El tuit fijado de Itatí Carrique es del 9 de agosto de 2018, cuando el proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo era rechazado en el Senado. Dice: "Vencerán pero no convencerán. Y tarde o temprano #SeraLey #AbortoLegalSeguroyGratuito". Licenciada en Comunicación Social y periodista, hace un mes dejó la conducción de un noticiero televisivo en horario central para hacerse cargo de la recién creada Secretaría de la Mujer, Género y Diversidad de Salta, que funciona bajo la órbita del Ministerio de Gobierno, Derechos Humanos y Trabajo de la provincia. El gobernador Gustavo Sáenz había anunciado la jerarquización del área en la apertura de sesiones ordinarias, algo que finalmente se concretó en una provincia que declaró la emergencia social por violencia de género en 2014.
-¿Por qué aceptó la propuesta de ser la primera secretaria de la Mujer de Salta?
-Desde el periodismo me involucré militando cuestiones de género para que se traduzcan en políticas. Cuando me hicieron la propuesta, primero me negué. Después, pensé en todo lo que se puede hacer y dije: “probemos si con esta militancia y con este conocimiento sobre las cuestiones de género se puede mover algo dentro del Estado, que no es sencillo”. Dije que sí, porque el lugar para generar cambios verdaderos es desde adentro y no desde afuera.
-Salta es una de las provincias con peores indicadores en relación con los derechos de mujeres, niñas, adolescentes y disidencias. ¿Puso alguna condición antes de asumir?
-No puse ninguna condición, pero también es verdad que sabían exactamente de dónde vengo y a quién estaban llamando. Por ejemplo: militar la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo en una provincia donde fue muy resistida, donde sabemos que todo lo que tiene que ver con la religión termina impactando en las cuestiones políticas y donde la iglesia es muy fuerte. No puse condiciones, pero el gobernador me dijo, de manera explícita, que tengo libertad absoluta. Es un indicio de que él sabe exactamente que voy a buscar que se cumplan leyes como la de Educación Sexual Integral o la de Interrupción Voluntaria del Embarazo.
-¿Cómo fue este primer mes de gestión?
-Descubrí que se hacen muchas cosas en distintos organismos del Estado, pero falta articulación. La Secretaría es una buena herramienta para que funcione bien lo que hoy son acciones aisladas o espasmódicas. En este breve tiempo noté muchísimo la necesidad que había de esta Secretaría por la cantidad de demanda de personas de la sociedad civil y dentro del mismo Estado, que buscan reunirse conmigo para contarme qué están haciendo y cómo pueden potenciarlo desde esta mirada.
-¿Por qué el gobernador decidió jerarquizar el área de género?
-Era una necesidad dentro del gobierno. Hay un entendimiento general de que no era posible que la provincia no tuviera un área específica. No solamente por la jerarquía. Dentro de Derechos Humanos y sin un área específica, siempre se terminaba diluyendo. Además, tener un Ministerio de las Mujeres a nivel nacional, saber que muchísimas provincias ya tienen secretarías, que algunas avanzaron en tener ministerios, marcó el camino a seguir. No había muchas más opciones.
Resistencias internas y externas
-¿Hubo resistencias a su función?
-Por el momento, no. Al revés: en los próximos días tengo reuniones con ministros, porque la idea es que la cuestión de género no quede en una secretaría, sino que se transversalice. En Producción hay un área que trabaja específicamente con cooperativas y pymes, y el 46% de las cooperativas está en manos de mujeres. Entonces, aunque es un área que ya viene trabajando con mujeres, hay que imprimirle perspectiva de género.
-¿Por fuera no hay resistencias?
-Hay un exdiputado a quien le genera resistencia mi militancia anterior, pero no vale la pena ni mencionarlo. Me causó gracia que me ubica como feminista radicalizada. Cualquiera que me conozca sabe que no cumplo con esos parámetros. De hecho, se habló de mi moderación. A mí me parece que ese rasgo, que quizá algunos ven como un defecto, es necesario para trabajar cuestiones de género en una provincia sumamente machista. Para trabajar en el Estado y en la política, donde también hay mucho machismo. No me parece que sea un lugar para salir a pelear, sino más bien a negociar, a generar estrategias para cambiar las cosas.
Carrique, entrevistada de manera remota por Letra P
-¿Hubiera asumido esta función en una gestión de otro color político?
-Es posible. No de cualquiera.
-¿De cuáles no?
-No podría estar en un gobierno de derecha. De todos modos, ni me llamarían.
-En Salta hay una médica, Miranda Ruiz, criminalizada por realizar una interrupción legal del embarazo. ¿Piensa intervenir de alguna manera?
-Este jueves me reúno con las abogadas de Miranda. Afortunadamente, el apoyo que recibió Miranda de parte del ministro de Salud de la provincia y del propio gerente del hospital donde Miranda realizó la interrupción del embarazo son buenas señales. Por supuesto que voy a acompañar, con el convencimiento de que no cometió ningún delito y que es inadmisible que suceda esto. En una provincia donde la interrupción legal y voluntaria del embarazo todavía no se cumple como se debe cumplir, tener una médica en esta situación implica un mensaje complejo para aquellos efectores de salud que acompañan y garantizan el cumplimiento de un derecho.
-¿Cuál es la prioridad de la Secretaría?
-Empezar a trabajar la inclusión de las mujeres en el mundo laboral, en sectores masculinizados, que generan mejores ingresos, donde nosotras no entramos: tecnología, construcción, minería. Ese es mi objetivo, porque una mujer independiente económicamente rompe más rápido con el círculo de la violencia. Trabajar hoy para que los resultados se vean en el mediano plazo, porque sé que no se ven rápido y eso repercute en la violencia. Es el camino. Hasta acá, la provincia venía trabajando más que nada en la urgencia.
-La urgencia es la violencia.
-La urgencia siguen siendo las cuestiones de violencia de género: conseguir que funcione cada vez mejor el sistema de denuncias, articular con la Justicia, algo que implica mucha complejidad, porque cuando hay una denuncia por violencia de género intervienen tantos actores que si no están debidamente articulados o funcionando bien, termina siendo una trampa.