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Bolsonaro presidente, el proyecto secreto de la cúpula militar

Letra P accedió a todos los detalles. Cómo lo moldean desde 2014. Conservadurismo político, liberalismo económico y erradicación de la izquierda. La “Nueva Democracia”, una doctrina for export.

BRASILIA (enviado especial) Jair Bolsonaro fue el hombre que la cúpula de las Fuerzas Armadas eligió hace cuatro años para que se convirtiera en presidente de Brasil. Con ese fin entró en contacto con él, lo entornó y moldeó su ideología, de modo de convertirlo en el ariete de una doctrina para una “nueva democracia” en la que los militares tendrán voz y actuación política, superando el rol subalterno al que lo tiene confinado el poder civil. Si gana en las elecciones de este domingo, el programa del futuro gobierno cívico-militar será conservador en lo político y absolutamente liberal en lo económico. Y buscará erradicar, de una vez y para siempre, la “extrema izquierda”.

 

Quien relató con lujo de detalles a Letra P la existencia de ese proyecto de poder y los entretelones de la preparación de Bolsonaro, hechos desconocidos incluso en este país, es una alta autoridad de las Fuerzas Armadas que desempeña un rol institucional relevante. La condición para la charla fue que no se revelara su nombre, dado que mucho de lo relatado sería suficiente para ponerle fin a su carrera.

 

LA CONSTRUCCIÓN DE UN PROYECTO PRESIDENCIAL. De acuerdo con el relato, 2014 fue un punto de inflexión. Se cumplían 50 años de lo que la fuente definió como “la revolución de 1964”, en rigor, el golpe de Estado contra João Goulart, y, en medio de una crisis política que comenzaba a despuntar, las Fuerzas Armadas comenzaron a buscar a alguien que las defendiera en el Congreso. Esa persona fue Bolsonaro.

 

“El ambiente estaba tenso por culpa de la izquierda. El modo en que el diputado Bolsonaro defendió a las Fuerzas Armadas hizo que creciera nuestra ponderación sobre él, sobre todo porque la Comandancia estaba ocupada por militares que habíamos sido contemporáneos suyos en la Academia”, dijo.

 

“Ante esa situación, un grupo de militares de alta graduación decidimos acercar al diputado al Comando del Ejército, pensando ya en las elecciones de este año. Hace tiempo que trabajamos en el escenario político que se ve hoy. Ya un año atrás, el Ejército analizó que habría una polarización y que Bolsonaro sería quien llegaría a enfrentar al PT. ¿Por qué? Sencillo: toda la historia de Brasil demuestra que su élite nunca se preocupó por la nación, desde la época del imperio. Solo pensó en sí misma y nunca hizo lo que el país necesitaba. Entonces, tuvimos claro que los partidos de centro no se iban a unir para enfrentar a la izquierda. Es lo que pasó y el domingo va a haber varios candidatos centristas que no van a poder hacer nada. Tuvimos razón en apostar a Bolsonaro”, añadió.

 

VIEJOS RENCORES

 

Hasta hace unos años, Bolsonaro era muy mal visto en el Ejército, pero, en paralelo al proceso de cooptación descripto en este artículo, esa percepción fue cambiando en la comandancia.

 

Según documentos revelados el año pasado por Folha de São Paulo, el entonces capitán de paracaidistas “admitió en 1987 haber cometido actos de indisciplina y deslealtad para con sus superiores en el Ejército”. Uno de ellos fue la publicación en la revista Veja de un artículo en el que reclamaba un aumento de salarios para sus camaradas. El otro, un supuesto plan para hacer explotar, con el mismo fin, bombas en regimientos de Río de Janeiro. 

 

“Yo no hago la lectura de que era un hombre sin disciplina. De hecho, su única transgresión no fue grave: fue el caso del artículo. Pero en la época, el ministro de Defensa, Leônidas Pires Gonçalves, había sido totalmente cooptado y permitía que los salarios de los militares fueran muy malos. Y la acusación de las bombas nunca se confirmaron, no existen”, dijo la fuente de Letra P.

 

 

BASES IDEOLÓGICAS DE LA “NUEVA DEMOCRACIA”. De acuerdo con el relato, Bolsonaro “se abrió al diálogo y día a día fuimos viendo que él mostraba valores importantes, como disciplina, respeto y mucha humildad. Aceptaba nuestras sugerencias y cambió muchas de sus posturas anteriores. Por ejemplo, pasó del nacionalismo económico que antes defendía al liberalismo. Eso, que se ve en la campaña, fue producto del diálogo que el Ejército abrió con él, no tenga dudas”.

 

 

 

La fuente contó que el proceso se fue convirtiendo en “un feliz encuentro de factores. Él cambió mucho en lo personal, se casó con su tercera mujer, tuvo una hija y, algo que nadie sabe, hasta hizo dos años psicoanálisis”.

 

Uno de los aspectos que sus interlocutores de la cúpula militar le hicieron entender es que debía virar al liberalismo. 

 

“El nacionalismo económico ya no es nuestro programa, eso se lo dejamos al Partido de los Trabajadores. Ahora es el liberalismo. Eso es lo que le dijimos a Bolsonaro. Queremos un país lo más libre posible, lo que nos ubica radicalmente en contra de lo que dice el PT”.

 

"Él cambió mucho en lo personal, se casó con su tercera mujer, tuvo una hija y, algo que nadie sabe, hasta hizo dos años psicoanálisis.”

A la hora de enumerar los puntos programáticos de lo que llama “nueva democracia”, el jefe militar señala “la lucha contra la corrupción, la seguridad, el ajuste fiscal, la reforma previsional, las mejoras en el transporte. E incluso, por qué no, abordar también la cuestión de la mujer”.

 

Esto último, sin embargo, no tiene nada que ver con lo que ha sido el programa de género de la izquierda. La mirada es profundamente conservadora.

 

“De Bolsonaro dicen de todo, que es misógino, que es racista… Nada de eso. Ocurre que él luchó contra la izquierda radical. Hay una izquierda que es buena, incluso dentro del PT y del Partido Comunista, y que Brasil debe aprovechar. Pero hay otra que incomodó a la sociedad con un discurso excesivo de lo políticamente correcto, que pretendió imponer en el Congreso el matrimonio homosexual, las cuestiones de género… La sociedad no quiere eso”, indicó.

 

El programa, como se intuye, apunta a arrancar las raíces de esa izquierda que el poder militar considera nociva. “Pretendemos cerrar el círculo que comenzó en Brasil con el levantamiento comunista de 1935, algo que no acabó aún. Ya no vamos a permitir esas propuestas que engañan y se disfrazan de socialismo”, aseveró.

 

 

UNA VISIÓN PARTICULAR SOBRE LA ARGENTINA

 

El alto militar con el que conversó Letra P dijo que él y sus camaradas hablaron “de estos temas (la doctrina de la ‘nueva democracia’) con nuestros pares de Uruguay, pero infelizmente no con los de la Argentina, a quienes todavía percibimos como demasiado deprimidos. Ellos tienen una formación que es muy buena, pero la falta de apoyo de la sociedad hace que no hayan desarrollado aún una mirada política”.

 

Esto agregó:

 

  • “Argentina nos merece respeto y hoy nos provoca preocupación. Necesitamos que las Fuerzas Armadas de su país sean fortalecidas y consideradas fuerzas permanentes del Estado, lo que nos va a permitir ser socios en proyectos bilaterales e internacionales”, añadió. 
  • “Nos pusimos muy felices cuando se fue Cristina Kirchner y llegó Mauricio Macri. Macri es un hombre preparado, culto, que tiene todas las condiciones para mejorar a la Argentina”. 
  • “No creemos que haya una salida para nuestras economías sin el Mercosur. La integración debe continuar, porque, para nosotros, no hay vida en el mundo sin el Mercosur”.

 

UN NUEVO ROL PARA LAS FUERZAS ARMADAS. La lectura de los militares brasileños sobre la transición a la democracia, que se concretó en 1985, apunta a una narrativa que establece la existencia de un gran acuerdo nacional, que implicó una ley de amnistía y, a cambio, una convocatoria a elecciones sin proscripciones. Eso, dijo la fuente, “preservó el estatus de las Fuerzas Armadas como una fuerza permanente de Estado. En esa primera etapa, el sector militar se recostó en su rol profesional, pero ahora estamos en una etapa nueva, en el que exigimos ser tratados como ciudadanos plenos, no de segunda”.

 

La idea es ensayar una “tercera vía”, esto es, algo diferente a un rol en que los militares sean la cabeza de un régimen propio y también al de subordinados pasivos ante las autoridades civiles. “Queremos ser aceptados como ciudadanos. Por eso hablamos de una ‘democracia nueva’”, definió.

 

"Los oficiales militares somos personas muy calificadas, somos competentes, sabemos idiomas, tenemos posgrados. Hay que terminar con eso de que no podemos ser ministros.”

En ella, no tiene que haber ninguna restricción a la participación de militares en cargos públicos. 

 

“Nos estamos esforzando para que la sociedad, la clase política y la prensa se modernicen y dejen de considerarnos ciudadanos de segunda clase. Los oficiales militares somos personas muy calificadas, somos competentes, sabemos idiomas, tenemos posgrados. Hay que terminar con eso de que no podemos ser ministros”, arengó. De hecho, no llamativamente a la luz de estas revelaciones, Bolsonaro ya anticipó que habrá varios militares en su gabinete, con quienes se daría la peculiaridad de que, probablemente, generales de cuatro estrellas deban obedecer a un ex capitán de paracaidistas del Ejército.

 

Ya circulan nombres para esas funciones. El núcleo duro de los militares bolsonaristas está compuesto por los generales Augusto Heleno, quien ocuparía algún cargo relevante en defensa o seguridad pública; Alessio Ribeiro Souto, que suena para Educación y para Ciencia y Tecnología; Oswaldo Ferreira, que se encargaría de las áreas de transporte, infraestructura o minería, y el brigadier Ricardo Machado, quien controlaría la infraestructura aeroportuaria y la aviación civil.

 

El manejo de la economía quedaría para un civil: el ex banquero de inversión ultra liberal Paulo Guedes, cuya propuesta es privatizar la totalidad de las participaciones del Estado en empresas, incluida Petrobras, y vender todos los inmuebles que aún están en su poder.

 

 

 

Semejante presencia amerita una aclaración: si ganase Bolsonaro, ¿el próximo gobierno de Brasil sería el suyo o el de las Fuerzas Armadas? La fuente no dudó. “No vamos a participar de su gobierno en tanto Fuerzas Armadas, no vamos a tutelar a Bolsonaro. Seremos subordinados a nuestro comandante supremo. Él es un hombre con personalidad”.

 

Sin embargo, cabe señalar que, también de modo poco sorpresivo a esta altura, el candidato del Partido Social Liberal eligió como número dos a un general. El indicado, inicialmente, era el general Heleno, de fuerte impronta en la tropa, pero, como éste se afilió a un pequeño partido que no quiso cerrar ese trato, el nombramiento recayó en el general de reserva Hamilton Mourão.

 

Brasil ya probó la fruta prohibida del impeachment y, según la Constitución, si eso se produce a partir de la segunda mitad del mandato, el vice es el encargado de completarlo hasta el final. La elaboración es una respuesta suficiente a quienes, incluso hoy, dudan de la sinceridad de la conversión del candidato al liberalismo económico, nada menos que uno de los pilares de la “nueva democracia” que acaso esté por nacer en este país.

 

 

General de reserva Hamilton Mourão, candidato a vicepresidente.

 

 

UN COMBATE FRONTAL. El Partido de los Trabajadores es la bestia negra de este proyecto y las acusaciones de corrupción que ha sufrido, su principal motor.

 

“Fue el PT el que dividió a Brasil”, señaló el jefe militar que recibió a Letra P. “Queremos mostrarle a Sudamérica y al mundo que somos brasileños, militares, blancos, negros, indios, eso no importa, porque nuestro discurso es de unidad”.

 

Las recientes declaraciones de fuerte tono político del jefe del Ejército, general Eduardo Villas Bôas, cobran, de este modo, un significado más claro. En hechos que serían inaceptables en la Argentina, publicó en abril último dos tuits en los que prácticamente conminó al Supremo Tribunal Federal para que concretara el encarcelamiento del ya condenado en segunda instancia Luiz Inácio Lula da Silva.

 

“En esta situación que vive Brasil, resta preguntar a las instituciones y al pueblo quién está pensando realmente en el bien del país y de las generaciones futuras y quién solo en sus intereses personales”, dijo uno.

 

 

 

“Aseguro a la Nación que el Ejército Brasileño comparte las ansias de todos los ciudadanos de bien en el repudio a la impunidad y en el respeto a la Constitución, la paz social y la democracia, así como que se mantiene atento a sus misiones institucionales”, remató en el segundo.

 

Luego, en septiembre último, volvió a la carga con una entrevista que concedió a O Estado de São Paulo en la que le marcó la cancha al Tribunal Superior Electoral (TSE) para que definiera la inhabilitación del ex presidente. “Estamos ahora construyendo una dificultad para que el nuevo gobierno tenga estabilidad, para su gobernabilidad y pudiendo incluso que su legitimidad sea cuestionada”, dijo entonces. Nada de candidatos con “ficha sucia”.

 

La fuente de Letra P enmarcó esas declaraciones llamativas, para muchos aquí amenazas no tan veladas de golpe, en un contexto en el que “hubo robo, mucho robo, muchos ladrones, y la sociedad les reclamó un posicionamiento a los comandantes. Y el Ejército le respondió a través de su comandante, el general Eduardo Villas Bôas, que es un hombre muy respetado”.

 

 

General Eduardo Villas Bôas, jefe del Ejército.

 

 

“Por eso fuimos claros al hablar de un grupo (el Partido de los Trabajadores) que le robó a la nación y que tiene relaciones con dictaduras como las de Evo Morales, Nicolás Maduro y Daniel Ortega. El proceso culminó con un ex presidente que es un presidiario, un criminal, condenado en un juicio normal, y con una ex presidenta destituida legalmente, no a través de un golpe, como se dijo”, aseveró, evitando nombrar a Lula y a Dilma Rousseff.

 

“Hoy, las instituciones militares cuentan con una imagen positiva del 80%”, añadió. 

 

-¿Y si la sociedad pide más “referencias” o avances, como una toma del poder directa por parte de las Fuerzas Armadas?- preguntó Letra P.

 

-No. No estamos dispuestos a avanzar más que esto. Mi generación de oficiales no quiere involucrarse más que eso, que fue circunstancial. Había que decir que los tres poderes del Estado estaban errados y que en eso había un peligro. Eso está hecho.

 

-¿Realmente descarta cualquier hipótesis de golpe? De hecho, fue Bolsonaro quien no descartó una “reacción militar” si gana Fernando Haddad, ante lo que definió como “el primer error” que cometa el PT. Y el general Mourão dijo que, si el Congreso no lo deja gobernar a Bolsonaro, se podría reformar la Constitución a través de una “comisión de notables” y no a través de los legisladores elegidos por voto popular, como exige la Constitución.  

 

-No hay ninguna posibilidad de golpe. Ninguna. Incluso si gana Haddad. En el 64 no había Facebook, el mundo era otro. Un golpe no se va a producir en ningún caso. La prensa no entiende esto todavía y en la campaña fue muy parcial, con análisis muy infantiles. La primera derrotada en las elecciones del domingo va a ser la de Globo.

 

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