Como nunca, el debate sobre la política económica ha sido puesto en negro sobre blanco por las principales figuras del Frente de Todos y del Gobierno: Cristina Fernández de Kirchner como crítica de la acción oficial, Alberto Fernández como defensor y Martín Guzmán como refutador técnico designado. La discusión encarnizada reproduce dentro del panperonismo la que desde hace décadas mantienen economistas ortodoxos y heterodoxos. ¿La emisión de moneda es inflacionaria o no? Los problemas actuales, dados por precios en estampida que licúan los ingresos, ¿se resuelven con nuevos incrementos de salarios y asignaciones o hacen falta políticas duras que pongan en caja la inflación?
Letra P consultó a dos economistas que complejizan la cuestión mucho más que sus colegas ortodoxos. Ricardo Delgado, presidente de la consultora Analytica, y Gustavo Reija analizaron los recientes dichos de la vicepresidenta en Chaco, cuando, gráfico en mano, buscó fundamentar su idea de que la suba generalizada de los precios no es efecto de los estímulos monetarios.
Todos se sumaron a la controversia, desde Axel Kicillof al libertario Javier Milei.
La heterodoxia peronista no deja de afirmar que la inflación es un "fenómeno multicausal", pero, a la hora de la verdad, lo termina sintetizando de modo extremo: para Cristina, obedece a la falta de dólares; para Guzmán, en la práctica, a lo fiscal-monetario, sobre un fino colchón de expectativas negativas generadas por la guerra civil del Frente de Todos.
"El argumento de que la emisión monetaria no tiene impacto sobre los precios ya es algo remanido. En el cuadro que mostró Cristina Kirchner se ve que la base monetaria en el año final de su segundo gobierno, 2015, fue parecida o apenas un poco más alta que en las gestiones siguientes, sacando la pandemia, por supuesto, pero el argumento cae por sí solo: si no hubiera vinculación entre emisión e inflación, se podría haber emitido una infinita cantidad de pesos sin que eso se reflejara en los precios, cosa que Cristina no hizo porque tuvo política monetaria con Kicillof y con (el expresidente del Banco Central Juan Carlos) Fábrega", dijo Delgado.
"No hay discusión, pero hay que puntualizar que, cuando se habla de emisión, se alude a la oferta de dinero que realiza el Banco Central, que después los bancos reproducen, para lo cual existen los encajes, que limitan el poder de expansión de esa emisión. Del otro lado, lo que importa es la demanda de dinero, que es lo que impide que la mayor cantidad de pesos vaya a la compra de bienes o a una dolarización" de carteras de inversión, agregó.
Reija coincide. "El secreto está en la demanda de pesos. Cuando se financia el déficit fiscal con emisión de moneda y se genera inflación, la gente empieza dejar de quererlos en sus bolsillos. Cuando cae esa demanda y se mide la cantidad nominal de dinero que hay en una economía en relación al producto bruto interno, ese índice va a ser cada vez menor a medida que la inflación se acelera. Esto es así porque el PBI, que es el denominador de la ecuación, surge de la suma de los bienes y servicios multiplicado por los precios. Entonces, cuando hay un problema de inflación como el que tiene la Argentina, que se añade a uno cultural porque aquí ya sabemos cómo sigue la película, a medida en que el proceso se desencadena, la gente acelera esa huida del peso. Así se podría emitir cada vez más dinero, pero su cantidad real (N. Del R.: descontada la inflación) sería cada vez menor", señala.
El tema es complejo porque, por un lado, a Cristina no le fue bien con su receta. Sin embargo, el último gran intento de ajuste ortodoxo, el de Mauricio Macri, Nicolás Dujovne y el Fondo Monetario Internacional (FMI) entre 2018 y 2019, terminó con una inflación del 53,8%. La vice diría, con razón esta vez, que no hay ajuste fiscal y monetario que valga si no hay reservas en el Banco Central y el dólar sube y sube.
Argentina parece escapar a todos los manuales. Según el último informe de Consultatio Plus, el empinamiento de los precios "no se explica en lo fundamental ni por un shock cambiario ni por shocks externos ni por shocks tarifarios" que aún no se concretaron, "sino por expectativas" que no encuentran anclas.
¿Qué está pasando hoy, cuando rige un duro cepo cambiario? De acuerdo con el titular de Analytica, "quienes tienen pesos, básicamente las empresas, no pueden dolarizarse alegremente porque hay muchos mecanismos que lo impiden. Por ejemplo, si quieren hacerlo a través del ‘contado con liquidación’ o del ‘dólar MEP" (N. del R.: tipos de cambio paralelos pero legales, que se negocian entre partes privadas en Bolsa a través de la compra y venta de títulos que cotizan en las dos monedas), quedan excluidos por el Banco Central por 90 días del mercado oficial. La opción que les queda es importar todo lo que puedan, lo que explica el boom actual". Esta tendencia está complicando severamente la estrategia del Central de acumular reservas.
"En el caso de las personas, todo peso que sobra va a recalentar el consumo porque las tasas de interés son negativas y no hay incentivos a quedarse en moneda local", añade Delgado.
"Estos mecanismos hacen que los pesos que vienen rebotando desde el año pasado no encuentren canales y generan un círculo vicioso, a lo que se suman los efectos de la guerra en Ucrania. Hay que cortar rápidamente ese circuito", agregó.
En la mirada de Reija, "sin un plan antiinflacionario integral, que contemple lo fiscal, lo monetario y lo cambiario, vamos a seguir por el mismo camino y no va a haber control de precios que valga".