"Una cosa es el folclore K y otra, lo que hace y piensa Cristina (Fernández de Kirchner)". La frase, expresada en uno de los ministerios que supo estar bajo la atenta mirada de la vicepresidenta, ayuda a explicar por qué los reproches satelitales del ecosistema del Instituto Patria no preocupan hoy en la Casa Rosada. Valoran, por sobre todo, el silencio de la expresidenta como un respaldo tácito a la ortodoxia de Silvina Batakis para enfrentar la crisis económica, que tomó temperatura con la salida de Martín Guzmán del Ministerio de Economía.
Lejanas quedan, para la órbita presidencial, las advertencias del moyanismo, que coquetea con una medida de fuerza nacional desde los gremios transportistas, o el malestar de los movimientos sociales por la falta de un Salario Básico Universal (SBU) que la administración de Alberto Fernández sigue negando poder financiar. El análisis presidencial es que no es lo mismo Cristina Kirchner que Juan Grabois. Ponen un ejemplo: "Mientras Alicia Castro tuitea contra Estados Unidos, ella (por la vice) recibe a (el embajador Marc) Stanley y a la jefa del Comando Sur (Laura Richardson)".
"Con 10% de aumento de retenciones segmentadas a la gran producción de soja se paga el Salario Universal", lanzó en Twitter Grabois. De esta forma, el referente del MTE no sólo se desmarca de Batakis, también lo hace de Julián Domínguez. En medio de la protesta de la Mesa de Enlace de este miércoles, el ministro de Agricultura viene prometiendo ante los dirigentes del campo que no se modificarán los derechos de exportación para alejar el fantasma de la 125, lo que hoy le permite al Gobierno argumentar que la movilización es "política". Otra explicación que barajan en el Gobierno para justificar a quienes amenazan con quebrar la pax armada del FdT es que "sobreactúan" más mirando para abajo que para arriba: "Es para que sus bases no les salten al cuello".
Algo es cierto: si la vicepresidenta quiere decir algo, lo dice. "Ya saben que, cuando yo hablo, hablo por mí. Así como tampoco permito que nadie hable por mí", apuntó Cristina Kirchner en su última parada del Efemérides Tour, en El Calafate. Hay multitud de exégetas de esa frase que apuntan a distintos destinatarios, incluyendo a su hijo, Máximo Kirchner. Una versión indica que Sergio Massa contaba con el beneplácito del líder de La Cámpora para desembarcar a pleno en el gabinete, una movida desactivada cuando hablaron ambos Fernández en aquel domingo frenético.
La declaración del viernes es resignificada en este contexto de silencio de la socia mayoritaria del FdT para un respiro albertista en la primavera de Batakis, que amenaza con ser muy corta. Hay un sector del frentetodismo territorial que reclama un gesto explícito de la vicepresidenta al cambio de timón económico. "Si ella se muestra con Batakis, sería leído como un desafío a los mercados", contraargumentan en el cristinismo para defender su reclusión. Antes de anunciar las medidas, la flamante ministra se reunió con CFK, pero a puertas cerradas y sin foto.
Con el dólar blue subiendo y el riesgo país rompiendo récords, cerca de la vicepresidenta no adelantan un atisbo de su agenda. Por ahora, juran, no hay cita para un nuevo discurso. A falta de Cristina Kirchner, en Balcarce 50 destacan los gestos de los dirigentes más cercanos al epicentro K, como el de Jorge Capitanich, que este miércoles visitó a Fernández en la Quinta de Olivos. "Dialogamos sobre las medidas necesarias que debemos aplicar para promover el equilibrio fiscal, la reducción de la inflación, la dinamización del empleo y la recuperación sostenida del salario", contó el propio gobernador de Chaco en sus cuentas en redes sociales. Los contactos entre el bonaerense Axel Kicillof y Batakis, revelados por Letra P, también son agua para el molino de quienes confían en la durabilidad de la tregua. Ver para creer.