SAN PABLO (Enviado especial) Este domingo, Luiz Inácio Lula da Silva, conquistó el 50,84% de los votos y se impuso sobre el presidente Jair Bolsonaro, que llegó al 49,16% con el 99% de los sufragios contabilizados al cierre de esta nota.
El escrutinio había comenzado comenzó a las 17, cuando cerraron los centros de votación en todo el país. Como había ocurrido en la primera vuelta, Bolsonaro arrancó arriba y estuvo al frente hasta que estuvo escrutado el 67,76% de los votos a nivel nacional. No obstante, a esa hora, en bastiones clave de Bolsonaro el conteo recién estaba en el 56%, lo que no permitió dar por ganada la contienda para el PT. Sin embargo, la tendencia no cambió y el exlíder sindical terminó imponiéndose por una ajustada brecha que marca el Brasil atravesado por una grieta profunda que Lula tendrá que gestionar.
De esta manera, el 1 de enero asumirá su tercer mandato como jefe de Estado del país más importante de América del Sur y no podrá cumplir con la promesa que le hizo hace unos años a su familia de retirarse de la política.
En 2010, cuando abandonó el Palacio de Planalato, el jefe de Estado imaginó una vida retirado de la política, pero la historia no se lo permitió. En 2016 su heredera, Dilma Rousseff, fue destituida y en 2018 fue detenido en una prisión en la que pasó 580 días, al mismo tiempo, Bolsonaro llegó a la presidencia de la mano de un discurso conservador y de ultraderecha. Luego de que el Tribunal Superior de Justicia (TSJ) confirmara siu liberación, el exlíder sindical no dudó en emprender lo que calificó como la campaña más difícil de su historia, que este domingo lo depositó nuevamente en el poder.
El cauto entusiasmo que mostró su campaña en la previa de la jornada electoral le dio frutos a su candidatura. Desde el comienzo y hasta bien avanzado el escrutinio, el oficialismo se mantuvo al frente del recuento de votos, pero el PT logró darlo vuelta cuando el Tribunal Superior Electoral (TSE) ya había superado la mitad de los votos analizados. Como muestra la historia electoral de Brasil, Lula se impuso en las provincias del Nordeste, como Bahía, Pernambuco, Sergipe y Alagoas.
Con estos números, Bolsonaro se convirtió en el primer presidente en no lograr la reelección desde la recuperación de la democracia, hace ya casi 40 años, aunque deja el poder con medio país de su lado. Desde el revés que sufrió en la primera vuelta, el candidato del Partido Liberal (PL) profundizó la polarización con la oposición y afianzó las críticas contra el líder del PT, pero su discurso y los actos que realizó en distintas regiones clave no fueron suficientes.
Con este estrecho margen de diferencia, la tensión se trasladó hacia el accionar del presidente, para determinar si reconocerá su derrota o, como amenazó durante la campaña, denunciará un fraude y resistirá en el sillón presidencial. Uno de sus exministros más duros y candidato a gobernador de Río Grande del Sur, Onyx Lorenzoni, perdió su ballotage y reconoció los resultados porque, dijo, "la decisión del pueblo es soberana". Por otro lado, existen bases duros en su electorado que rechazan la derrota y prometen apoyar al jefe de Estado en su cruzada para no abandonar el poder.
Lula llega a la presidencia aupado por una amplia coalición y en sociedad con sectores de centro derecha que limitarán su margen de maniobra para aplicar políticas progresistas como las de sus primeras dos presidencias.