NOVENA SECCIÓN

El peronismo bonaerense cierra la grieta interna y presiona al Presidente

Sus distintas tribus se abroquelan bajo techo K. Katopodis y Zabaleta, albertismo cercano. Objetivos: salvar la provincia y torcerle el brazo a la Casa Rosada.

En Buenos Aires, por debajo de la interna grande que disputan el presidente Alberto Fernández  y la vice, Cristina Fernández de Kirchner, el Frente de Todos se abroquela para salvar a la provincia del 37 por ciento del padrón electoral, histórico bastión del peronismo, bajo un armado con sello K. Con un panorama complejo de cara a 2023, la dirigencia, pese a las diferentes terminales a las que reporta cada sector, trabaja de manera conjunta y sin las tensiones que se vislumbran en la superficie. Mientras teje la red, envía un mensaje dirigido al primer mandatario: reacciona o queda aislado.

 

Al armado que van consolidando el gobernador Axel Kicillof, el presidente del Partido Justicialista (PJ),  Máximo Kirchner; el líder del Frente Renovador, Sergio Massa, y el jefe de Gabinete y referente principal del intendentismo peronista, Martín Insaurralde, se suma ahora, con sigilo, el albertismo blando, encarnado por los intendentes en uso de licencia y ministros nacionales Gabriel Katopodis (Obras Públicas) y Juan Zabaleta (Desarrollo Social).

 

Dentro del albertismo que no termina de nacer, esos dos funcionarios, por su historia y su poder territorial, saben que, a diferencia del núcleo duro del Presidente, tienen vida más allá de Alberto Fernández. Por eso, disconformes con parte del accionar del jefe de Estado, comienzan a deslizar sus críticas en el ámbito privado y tienden, cada vez con más firmeza, los puentes con el kirchnerismo bonaerense. A las reuniones que vienen manteniendo, incluso con Kirchner, empezaron a sumar gestos públicos.

 

Las últimas declaraciones de Katopodis resonaron fuerte en Buenos Aires. “No estamos para escuchar la opinión de Cristina Kirchner sino para que participe activamente de todas las decisiones con Alberto Fernández”, dijo mientras el Presidente se niega, por ahora, a sentarse en una mesa donde se discutan las políticas del Gobierno, lo que ha desdeñado bajo la calificación de "presidencia colegiada". En la misma línea se manifestó Zabaleta en sus declaraciones de la última semana tratando de bajar la espuma de la interna todista.

 

A eso le sumaron gestos, como la actividad que compartió el ministro de Obras Públicas con Kicillof en Saladillo y la que compartió el titular de Desarrollo Social con la intendenta de Quilmes y dirigente de La Cámpora, Mayra Mendoza.

 

El armado donde confluye el kirchnerismo, la tropa intendentista, el gobernador, el Frente Renovador y ahora también sectores más vinculados a Fernández tiene un doble objetivo. Por un lado, salvar la provincia de Buenos Aires como reducto del peronismo ante una eventual derrota nacional. Por otro, darle un mensaje a Fernández para que convoque a una mesa de discusión y tome medidas que generen alivio en el bolsillo de la gente, porque, si no, “no habrá 2023 para nadie”, advierten. La institucionalización de la mesa política en Buenos Aires, que en el primer encuentro dejó afuera al albertismo, pero que, como contó Letra P, incluirá a todos los sectores en los próximos encuentros, va en ese sentido.

 

Una fuente con despacho en el gobierno provincial y al tanto de la rosca bonaerense explica, en diálogo con este medio, que el tridente Kicillof-Kirchner-Insaurralde, pese a las tensiones, “está funcionando muy bien”. “Kicillof está centrado en la gestión, Insaurralde hace un trabajo fino de rosca con todos los sectores del Frente de Todos y Máximo contiene desde el PJ. A eso hay que sumar la excelente relación con Massa”, detalla, al tiempo que da por hecha la incorporación de los ministros/intendentes a ese esquema. “Katopodis y Zabaleta son conscientes de los problemas de la gestión nacional y los manifiestan en cada encuentro; también dicen que Alberto no escucha y que está cerrado en un círculo muy chico donde no hay nadie que haga pie en la provincia... Cafiero no puede ni hablar acá después de cómo perdió en el PJ de San Isidro”, lanza.

 

En la misma línea, un dirigente que participa de las reuniones de la mesa chica provincial asegura que “en la base no hay tensiones”, que los distintos sectores coinciden en la necesidad de lograr un armado conjunto para la provincia más allá de cómo se definan las candidaturas y en la urgencia de darle “un mensaje” a Alberto Fernández. “Reacciona o queda aislado”, advierte.

 

El Presidente buscó en la última semana, luego de su regreso de Europa, desde donde decidió darle "el debate" a la vicepresidenta, generar muestras de poder territorial en Buenos Aires. Envió al ministro de Economía, Martín Guzmán, a un acto con los movimientos sociales en Almirante Brown y después participó de un acto organizado por la UOCRA en Esteban Echeverría, con resultado magro.

 

Sin embargo, esas muestras son minimizadas por las tribus bonaerenses. “Eso no es poder territorial; en el Evita, aunque mantengan el apoyo público, saben que en los barrios está todo mal y lo de la UOCRA no es poder territorial... más que sumarle, le restó”, afirma un jefe comunal que juega para CFK.

 

El escaso apoyo que Fernández recibe desde la dirigencia peronista de la provincia quedó evidenciado este viernes, cuando al acto organizado por Gerardo Martínez no asistió Kicillof y tam poco lo hicieron los intendentes del Frente de Todos. Sí estuvo Massa, el equlibrista, que llegó a último momento y mantuvo la boca cerrada.

 

En tono de chicana, ante la consulta de este medio, un dirigente que reporta a Kirchner repregunta: “¿Katopodis y Zabaleta se consideran albertistas? ¿Existe el albertismo en Buenos Aires? Más fácil: si Alberto es candidato en la provincia ¿con quiénes arma su candidatura?”. Son preguntas que, si recibió el mensaje, también se estará haciendo el Presidente.

 

Martín Menem, presidente de la Cámara de Diputados. 
Daniel Passerini calculó el impacto de la medida de Toto Caputo y respira tranquilo. 

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