NOVENA SECCIÓN

Todo(s) arde en Buenos Aires

Kicillof se aferra a la búsqueda de su reelección y esgrime números. En 48 horas hubo dos fotos de los intendentes sin el gobernador. El antecedente Ruckauf.

LA PLATA (Corresponsalía Buenos Aires) Desde la vuelta a la democracia, solo dos veces la provincia de Buenos Aires estuvo gobernada por un dirigente de distinta extracción política a la del presidente de la nación: del ’87 al ’89, con el radical Ricardo Alfonsín y el peronista Antonio Cafiero, y del ’99 al 2001, con el radical Fernando de la Rúa y el peronista Carlos Ruckauf. A juicio de dirigentes de las dos principales coaliciones -Juntos por el Cambio y el Frente de Todos- que se toman un momento para el análisis dejando a un lado cualquier especulación, en 2023 podría repetirse aquella extraña situación: la oposición tomando la Casa Rosada y el oficialismo reteniendo el principal distrito electoral. Difícil, pero posible.

Aunque con sus particularidades, las argumentaciones a un lado y otro de la grieta comparten elementos: el mapa argentino se pinta de amarillo (en la elección de medio término, JxC triunfó en 13 provincias, incluidas las cuatro más grandes, Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos), pero en la región del 37 por ciento del padrón electoral nacional, pese a haber sido derrotado, el peronismo pisa fuerte en distritos gigantes que pueden hacer la diferencia y, además, está gobernado por Axel Kicillof, el más fiel representante del ADN kirchnerista capaz de absorber los votos de la Cristina Fernández renunciada. ¿Alcanza? Ver más abajo.

La derrota de los oficialismos en épocas de pandemia ya es una postal global, lo mismo que el avance de las derechas. El deterioro económico que pagan las mayorías débiles mientras un puñado se enriquece, el malhumor social de un encierro necesario y –lo que no tiene vuelta atrás– la muerte (in)evitable, combinados con los tiros en los pies del gobierno de Alberto Fernández y una oposición voraz que nunca soltó el serrucho para hacer leña del árbol caído empujan al Frente de Todos al borde del abismo.

La foto de hoy muestra una cancha demasiado inclinada para el Frente de Todos en Buenos Aires, pero esto es política y, aunque caben muchas más, aquí elegimos hacernos dos preguntas:

  1. ¿El oficialismo bonaerense tiene chances de remontar el barrilete en tamaña tempestad?
  2. ¿De quién o quiénes depende?

La respuesta a la primera pregunta es SÍ. La complejidad remite al segundo interrogante, en quiénes tiran del hilo. ¿Todos en Buenos Aires tiran del hilo? Sí, pero parece haber demasiadas disputas por ver quién se pone al frente en la fila. Esa riña puede traerle complicaciones. La película de 2021 dividida en dos capítulos es una muestra: en las PASO, Juntos le sacó más de cuatro puntos de distancia a Todos (37,33 – 33,25), pero en las generales la diferencia se achicó a 1,2 (39,81 – 38,53). Entre una y otra elección se produjo el desembarco de los intendentes a la gestión Kicillof, algo resistido por el gobernador hasta que CFK bajó la orden de abrirles las puertas.

Sin eufemismos: los cortocircuitos entre el gobernador y un grupo de intendentes del conurbano sponsoreado por Máximo Kirchner pueden hacerle mucho daño al oficialismo, acaso más que el adversario, que tiró a la cancha a varios jugadores, pero alimenta debidamente solo a dos (amarillos) y, eventualmente, podría sorprender con un tapado conocidísimo (radical).

Hay ahora una diferencia sustancial con aquella elección. En esta, los territoriales van a las urnas a defender sus sillones de mando en el pago chico amenazado por una ola amarilla. En despachos del oficialismo sigue vigente la explicación de la derrota en las primarias de 2021 -más allá del impacto de la pandemia- que corre por distintos andariveles, según a quién se consulte: gestión bonaerense deficitaria, clausura de internas que quitaron movilidad a la búsqueda de votos y falta de agite militante con la aquiescencia de jefaturas comunales. Cada teoría tiene su blanco: Kicillof, Máximo y los intendentes del conurbano.

El renunciamiento de CFK incluyó de manera automática al gobernador en la lista de presidenciables, pero, como contó José Maldonado en la nota “Kicillof, candidato por default, el mandatario se aferra a la reelección motivado en –dicen en La Plata– números que lo respaldan. Cree, Kicillof, ser el mejor postulante; hoy las encuestas le dan la derecha. Un intendente con traje de candidato a la gobernación podría quedarse con los votos K y además ir por el voto independiente esquivo al gobernador, dicen en el conurbano. Faltan datos empíricos que respalden esa teoría, pero no debe dudarse del poder para recolectar votos que tiene esa tropa cuando pone en movimiento la maquinaria del PJ en la densidad poblacional del Gran Buenos Aires. La remontada del año pasado es un ejemplo.

Como sea, las definiciones para Buenos Aires serán parte del tablero amplio que incluye, lógicamente, la elección del candidato presidencial –con CFK afuera, podría asegurarse que será varón–. No es lo mismo que el elegido sea Sergio Massa –para lo cual debiera domar la inflación– a que el ungido sea Eduardo de Pedro, por citar dos nombres que están en la bolsa. También podría alterar la elección del postulante un cambio en la ecuación aplicada para tomar la decisión: ¿es posible que, ante un panorama de derrota nacional segura, el peronismo priorice la decisión de la candidatura en Buenos Aires? Claro que sí. Se abriría el registro de voluntarios para inmolarse en la nacional.

Dos fotos de las últimas 48 horas grafican la altura en el camino de desencuentros que transitan Kicillof y los intendentes desde el inicio mismo de la gestión (primero, cuando el mandatario prometió gobernar con los jefes comunales, pero no les dio ni un lugar en el gabinete, y algunos meses después, cuando en el levantamiento policial los jefes comunales le hicieron sentir el frío de la soledad). Foto I: encuentro de los intendentes el miércoles en Cañuelas, con defensa a CFK y reproches al gobernador. Foto II: encuentro de intendentes, con Wado y Máximo, en Lomas de Zamora, el viernes. Kicillof no estuvo en ninguno.

No puede ser inocua la pelea entre quien ejerce el cargo institucional más importante de la provincia más grande y los jefes y jefas comunales que encarnan la potencia electoral en la región que mueve el amperímetro. En breve nomás se verá si el peronismo en riña se está reproduciendo o si la contienda termina beneficiando a quienes, servilleta en cuello, esperan al otro lado de la grieta.

buenos aires: intendentes de la ucr piden saltar la grieta interna y unificar postura frente a milei
Axel Kicillof junto a Maximiliano Pullaro. Primer encuentro del bonaerense donde salta la grieta.

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