El Movimiento Popular Neuquino perdió por primera vez en más de 60 años la gobernación a manos de Rolando Figueroa, un diputado propio que jugó por afuera y, aun con su sello, difícilmente cambie la lógica del partido local fundado por Felipe Sapag en 1961 y replicada en varias provincias, que consiste en canjear votos con el gobierno de turno por necesidades cotidianas. Ya sea para conseguir cuórum o para reforzarlo, quien asuma como presidente en diciembre deberá negociar con estas fuerzas, que son cada vez más.
Hace tiempo que el MPN no está solo en este juego, que le valió varios apodos en el Congreso, como el de ser "oficialismo de turno", una verdad a medias porque, cuando lo consideran necesario, los partidos provinciales tensan hasta conseguir lo que quieren. Con todo, llegan hasta ahí: nunca se convierten en opositores, ya que el retorno al diálogo es parte de su esencia.
El Frente para la Concordia de Misiones y el Frente Cívico por Santiago del Estero se crearon en 2003 y 2005, respectivamente, con mezclas de radicales y peronistas locales. Desde entonces, ayudaron al kirchnerismo en el Congreso, pero supieron hacerlo valer en cada presupuesto nacional.
También se cotizaron con Mauricio Macri en la Casa Rosada, pero no cambiaron su modus operandi: aprobaron cada ley pedida por el Ejecutivo y consiguieron más favores que muchos de sus colegas peronistas. Conocedora de sus mañas, ni bien pisó el Senado, Cristina Fernández de Kirchner presionó para que confluyeran en el Frente de Todos, pero sólo lo consiguió con los santiagueños de Gerardo Zamora.
Los misioneros se partieron en la discusión: Maurice Closs aceptó la invitación de la vicepresidenta, pero su par Magdalena Solari Quintana mantuvo el sello propio por orden de su jefe, el presidente de la Legislatura, Carlos Rovira.
Juntos Somos Río Negro
En 2015 se sumó a esta lista de fuerzas locales Río Negro con el liderazgo de Alberto Weretilneck, quien había ejercido la gobernación por la muerte de Carlos Soria, siguió con partido propio (Juntos Somos Río Negro), logró el triunfo de su exministra Arabella Carreras en 2019 y este domingo volvió a consagrarse para gobernar su provincia hasta 2027.
Weretilneck le dejará su banca del Senado a la legisladora Mónica Silva. En sus cuatro años de legislador, cumplió a rajatabla el manual de fuerza local: votó con el oficialismo, pero puso condiciones y se anotó en primera fila ante cada reparto de fondos. En 2021, el electo gobernador y Rovira cerraron un acuerdo y confluyeron sus dos bancas en el Senado y las cuatro que tienen en Diputados. Lograron poner en agenda temas como las zonas francas en provincias de frontera (una vieja pelea de los misioneros) y el FdT no pudo abrir ningún recinto sin pedirles permiso.
Misiones perdió un diputado en 2021 y arriesga su senadora en octubre, pero, si retiene la provincia, podrá continuar en el mapa de partidos provinciales, que podría ampliarse si no hubiera un presidente fortalecido. En 2015, en la era Macri, varios gobernadores peronistas consolidaron la lógica de fuerza local y bien podrían replicarla en unos meses.
Cordobesismo enjabonado
Ya lo venía haciendo Córdoba, que de la mano de José Manuel De la Sota una fuerza provincial y un discurso localista que mantuvo su sucesor, Juan Schiaretti, que tiene tres diputados y una senadora y en diciembre podría sumar algunas bancas más.
Intentó un esquema parecido su colega salteño, Gustavo Saénz, pero no consiguió sumar bancas propias en 2021. Tampoco pudo ganar diputados el fueguino Gustavo Melella, otro gobernador de perfil localista. Ambos lo intentarán otra vez en los comicios de octubre.
La Pampa también existe
Si el peronismo no retiene la presidencia, la falta de líderes nacionales motivará a sus gobernadores a moverse con lógica provincial, al menos por unos años. Fue el caso del pampeano Carlos Verna en 2015, quien junto a sus diputados y los cordobeses le garantizaron leyes a Macri, pero negociaron cada peso que creían merecer.
Por caso, ambos lograron un compromiso de la Nación para financiar las cajas previsionales deficitarias, como las suyas. Se mantiene vigente y es la muestra cabal de cómo funciona un partido provincial: aporta el voto decisivo para resolver urgencias nacionales y consigue beneficios locales que pueden durar décadas.
El doble juego de los hermanos
Otra fuerza local funcionó durante el kirchnerismo en San Luis, con los hermanos Rodríguez Saá jugando a dos puntas: las bancas que controlaban en la Cámara de Diputados ayudaban con algunas leyes y el senador Adolfo las rechazaba en la Cámara alta, donde su voto no era decisivo. Desde 2019, la comitiva puntana es oficialista.
El gobernador Alberto obligó a la senadora María Eugenia Catalfamo a irse del bloque y en diciembre buscará renovar la banca con una figura propia. Si puede retener la provincia, será un partido localista más, con representantes propios de esos a quienes el Presidente de turno debe llamar para negociar leyes cada semana. Son cada vez más los llamados que debe hacer la Casa Rosada.