LETRA P EN SAN PABLO

Bolsonaro vs. Lula: progresismo soft o ultraderecha recargada

El domingo, Brasil vivirá una primera vuelta con clima de ballotage entre un presidente radicalizado y un PT que busca volver al poder. Temor por la violencia.

SAN PABLO (Enviado especial) Este domingo, ocho candidatos y cuatro candidatas disputarán la primera vuelta de las elecciones presidenciales brasileñas, pero la jornada se vivirá como un ballotage adelantado entre los dos postulantes más importantes: el presidente que busca la reelección, Jair Bolsonaro, y el principal líder opositor, Luiz Inácio Lula da Silva. La batalla electoral, que no se desarrolló en 2018 por la proscripción del dirigente del Partido de los Trabajadores (PT), finalmente se llevará a cabo con condimentos que prometen marcar la historia del gigante sudamericano y, en buena medida, el futuro de la región. En un mano a mano de alta tensión, el progresismo del dirigente sindical pone todo para ganar sin necesidad de acudir a una segunda vuelta el 30 de octubre, mientras el jefe de Estado radicaliza a su tropa y agita una denuncia de fraude que amenaza con enturbiar el proceso democrático.

 

La polarización es tan fuerte, que apenas otros dos nombres aparecen en las encuestas: el líder del Partido Democrático Laborista (PDT), Ciro Gomes, y la candidata del Movimiento Democrático Brasileño (MDB), Simone Tebet. El resto no incide, adelantan las encuestas.

 

El último sondeo de Datafolha le adjudica a Lula un 47% de intención de voto, contra el 33% de Bolsonaro. En tercer lugar aparece Gomes, con el 7%, y cuarta llega Tebet, con el 5%. El quinto puesto es para la senadora exoficialista Soraya Thronicke, que alcanza el 1%. Los otros estudios anticipan números similares y todos coinciden en dos puntos: el PT ganará este domingo, pero no se sabe si le bastará para hacerlo directamente en primera vuelta, con la mitad más uno de los votos válidos y positivos, o deberá ir a al ballotage.

 

En distintos actos, Lula aseguró que trabaja para ganar de una sola vez. Lo mismo repiten distintas figuras del PT delante de los micrófonos, pero fuentes de la campaña reconocieron a Letra P que ese objetivo es “difícil”, "no está asegurado” o “no se puede confirmar”.

 

La apuesta opositora para ganar este domingo, al presentar los comicios como una batalla entre la democracia y el autoritarismo o entre la “esperanza” y el "odio", alimenta el clima de ballotage y polarización. Para ello, la oposición conformó la coalición política más grande desde la recuperación democrática: más de diez partidos apoyan al expresidente. Es una alianza multicolor que transforma al Frente de Todos (FdT) argentino en una federación universitaria. Detrás del líder metalúrgico está la izquierda que supo romper con el PT y parte de la derecha neoliberal que apoyó el golpe de Estado contra la exmandataria, como el economista Henrique Meirelles y el candidato a vicepresidente, Geraldo Alckmin

 

Si el PT pronostica una batalla por la democracia, Bolsonaro habla de una lucha por el futuro del país entre el “comunismo petista” y el “Brasil verdeamarelo”. Esto supone un regreso a su primera campaña presidencial, que, a diferencia de lo que ocurrió hace cuatro años, cuando la candidata a vicepresidenta del PT (Manuela D´Avila) era marxista, no encuentra razones cuando Lula abraza, de nuevo, al establishment económico.

 

Si para estos comicios Lula buscó ampliar su coalición, el presidente reafirmó el apoyo de sus tres principales electorados: las Fuerzas Armadas y de seguridad, las iglesias evangélicas y la agroindustria del sudeste. Su compañero de fórmula es el general del Ejército Walter Braga Netto, uno de sus ministros más fieles, y durante las últimas semanas apareció en público junto a distintos líderes religiosos, con los que dijo: “Nuestro lema es Dios, patria, familia y libertad. Ese es el sentimiento de la gran mayoría del pueblo”. Ante las encuestas que pronostican su derrota y lejos de los manuales políticos que recomiendan la búsqueda del voto centrista, el presidente profundizó su discurso de peligrosa polarización.

 

Otro síntoma del "ballotage adelantado" que se vivirá este domingo es la búsqueda del electorado del tercer candidato, Gomes, y del voto útil. El PT ansía los sufragios de PDT para asegurarse la victoria en primera vuelta y busca atraerlos al rememorar las viejas épocas en las que el abogado fue ministro de Lula.

 

Hasta el momento, la búsqueda no dio resultados. El lunes, Gomes denunció ser víctima de una “violenta campaña nacional e internacional” por parte del oficialismo y la oposición y descartó declinar su candidatura. Su electorado, pequeño pero significativo, puede ser importante este domingo, pero se volvería fundamental en una segunda vuelta. En 2018, para no brindarle su apoyo al PT, Gomes viajó a Francia; qué haría este año es una incógnita. De todas maneras, en la oposición no hay mucha ilusión: durante la campaña denunció el “fascismo de izquierda”, lo que le valió el apodo de “Cirobolso” por parte de las bases petistas

 

Bajo estos discursos, el clima electoral es de suma tensión y preocupación. Durante esta campaña fueron asesinados tres militantes del PT a manos de agitadores oficialistas, un seguidor de Lula asesinó a un votante del oficialismo, varios candidatos opositores fueron agredidos -algunos, incluso a tiros-; Lula apareció en público con chaleco antibalas y uno de sus actos fue atacado con explosivos caseros.

 

Este clima abona el temor más grande: el desconocimiento de los resultados por parte del presidente y la movilización de su tropa más fiel para permanecer en el poder a pesar del voto popular. A raíz de esto, la comunidad internacional se prepara para jugar un rol importante una vez que se conozcan los resultados para limitar una maniobra oficialista que amenace la democracia brasileña. 

 

En este ring, este domingo Brasil tendrá la batalla democrática más importante desde el final de la dictadura. Entre la ultraderecha recargada del presidente y la coalición de izquierda de Lula, el gigante sudamericano empezará a elegir a su presidente y a definir su futuro en una jornada de alto impacto internacional.

 

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