San Pablo (Enviado especial) El electorado que apoya y votará al presidente Jair Bolsonaro este domingo no tarda mucho en criticar la actualidad de la Argentina, Venezuela, Cuba y Nicaragua como justificativo máximo de su fidelidad hacia el militar que comanda los designios del país más grande de Sudamérica desde 2018 y que este fin de semana buscará el pasaje para hacerlo por cuatro años más, cuando enfrente al líder del Partido de los Trabajadores (PT), Luiz Inácio Lula da Silva, en una primera vuelta electoral con sabor a ballotage adelantado.
"Es el único presidente nacionalista que tuvo la historia de este país. El único", dice Daniel, un militante oficialista de casi 40 años, en un búnker que su base estableció en la esquina de la calle Brasil y Colombia de esta ciudad. La presencia del nombre del país en el cártel negro de la vereda profundiza el nacionalismo que circula por los tirantes de telas verdes y amarillas que la tropa tendió entre los distintos árboles de esta vieja casa paulista reconvertida en centro de operaciones del candidato a diputado federal Ricardo Salles.
Un hombre que pasa por la calle Brasil y acepta un folleto le dice a Letra P: "Con Lula volvería el comunismo. No quiero ser Venezuela, Cuba, Nicaragua o Argentina".
El primer candidato a diputado estadual de San Pablo, el empresario Tomé Abduch, viste unos jeans azul oscuros, una campera Uniqlo a tono y una barba recién cortada. Recibe a Letra P en un sillón de dos cuerpos y el celular que brilla constantemente en su mano derecha. "Estamos en las semanas más importantes de la historia de Brasil", alerta y advierte que no quiere para su país lo que está pasando en la Argentina.
-40% de pobreza, vean lo que está aconteciendo en Chile, Venezuela, Nicaragua, en Colombia, con un presidente que quiere soltar narcotraficantes- afirma.
-¿Le gusta Javier Milei, el diputado argentino?
-Sí, es muy bueno.
En la Avenida Paulista, una de las principales arterias sociales y económicas de esta ciudad, una mujer afrodescendiente reparte panfletos de una fuerza que no compite a nivel nacional, pero aclara que ella lo hará a favor del presidente. "Lula quiere aprobar la marihuana, el matrimonio igualitario, el aborto, como en Venezuela. Él no tiene moralidad", dice.
El componente nacionalista de su discurso es una de las armas fundamentales de Bolsonaro para una primera vuelta electoral que plantea entre el Brasil verdeamarelo y el (infundado) comunismo de Lula da Silva. En 2018, cuando el país se hundía en una crisis institucional, política y económica, prometió recuperar al país de la “banda de bandidos” que lo gobernaba en base a las tradiciones locales. “Ya sabemos lo que nos quieren imponer del otro lado”, dijo durante esta campaña. Es decir -supuestamente-, ideología de género, derechos para las minorías sexogenéricas y castrochavismo.
En el búnker oficialista hay más banderas de Brasil que personas y más calcomanías en los autos que ventanillas. Daniel es uno de los encargados del lugar. Es de mediana altura, entradas pronunciadas y viste una remera verdeamarela que retrata un abrazo entre Bolsonaro y Salles. Cuando posa para la cámara de Letra P forma con su pulgar y el dedo índice derecho una pistola, el símbolo del oficialismo que la oposición da vuelta y transforma en una L, la inicial de Lula da Silva.
"Cuando una persona hace mal la L o le sale para abajo no la subimos a las redes porque es la pistola de ellos", le confesó a Letra P un encargado de la campaña petista en esta ciudad.
El nacionalismo de Bolsonaro no es lo único que permeó en su base. Daniel no se vacunó contra el covid-19.
"¿Para qué me vacunaría?", responde ante las preguntas de este portal.
Estira los brazos hacia los costados, se toca el cuerpo y dice: "Mirá, nada de nada. No tengo nada. No está comprobado que sean buenas". Antes de volver a tomar su postura forma de nuevo la pistola con la mano derecha. Se ríe. "Acá hay gente que se vacunó", aclara.
Faltan tres días para la primera vuelta electoral y las encuestas anticipan una victoria del PT, pero Bolsonaro lo niega y amenaza con desconocer los resultados.
-El domingo ganamos con el 57% de los votos-, dice Daniel.
-Las encuestas no dicen eso.
-¿Encuestas? Están pagadas. La calle es de Bolsonaro-, dice.
-Dicen que puede ganar Lula en primera vuelta-.
(De imprevisto, Daniel vuelve a formar la pistola con su mano y simula sacarla de su cintura) -Dame tu carteira (billetera) -Eso sería un robo peor que los que hay en la calle- se burla y ríe.
La posibilidad de que el oficialismo no acepte una derrota es cierta y fuerte. Ni en las calles de la ciudad ni entre las distintas fuerzas consultadas hay coincidencias ni ánimos para anticiparse a lo que puede llegar a pasar el domingo a la noche.
"Si hay segunda vuelta es porque hubo fraude", advierte Daniel y se persigna mientras mira al cielo. "Espero que no", asegura y pide que las Fuerzas Armadas salgan a la calle si ese escenario se vuelve realidad. "Algo tendrán que hacer" advierte.
Las advertencias golpistas y la tensión polarizante para la primera vuelta electoral ya está sobre la mesa. Si Bolsonaro desconoce los resultados y decide permanecer en el poder, desde la esquina de Brasil y Colombia, en una rica zona de San Pablo, decenas de personas saldrán a respaldarlo.