La geopolítica es la disciplina que estudia la relación entre el poder político y el espacio geográfico. Para un país, implica la definición de estrategias de inserción internacional que equilibren intereses económicos, políticos y de seguridad en un contexto global en constante transformación. En un mundo regido por la economía del conocimiento y la Cuarta Revolución Industrial, la geopolítica es clave para el desarrollo y la proyección de cualquier nación. Sin embargo, Argentina ha transitado el siglo XXI sin una política geopolítica definida, oscilando entre alineamientos coyunturales con gobiernos ideológicamente afines y pragmatismos desordenados, sin construir una estrategia de largo plazo. Esta carencia la convierte en un país de "Geopolítica 0".
Argentina y sus alineamientos sin geopolítica
El siglo XXI ha estado marcado en Argentina por la falta de una política exterior con visión geopolítica estructural. Cada gobierno ha priorizado la relación con ciertos países en función de su propia orientación ideológica, sin considerar el impacto estratégico en la economía, la seguridad y la proyección global del país.
Néstor Kirchner (2003-2007).- Buscó una integración regional fuerte a través del Mercosur y la Unasur, con una relación cercana a Brasil y Venezuela, en sintonía con la ola progresista de la región. El acercamiento a China comenzó a tomar forma, pero sin una estrategia clara.
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La Argentina de Néstor Kirchner, en alianza con Brasil y Venezuela.
Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015).- Profundizó la relación con China y Rusia, con acuerdos que fortalecieron el rol de estos países en sectores clave como energía e infraestructura. Sin embargo, el alejamiento de Estados Unidos y la Unión Europea no se tradujo en una autonomía estratégica, sino en una dependencia financiera y comercial con Pekín.
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Cristina Fernández de Kirchner con el presidente de China, Xi Jinping.
Mauricio Macri (2015-2019).- Dio un giro hacia Occidente, alineándose con Estados Unidos y la Unión Europea y reduciendo el protagonismo de China en la agenda de inversiones, asumiendo cándidamente que era posible volver a los ´90. No obstante, el mundo había cambiado desde 2008 y tampoco logró consolidar una estrategia geopolítica de largo plazo que posicionara a Argentina en la economía del siglo XXI.
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Mauricio Macri con Donald Trump I. Argentina, más cerca de Estados Unidos.
Alberto Fernández (2019-2023).- Retomó la línea de kirchnerismo, reforzando la relación con China y Rusia en un contexto de pandemia y crisis económica. Se sumó a la Iniciativa de la “Franja Económica de la Ruta de la Seda” y la “Ruta Marítima de la Seda” de la potencia asiática, pero sin un plan integral que asegurara beneficios estratégicos para el país.
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Alberto Fernández con Vladimir Putin. Rusia ayudó a Argentina con las vacunas contra el Covid.
Javier Milei (2023- ).- Propone una ruptura con China y Brasil, principales socios comerciales de Argentina, y un alineamiento incondicional con Estados Unidos e Israel. Este cambio abrupto desconoce la interdependencia económica y la necesidad de una diplomacia pragmática para un país de las dimensiones y recursos de Argentina.
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Javier MIlei con Donald Trump II, el regreso de las relaciones carnales de Argentina con Estados Unidos.
La falta de una estrategia geopolítica coherente ha reducido la política exterior argentina a un juego de alineamientos circunstanciales, donde las afinidades ideológicas han primado sobre una visión estratégica de los intereses nacionales. Esta dinámica ha generado oscilaciones bruscas en las relaciones internacionales del país, dificultando la construcción de vínculos estables y beneficiosos a largo plazo. Sin una geopolítica definida, Argentina sigue dependiendo de los vaivenes políticos internos y externos, desperdiciando su potencial como actor relevante en el escenario global.
Argentina y su rol geopolítico en la Cuarta Revolución Industrial
El mundo avanza hacia una economía basada en la automatización y la digitalización reflejada en la sinergia de un conjunto de tecnologías exponenciales como la inteligencia artificial, la internet de las cosas (IoT), la computación cuántica, las energías renovables, la biotecnología y la impresión 3D, entre otras.
Argentina posee recursos humanos y naturales estratégicos para ser relevante en este contexto exponencial, pero, sin una estrategia geopolítica clara, estos activos pueden ser explotados sin generar un desarrollo sostenible.
Un país con la extensión territorial y los recursos de Argentina no puede darse el lujo de carecer de una estrategia geopolítica propia. La definición de alianzas debe responder a intereses nacionales, no a afinidades ideológicas pasajeras.
Escenarios futuros de la geopolítica argentina
La ausencia de una estrategia geopolítica clara ha llevado a la Argentina a una posición de vulnerabilidad en el tablero internacional. En un mundo definido por la competencia entre bloques de poder, el país ha oscilado entre alineamientos coyunturales sin consolidar una visión de largo plazo que aprovechara sus ventajas comparativas. A continuación, los posibles escenarios geopolíticos que podrían configurarse en las próximas décadas y su impacto en el desarrollo del país:
- Inserción inteligente en el orden multipolar.- Construir una diplomacia pragmática que equilibre las relaciones con China, Estados Unidos y la Unión Europea, aprovechando las oportunidades sin dependencia exclusiva de ningún actor.
- Liderazgo regional en recursos estratégicos.- Desarrollar una política de industrialización del litio, hidrogeno verde y otras energías renovables, con un modelo de desarrollo que priorice la agregación de valor.
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Los escenarios planteados reflejan que la inserción geopolítica de Argentina no puede seguir siendo una cuestión de preferencias ideológicas o decisiones reactivas. Sin una estrategia clara y sostenida en el tiempo, cualquier intento de desarrollo económico quedará supeditado a fuerzas externas. Construir una política geopolítica efectiva implica pensar en términos de intereses nacionales estratégicos, asegurando que el país se posicione de manera competitiva en la economía global del siglo XXI.
Argentina debe abandonar la "Geopolítica 0" y definir una estrategia de inserción internacional que responda a sus intereses estructurales, no a vaivenes políticos internos. En un mundo en constante transformación, la ausencia de una política geopolítica clara no es una opción: es una sentencia de irrelevancia global. Argentina debe abandonar la "Geopolítica 0" y definir una estrategia de inserción internacional que responda a sus intereses estructurales, no a vaivenes políticos internos. En un mundo en constante transformación, la ausencia de una política geopolítica clara no es una opción: es una sentencia de irrelevancia global.
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Javier Milei con Elon Musk en la CPAC.
El alineamiento incondicional de Milei con la ultraderecha global lo expone a una agenda internacional que no necesariamente atiende a los intereses argentinos. En geopolítica no mandan las preferencias personales o ideológicas de los gobiernos, sino los números del comercio, los términos de intercambio y las reglas de juego en los mercados internacionales. Casos como el escándalo de la “criptomoneda” / ”shitcoin” $LIBRA reflejan los riesgos a los que se expone al país, a partir de una estrategia diplomática improvisada y sin anclaje en la realidad económica internacional.
Ningún modelo de desarrollo es viable en un país sin geopolítica. Aun con la mejor disposición y/o bajos condicionamientos y los deseados “fondos frescos” de los organismos multilaterales de crédito o de alguna potencia extranjera amigable, la falta de una estrategia global limita el potencial de crecimiento y profundiza la dependencia externa. Sin una inserción inteligente en la economía mundial, cualquier plan económico estará condenado al fracaso.