TODOS CONTRA TODOS

La carta-bomba de Kulfas, radiografía descarnada de un gobierno roto

Un ministerio con urgencias e "internismo dentro del internismo", herencia para Scioli. El defecto congénito de la alianza. Gestión en emergencia y denuncias.

Tras su defenestramiento, Matías Kulfas está decidido a hacer el duelo rápidamente. Por un lado, su cuenta de Twitterya lo presenta como raso "economista" y "peronista", deja una declaración de principios –"sin desarrollo productivo no hay justicia social"– y presenta su epitafio político: "Ministro de Desarrollo Productivo de la Nación (2019-2022)". Por el otro, desahogó todo lo que tenía para decir en una inédita carta-bomba de renuncia de 14 páginas, que establece los términos de la herencia que recibe Daniel Scioli: logros, urgencias y una radiografía descarnada de una interna que paraliza en buena medida la gestión del Gobierno del Frente de Todos.

 

La nota se deshace en agradecimientos a Alberto Fernández, a quien debe haberle dolido no solo despedir a uno de sus funcionarios más cercanos sino, incluso, tener que dejarlo públicamente como responsable del off-gate.

 

Por si eso eso fuera poco, las críticas a la tropa cristinista de Energía que surgen sin ambigüedades de la misiva merecieron un rechazo de la vocera Gabriela Cerruti, retuiteado por el Presidente. Solo el tiempo curará algunas heridas.

 

La voluminosa carta de renuncia podría ser el embrión de un nuevo libro del exministro, como el que irritó en su momento a Cristina Fernández de Kirchner: Los tres kirchnerismos. Una historia de la economía argentina 2003-2015. De alumbrar, el nuevo trabajo contaría la historia de otra frustración.

 

Así surge de la nota de Kulfas, en la que el economista se da tiempo y espacio para detallar lo que considera logros de su gestión y cierra con la enumeración de proyectos importantes que deja a consideración del jefe de Estado. Estas iniciativas, respaldadas por el ala industrial del Círculo Rojo, son –¿eran; lo seguirán siendo?– planes que respondían a los lineamientos de Fernández.

 

Scioli hereda la cartera de Desarrollo Productivo sin beneficio de inventario, pero, al menos, liberada del "el internismo dentro del internismo”, exportado desde allí a la órbita de Economía. La debilidad de Fernández es tan patente que, si debió desprenderse de alguien propio como Kulfas, no osa hacer lo propio con los funcionarios de Cristina que, dijo este último en su despedida, le hicieron la vida imposible a él y a la gestión del Gobierno.

 

Con Scioli, el gran equilibrista y el componedor resistente al dolor más extremo, no cabe esperar una tendencia general diferente a la de su antecesor, acaso con los matices de un menor vuelo intelectual en el proyecto de largo plazo, pero con más cintura política para negociar la micro con el empresariado.

 

De fábrica

Si algo surge con claridad del texto de renuncia es el primer relato en primera persona de una deficiencia congénita del gobierno de Todos: el loteo horizontal de cargos, es decir la representación de los diferentes sectores de la alianza no ya en ministerios y reparticiones –un reparto de poder habitual en las administraciones de coalición– sino al interior de cada una de ellas.

 

El modelo es prueba de la desconfianza que los protagonistas del gran acuerdo panperonista de 2019 se han profesado mutuamente desde el inicio, mucho antes de que las tensiones hicieran eclosión el 26 de octubre de 2020 con la difusión de una carta abierta de la vicepresidenta: “A diez años sin él y a uno del triunfo electoral: sentimientos y certezas".

 

"El hombre es bueno, pero si se lo vigila es mejor", decía Juan Perón antes de que el feminismo reformulara el lenguaje. El problema de eso es que la idea de una alianza fundada en semejantes términos es ruinosa en términos de gestión y que eso –gestión– es justamente lo que le falta al Gobierno.

 

En su despedida, Kulfas recuerda los desafíos iniciales, la herencia negativa para el sector industrial de Mauricio Macri, la pandemia y los escollos que impone el escenario internacional actual. Pese a todo eso, pondera su gestión, algo más que un modo de salvar su legado: es una respuesta detallada y obsesiva al inicio de la guerra, esto es su inclusión en la lista de "funcionarios que no funcionan" de Cristina Kirchner.

 

El exministro se detiene largamente, para mostrar que no necesita ningún off the record para cuestionar a la vice, en el modo en que, entiende, la línea directiva cristinista del área de Energía entorpeció con un libreto "desgastante y absurdo" las tres principales líneas de acción orientadas por el Presidente. La primera, el estímulo a la producción de gas en Vaca Muerta a través del Plan Gas 2020, con cuestionamientos a precios de referencia que el tiempo probaría acertados. La segunda, "salir del desquiciado sistema de subsidios (…) que rige en nuestro país desde hace dos décadas", boicoteando los planes para segmentar las tarifas. La tercera, la elaboración de "un marco normativo (para) desplegar estrategias para el desarrollo de Vaca Muerta", algo clave para que el país pueda sumar, a mediano plazo, unos 30.000 millones de dólares en exportaciones.

 

Kulfas no lo dice, pero los 6.000 millones de dólares que el país gastará solo este año –dinero y, en paralelo, divisas escasas– en importar gas equivale a la construcción de dos gasoductos como el Néstor Kirchner, puerta a esas exportaciones y a una industrialización de ese recurso especialmente valorado en el mundo por efecto de la guerra en Ucrania.

 

"Si algo cabe reprocharse respecto al contenido nacional de los insumos del gasoducto, eso debe atribuirse pura y exclusivamente a las características de la licitación realizada por la empresa IEASA, cuyos miembros, al igual que el equipo de la Secretaría de Energía, responden políticamente a la señora vicepresidenta", le dice a Fernández en su despedida.

 

¿Y eso por qué ocurrió? El off de la discordia sugiere hechos de corrupción, esto es una "licitación a medida" de la proveedora de los tubos, Techint. Pronto le llegará a Kulfas el turno de decir en la Justicia qué sospecha y qué sabe sobre eso.

 

El mandato de Alberto Fernández es un Via Crucis: sus enemigos lo clavan a la cruz y sus amigos la afirman al rayo del sol.

 

En el centro, Gildo Insfrán, presidente del Congreso del PJ, ladeado por Axel Kicillof, Lucía Corpacci y Juan Manzur. 
El Conicet, blanco de la motosierra libertaria.

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