El rossismo empezó el año con doble tarea: ligó un premio grande en el tablero nacional por el que deberá transpirar y, a la vez, se mete en el barro de la interna peronista santafesina. De un pleno en el Congreso a renegar con los parientes en casa. Abrochar la presidencia del bloque de Diputados del Frente de Todos (FdT) que soltó Máximo Kirchner, más el protagonismo ascendente de Agustín Rossi sobre el presidente Alberto Fernández, le dio aire extra a La Corriente para meterse en la discusión interna provincial que comenzó a tomar color esta semana.
Esa situación le dio un shock de adrenalina a un espacio que venía de morder el polvo en las internas contra la lista del gobernador de Santa Fe, Omar Perotti. Tal es así que fue con otra impronta a la convocatoria que realizó el presidente del PJ provincial, Ricardo Olivera, con las diferentes tribus justicialistas para sofocar el principio de incendio. “Fuimos a poner la oreja, pero también la boca y opinar sobre cómo se llevan las cosas en el gobierno”, explicó un dirigente que estuvo en la reunión.
A diferencia del resto de los espacios peronistas, que mascullan críticas sobre las formas de Perotti de conducir el gobierno, el rossismo rompió lanza con el gobernador y tiene las manos sueltas para cuestionar más que nunca. Es más, entienden que su pelea con el gobernador, nacida en la previa a las PASO, motivó que el malestar del resto de los espacios peronistas empiece a salir a la luz.
Sus dirigentes ya dejan trascender la decisión de ser alternativa en la carrera hacia 2023 y presentar candidatos en todas las categorías. Pero, por ahora, prefieren no tirar del mantel, gesto que podrían tener con la excusa de la designación de Germán Martínez en la presidencia del bloque oficialista de la Cámara baja con el aval del presidente Fernández.
Ese es un hecho que puede significar un mojón en el futuro del espacio, por más que su dirigencia soslaye la implicancia territorial en Santa Fe. Lo que nadie puede negar son los ánimos del círculo íntimo del gobernador por ese casillero completado a sus espaldas. "Por supuesto sabemos que el perottismo escupe bilis por la designación, pero no es momento de pelear”, definió un histórico dirigente rossista en contacto con Letra P.
Ambos esconden las cartas en este asunto: el perottismo no quiere mostrar la carótida inflamada por quedar fuera del juego de una decisión política y mediáticamente relevante; mientras que el rossismo entendió que no es momento de gritar. Imposible olvidar que, hace apenas unos meses, la lista de Rossi, que en un principio impulsaba el Presidente, perdió por paliza contra la que diseñó Perotti mano a mano con Cristina Fernández. Esa quemadura aún no cicatriza del todo.
Por eso, entienden que no es prudente cocorear en la primera de cambio. Si lo sabrá el propio Perotti que no pudo capitalizar en su gestión aquella victoria interna. Tampoco pudo centralizar poder en el PJ provincial como se suponía tras semejante victoria.
Mientras, Rossi teje en silencio. Según pudo saber Letra P, hoy el exministro de Defensa reconoce que está conforme sin un cargo porque puede militar y armar con más tiempo. Se le agrega el plus de tener mucha llegada a Alberto al punto de sonar con fuerza para saltar al Gabinete, y que la relación con Cristina no está muerta. De hecho cruzaron mensajes desde aquella desavenencia tras encapricharse con una interna santafesina. “Estamos grandes y los enojos ahora se pasan más rápido”, explicaron a su lado.
El futuro
Hay un doble juego: critican a Perotti, pero también quieren que al gobernador le vaya bien en sus dos últimos años de gestión. No es por amor, sino por conveniencia. “Queremos que el próximo gobernador sea peronista y eso depende, en parte, de lo que haga la actual gestión”, sostuvo otro dirigente con espalda. Por ahora no hay ningún acercamiento posible entre los espacios. "Qué nos vamos a acercar si nos acaban de limpiar los últimos funcionarios que teníamos", agregó. Los puentes parecen rotos a la espera de la magia de la unidad peronista.
El rossismo no come el vidrio de esa torre de cristal que hoy es el PJ santafesino: si se resquebraja un poco, 2023 es difícil para todos. Martínez llamó al gobernador ni bien fue bendecido y dio señales de predisposición. Mientras van generando músculo para llegar con fuerza a la pulseada. En este marco, surgen preguntas: tener la presidencia del bloque oficialista, ¿es ser parte de la conducción del Gobierno o es sólo oficio para sintetizar posicionamientos de un espacio? Sea lo que sea, a Perotti la realidad le queda fea.