LETRA PEPE

Misión reservas: unidad forzosa y pasos cortos

Batakis ajusta el gasto y diseña medidas para cuidar los dólares con Fernández y Cristina. Viaje a EE.UU. y objetivo septiembre. Desconfianza y nuevo encuentro.

Silvina Batakis no anduvo con vueltas. La economía argentina está en terapia intensiva, no hay reservas en el Banco Central ni pesos para gastar. El Estado debe recortar el déficit, hay que llegar a septiembre para que la merma en las importaciones de energía baje la demanda de dólares y se requiere cohesión política para atravesar la tempestad. Palabras más, palabras menos, fueron los conceptos que la nueva ministra de Economía se encargó de transmitir esta semana hacia adentro del Frente de Todos (FdT) y quedaron rebotando en la cabeza del gabinete, gobernadores, intendentes y todo aquel que se cruzó con “La Griega”. Las cuentas están en rojo, mucho peor de lo que se creía.

 

Hay quienes lo tomaron al pie de la letra. Otros, más experimentados, entendieron que Batakis buscó encender alarmas para sentarse con más autoridad encima de la caja y ordenar los gastos. Quienes la conocen de su paso por la gestión de Daniel Scioli en la provincia de Buenos Aires saben que será difícil sacarle plata. Desde viajes y consumos superfluos hasta el detalle de las cuotas presupuestarias, todas las planillas ahora pasarán por el ojo agudo de la ministra, que cumplirá el sueño que Martín Guzmán no tuvo respaldo político para ejecutar.

 

La fama de fiscalista será una de las dos cartas de presentación con las que Batakis aterrizará en Washington este domingo por la tarde, acompañada por la secretaria de Política Económica, Karina Angeletti. La segunda, de importancia central a la hora de sentarse con su extensa lista de interlocutores, será la afirmación de que su programa económico cuenta con el apoyo del presidente Alberto Fernández, de Cristina Fernández de Kirchner y del tercer socio de la coalición, Sergio Massa.

 

No es poco. Aunque la vicepresidenta se mantiene en silencio en lo público, está en diálogo permanente con la ministra y al tanto de cada decisión. Batakis tiene, además, línea directa con el gobernador Axel Kicillof y esta semana recibió a un grupo de intendentes que llegaron convocados por Martín Insaurralde, jefe de Gabinete bonaerense y hombre de Máximo Kirchner y Cristina. Tampoco se puede pretender, dicen en el cristinismo, que la exmandataria salga en público a defender un ajuste. 

 

Desde Estados Unidos, Batakis monitoreará el problema que más desvela al Gobierno: la falta de dólares. La ministra trabajó durante toda la semana junto al presidente del Banco Central, Miguel Pesce, al equipo económico y al Presidente en medidas que permitan acumular reservas. Habló con el Instituto Patria y con el massismo. Fueron días de “pequeñas acciones” y análisis a puertas cerradas. Pasos cortos, sin golpes de timón ni medidas políticas grandilocuentes. También, de desacuerdos. En la Casa Rosada se puso sobre la mesa la posibilidad de avanzar en un desdoblamiento cambiario para lograr que el agro liquidara la cosecha que retiene. No hubo consenso. 

 

El hermetismo sobre otras cuestiones políticas generó psicosis alrededor del estado de la tregua del Presidente y la vice. El paso de los días sin noticias sobre una nueva reunión entre los Fernández desesperó a quienes se habían entusiasmado con la unidad de acción. Lo dijo públicamente el ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis: “Necesitamos una mesa política, acuerdos más explícitos y una estrategia más disciplinada y seria”. El problema, según apuntó un dirigente que suele participar de negociaciones con la mesa chica del FdT, es que, pese al diálogo, "nadie cree que las cosas están mejor internamente”. La desconfianza se mantiene. El sábado, Fernández y la vice volvieron a verse en Olivos. Compartieron un largo encuentro que comenzó con un almuerzo y se extendió durante cerca de tres horas. No estuvo Massa. 

 

En la mesa chica del FdT no hay coincidencias sobre los diagnósticos. El Presidente y sus funcionarios más cercanos entienden que la crisis es cambiaria y que el mercado no espera grandes acciones políticas ni cambios de gabinete para desactivar la tercera corrida que sufre el Gobierno. Creen que eso corresponde más a "la ansiedad" de la dirigencia y la militancia y que las medidas deben ser "monetarias y cambiarias".

 

¿Los mercados se calmarían si Cristina respaldara a Batakis públicamente? Entienden que no. El viernes, se quedaron con una buena noticia: el Banco Central volvió a comprar dólares – 45 millones – y el campo liquidó “el doble” de lo que venía liquidando en la semana. El dólar blue bajó después de pegar un salto brusco. Un comienzo de estabilización, dicen. Destacan que Batakis está llevando adelante “el programa de Alberto”, que no dista demasiado del que Guzmán no pudo aplicar, que el encono con el exministro terminó siendo personal y que, si el barco todavía no se hundió, es porque existe el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que Cristina criticó. 

 

Aunque Fernández tiene en la cabeza desde hace tiempo la posibilidad de encarar un rediseño del gabinete, entiende que todavía no es el momento para hacerlo. Quiere manejar los tiempos y evitar que cualquier cambio parezca una rendición frente a Cristina y a Massa. Los socios se irritan con el sello "procrastinador" del Presidente. Creen que "con Batakis no alcanza". Dicen que ya no queda tiempo para seguir especulando. La vicepresidenta y el titular de la Cámara de Diputados detestan que la discusión gire en torno a lo que, entienden, son cuestiones personales, estados de ánimo y sentimientos amargos sobre los vínculos. Hay que ordenar la política. 

 

En el ala que todavía se mantiene leal a Fernández consideran, por el contrario, que hay un intento deliberado de mostrar débil al Presidente, que mantiene la calma en medio de tensiones profundas, financieras, económicas, internas y, también, geopolíticas. Entienden que no existe un nombre mágico capaz de revertir la crisis y que las ideas que circulan en los despachos – el desembarco de Massa como jefe de Gabinete, por caso – implican básicamente una entrega del Gobierno con un final supuestamente exitoso que tampoco está asegurado. Fernández se muestra híperactivo. Massa hace saber que trabaja “para ayudar” en lo que sea necesario y que todos deben “remar” juntos en el mismo bote. Antes de la renuncia de Guzmán, la vicepresidenta tenía previsto hacer apariciones periódicas, dar discursos quincenales o semanales. Por ahora, está todo cancelado. Las acciones entraron en un compás de espera, hasta tanto se logre reencauzar la delicada situación cambiaria. Hay que llegar a septiembre. 

 

En ese escenario llegará Batakis a Washington este domingo, donde tendrá una agenda nutrida que terminó de cerrarse el viernes en la Casa Rosada, después de que se confirmara la postergación – por ahora, sin fecha – de la bilateral entre Fernández y Joe Biden. La ministra se reunirá el lunes con la titular del FMI, Kristalina Georgieva. También, con David Lipton, asesor de la secretaria del Tesoro, Janet Yellen. Verá a inversores y analistas de Wall Street, tendrá bilaterales con los directivos de Amazon, General Motors, Google y Chevron y una ronda en la US Chamber of Commerce con las principales compañías norteamericanas que tienen inversiones en Argentina. El viernes, Batakis recibió en el Ministerio de Economía al embajador de Estados Unidos en Argentina, Marc Stanley. El enviado de Biden estuvo hace diez días con Scioli en el Ministerio de Desarrollo Productivo. Hablaron, entre otras cuestiones, sobre la escasez de dólares y las posibilidades de colaboración del gobierno de Biden. 

 

Las conversaciones por la agenda de Batakis en Estados Unidos fueron un capítulo en sí mismo de la interna. Mientras que la versión oficial dice que las reuniones fueron finalmente abrochadas en conjunto por el canciller Santiago Cafiero y el embajador argentino en Estados Unidos, Jorge Argüello, el viernes circulaba otra información que indicaba que Massa había trabajado en el tema junto al secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello. Una anécdota en medio de la gravedad de la crisis.

 

Con todo, la misión de Batakis en Estados Unidos tendrá como principal objetivo “mostrar estabilidad en el programa económico”, según indicó a Letra P un funcionario de primera línea del Gobierno. Pese a las versiones que en la semana indicaron que existía la posibilidad de que el gobierno de Biden ayudara a la Argentina con una inyección de reservas – vía un swap con la Reserva Federal-, la probabilidad de que la ministra vuelva de Washington con dólares en el bolsillo está prácticamente descartada, aunque ese país tiene "voluntad" de colaborar. 

 

“No es una misión para traer recursos. Es para reafirmar el rumbo económico de la Argentina”, dijeron en la Casa Rosada. La ministra llegará con la bandera del equilibrio fiscal y también sondeará la posibilidad de avanzar con medidas de contención social. 

 

El desconcierto sobre la situación política no solo alcanza al gabinete, que espera señales más contundentes que aún no sabe si llegarán. Los gobernadores también desesperan. El viernes, en el Museo del Bicentenario, varios se quejaron sobre la disparidad de agendas entre las provincias y la Casa Rosada. “Crecen el empleo y la actividad industrial; las economías regionales funcionan, el turismo explota y esto parece siempre que está al borde del precipicio”, dijo uno de ellos.

 

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