualización a las nuevas posibilidades tecnológicas, mientras que la oposición lo rechaza con argumentos que van desde la acusación de ser una maniobra para asegurarse, como se dijo, la mayoría automática. Aunque entienden que se trata directamente de "una afrenta a la institucionalidad".
En Hacemos Unidos por Córdoba remarcan que las sesiones y comisiones podrán desarrollarse en forma telemática de manera excepcional, en casos de fuerza mayor de los concejales como enfermedad, compromisos institucionales. Sin embargo, la norma sigue siendo la presencialidad.
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Javier Pretto defendió las excepciones que habilita la virtualidad en el Concejo Deliberante de Córdoba.
Agregan como argumento que en las sesiones ordinarias de este año el ausentismo ha sido mínimo y comparable con los registros históricos promedio.
Pero en el idea y vuelta del debate, los ediles subieron el tono y se dijeron de todo.
Los cruces en el Concejo Deliberante de Córdoba
El oficialista Marcos Vázquez presentó el proyecto aludiendo al marco histórico. Justificó que la pandemia fue el punto de partida de la virtualidad.
“No fuimos la excepción. Hubo un acuerdo general para sesionar de ese modo y eso nos permitió aprobar un centenar de ordenanzas”, recordó. Y trajo el tema a la actualidad, con el argumento de que la conexión virtual permite sumar más participación de vecinos. “Es un avance que no podemos negar, ni dejar de alentar. Estamos más que nunca cerca que nunca de los vecinos”, graficó.
La primera réplica vino de la izquierda, en boca de Laura Vilches. “Tenemos dedicación exclusiva para trabajar en las tareas para las cuales nos votaron. Y nos votaron para estar presentes. Lo que quiere el oficialismo en realidad es asegurarse la mayoría automática, habilitando la votación por zoom por si les falta un concejal”.
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El bloque del Frente Cívico en el Concejo de la capital.
Esa misma posta tomó la juecista Graciela Villata. Señaló que hoy no rigen las condiciones de la pandemia y le pegó al viceintendente. “El trabajo virtual en pandemia fue producto de un acuerdo, por consenso. Ahora nos meten la virtualidad con un decreto”, se quejó.
Después calentó el ambiente el radical Sergio Piguillem, que ya venía cuestionando desde antes la modalidad virtual. “Estamos institucionalizando la posibilidad de no venir a trabajar presencial. Es una vergüenza. Nos están tendiendo una trampa para garantizarse la mayoría. Los debates se hacen cara a cara. Esto es un acto de casta. No es política moderna, sino mala política”, cuestionó.
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El radical Sergio Piguillem dijo que el decreto de Javier Pretto es "una trampa".
Esa intervención dio pie a una réplica del peronista Diego Casado. “No hagamos política con zapatos de goma y filosofía barata”, tiró, como dardo envenenado hacia Piguillem. “Acá no se está institucionalizando la virtualidad. La regla es la presencialidad. No podemos volver a la prehistoria, cuando los avances hacen que muchos profesionales e instituciones se manejan con opciones telemáticas”.
En un último giro a la pelea, Piguillem acusó al oficialismo de estar modificando el Reglamento Interno del Concejo con un simple decreto, y pidió que los cambios se aprobaran con dos tercios de votos y por votación nominal.
No fue ningún escollo. El oficialismo negó esa salida y saldó la discusión con una clara mayoría de 17 votos: los propios más el del baldassita Gabriel Huespe. Mientras que la oposición sumó 12, y hubo dos ausentes.