SAN PABLO (Enviado especial) El 17 de abril de 2016, el diputado federal gay por el estado de Río de Janeiro Jean Wyllys se levantó de su banca, se acercó al micrófono de la Cámara baja y votó en contra del impeachment contra la presidenta del Partido de los Trabajadores (PT), Dilma Rousseff. “Digo no a esta farsa sexista”, dijo. De fondo, un grupo de la banca legislativa de ultraderecha -entre quienes estaba el actual presidente de Brasil, Jair Bolsonaro,- lo escupían e insultaban.
El 24 de enero de 2019, casi un año después de la asunción del militar como jefe de Estado, Wyllys renunció a su banca y anunció que abandonaba el país. Las amenazas de muerte en su contra por parte de una ultraderecha conservadora envalentonada por la toma del poder tras 12 años de hegemonía progresista lo expulsaron de su país natal. “Hicimos mucho por el bien común. Y haremos mucho más cuando llegue el nuevo tiempo”, publicó en su cuenta de Twitter. Hasta el día de hoy, aún no volvió a bañarse en las playas de Río de Janeiro.
Este miércoles, Wyllys respondió las preguntas de Letra P por escrito y a través de la mediación de otra persona. “No habla por teléfono y no permite que se divulgue su celular”, le alertó a este medio en la previa de la entrevista una persona de su círculo a este portal. Desde algún punto desconocido del mapa, el líder de la comunidad LGBTQ+ de Brasil califica a Bolsonaro como un líder “nazi” y asegura que este domingo en las elecciones presidenciales del gigante sudamericano está en juego “la continuidad o no de la democracia”. “Si gana Lula, quiero volver a Río de Janeiro”, asegura.
-¿Qué está en juego en estas elecciones?
-La continuidad o no de la democracia; el fortalecimiento o no de la democracia en Latinoamérica, así como los lazos de solidaridad entre sus países; y, por fin, el futuro del planeta, ya que Brasil alberga la más grande flora y fauna tropical del mundo y es responsable de la regulación del clima. Sabemos que si Bolsonaro vence, este bioma será totalmente destruido junto con sus pueblos originarios.
En 2005, Wyllys se hizo famoso en todo el país por ganar la versión local de Gran Hermano, pero sabía que su futuro no estaba en los estudios de televisión, sino en la discusión política. En 2010, se convirtió en diputado federal por las filas del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), un desprendimiento por izquierda del PT en los inicios del primer gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva. Cuatro años después, consiguió la reelección con casi 145 mil votos, lo que lo posicionó como el séptimo legislador más votado de todo el país.
Su buen resultado no fue igual para Dilma Rousseff. A pesar de que la heredera de Lula se impuso en el ballotage, su rival, Aécio Neves, denunció -sin pruebas- un fraude electoral en su contra y la espiral de la crisis política e institucional comenzó. Dos años después, la exguerrillera sería destituida a través de un golpe de Estado disfrazado de juicio político y el camino quedaría liberado para que Jair Bolsonaro se alzara con la máxima magistratura nacional. Bajo el gobierno del excapitán del Ejército, comenzaron los problemas para el periodista y magíster en letras, pero un hecho sería determinante para su futuro. El 14 de marzo de 2018 Marielle Franco, una concejala de Río de Janeiro afrodescendiente y feminista, fue asesinada junto a su chofer por las milicias locales vinculadas a la ultraderecha. A la distancia, Wyllys también recibió las balas.
-¿Cómo vivió su exilio?
-Es un largo insomnio, un peso. Aún así, protegido de las amenazas de muerte que sufría en Brasil bajo el ascenso de la extrema derecha, pude resistir y me levanté.
-¿Analiza regresar a Brasil si Lula da Silva gana las elecciones?
-Por supuesto.
Su anhelo de regreso choca con el peligro latente de que el presidente desconozca los resultados del sábado, no abandone el poder a través de los medios democráticos y permanezca en Brasilia. Distintas fuentes consultadas por Letra P en esta ciudad coinciden en un punto: no es seguro que el oficialismo tome este camino, pero no está descartado y eso ya es un problema.
-¿Teme que Bolsonaro desconozca el resultado de las elecciones?
-Sí, creo que lo hará, pero no porque quiera seguir en el poder. Él sabe que la gran mayoría de los electores lo odia y que no hay coyuntura internacional para una dictadura en Brasil, pero quizá lo haga porque desea amnistía para sus crímenes, los de sus hijos y militares.
A pesar del miedo, Wyllys se entusiasma con un posible nuevo gobierno de Lula da Silva, que permitirá, afirmó, “empezar una reconstrucción después de la ruina económica, ambiental, social, moral y ética que ha sido el gobierno de Bolsonaro”. “Eso ya será mucho”, anticipa.
-¿Cómo calificaría los cuatro años de gobierno de Bolsonaro?
-Un gobierno neoliberal y fascista, orientado por un darwinismo social que antes solo se hizo notar entre los nazis. Un gobierno que se basó en la mentira y en la violencia; y que priorizó a los más ricos, a las mafias y a las iglesias neopentecostales.
-¿Cuál es la actualidad de los derechos humanos en Brasil bajo esta presidencia?
-Este gobierno es enemigo de los derechos humanos. Ha tratado de garantizar los privilegios de los humanos de derecha y extrema derecha y no más que eso.
Desde algún punto del mundo, Wyllys sabe que si el PT vuelve al poder Bolsonaro seguirá siendo parte de la escena nacional y su movimiento político tendrá peso político en el país.
¿En caso de perder Bolsonaro las elecciones, su movimiento político de ultraderecha seguirá vivo en Brasil?
-Seguirá, pero actuando desde las cloacas de donde jamás debería haber salido.